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miércoles, 21 de mayo de 2014

Capitulo XV


Vaya trío que se formó…


Las cosas van mejorando, ya el abuelo tiene un par de semanas en casa, todo parece indicar que su estadía en el hospital no dejó secuela alguna que lamentar, únicamente  el mal humor del nonno quien se ha visto obligado sí o sí a guardar reposo. No es como si tuviera alguna otra opción de todas formas, él esta rabiando como muchachito chiquito, pero de nada valen sus protestas, es lo que toca y punto.

En el apartamento estamos haciendo unas mínimas remodelaciones, cambiando algunos muebles, todo a ritmo acelerado pues ya en cuestión de cinco o seis días, se va a llevar a cabo la cena de bienvenida al capitán Meyers y a los esposos Owen a quienes también extendimos la invitación. Cynthia esta deseosa de finalmente conocer a Kate, aunque le he repetido infinidad de veces que es una buena chica, ella aún tiene sus dudas.

Las cosas entre Leo y yo van de mil maravillas, gracias al cielo no nos hemos topado nuevamente con la insufrible  de Kathleen. Las relaciones con mi suegra están igual, a penas si intercambiamos alguna que otra palabra de cordialidad, pero al menos sus comentarios sarcásticos y ácidos no han aparecido en el ambiente, y eso ya es ganancia. Entre Leo y su madre… es difícil de explicar, aun no logran limar todas las asperezas cada quien se mantiene firme en su postura y no quieren dar su brazo a torcer. Cuando mi suegro hablo conmigo, me pidió estuviera tranquila, que ellos encontraran la manera de solventarlo, además me comunico que apoyaba a Leonardo, pero me pidió encarecidamente no lo mencionara delante de su esposa pues no quería echarle mas leña al fuego. Lo entiendo esa mujer Emily Stone es de cuidado. Aun no logro comprender como dos personas tan diferentes se la llevan bien, definitivamente polos opuesto de atraen.

Después de un largo día de trabajo llego al apartamento súper cansada, sin ánimos de nada, únicamente acurrucarme en mi lugar favorito al lado de mi esposo. Apenas estoy abriendo la puerta del frente cuando mi celular comienza a sonar con la melodía A partir de hoy indicándome que es el hombre de mi vida quien llama. Me apresuro a pasar para poder atenderlo.

* Hola amor * saludo cariñosamente
* Hola nena ¿Qué tal tu día, ya estás en casa? *
* Justo estoy entrando…agotada, añorando una cama y unos brazos que adoro ¿Y tú ya vienes en camino? *
Se hace un silencio, por un momento creo que se ha cortado la comunicación pero, aunque es apenas audible escucho a mi esposo suspirar.
* ¿Leo, estás allí? *  pregunto confundida
* Estoy aquí, ya en cinco estoy llegando*
* ¿Qué sucede amor?* duda por un segundo pero igual responde
* Tengo una cena de negocios, nada formal pero de verdad quería me acompañaras. Estos últimos días apenas si nos hemos visto…!demonios! deberíamos estar de luna de miel, viajando, disfrutando…* su tono demuestra su total frustración
* Leo…* intento calmarlo, pero me interrumpe
* Estoy llegando nena, ya nos vemos*
* Aquí te espero…y Leo*
* ¿Si?*
* Te amo*
* Yo más* dice antes de colgar

Me adelanto a la habitación para dejar mi cartera, me quito los zapatos para dejarlos en algún lugar en el camino, ya luego los guardaré en su puesto. Suspiro un par de veces, estoy agotada sí, pero nada que una ducha rápida no pueda solucionar. A paso veloz me voy al baño, ya dentro abro el agua y la gradúo a la temperatura adecuada, mientras me voy desvistiendo apresuradamente. Pocos minutos después estoy frente al espejo secándome y repasando mentalmente mi ropa, seleccionando rápidamente lo que me pondré para la cena.

Recuerdo las sabias palabras de mi madre, así que me decido por un vestido corto negro, siempre te hacen quedar bien, pues solo necesitas algo de accesorios, que en este caso opto por unas pulseras y zarcillos a juego. Me maquillo sencillo, unos taconazos cerrados y listo. Estoy terminando de peinar mi cabello que llevo suelto cuando oigo ruido fuera y escucho a Leo hablar conmigo mientras entra a nuestra habitación.

- Tati, solo pase a darte un beso de buenas noches pero debo irme si no…- se queda callado al verme




- ¿Todavía está en pie la invitación de la cena? – pregunto

- Dijiste estabas cansada – dice a la vez que camina lentamente hacia mi

- Y lo estoy, de hecho me encantaría estar acostada allí – apunto hacia nuestra espléndida cama – pero no más de lo que quiero estar a tu lado, el lugar es lo de menos si es contigo – confieso encogiéndome de hombros

- Nena – susurra Leo ya pegado a mi boca, me aprieta a su cuerpo mientras me regala un beso, de esos maravillosos que te dejan sin aliento y te hacen flaquear las piernas …el cual respondo con el mismo ímpetu – también me muero por quedarme pegado a tu cuerpo, demostrarte lo mucho que te amo con mis labios, mis caricias…

- La noche apenas empieza Sr. D’Lucca – lo incito – mientras mas rápido terminemos con el dichoso compromiso, mas rápido podremos volver para que me muestres todo lo que me prometiste unos segundos atrás.

Salimos directo al local que se encuentra ubicado en Biscayne Boulevard, el restaurante Zuma se especializa en comida japonesa contemporánea, actualmente es la sensación en Miami pues la fama que precede al chef es grande. Cuenta con un ambiente informal y divertido, donde si no tienes reservación puedes llegar a esperar mas de dos horas para encontrar una mesa disponible, pero conociendo a mi esposo, ya eso está resuelto desde hace rato. Aunque no soy amante de la comida japonesa como tal, hemos ido varias veces y adoro el salmón teriyaki que allí preparan.






Al entrar al restaurante nos atiende una amable anfitriona, quien nos guía a nuestra mesa luego de decirle sobre la reservación. No tenemos que esperar mucho cuando llegan nuestros invitados, me complace saber que soy la única mujer, pues de los tres hombres que llegan, dos van acompañados por un par de chicas, para hacer un total de siete comensales.

La conversación fluye de manera natural, los caballeros son dueños y fundadores de una importante agencia de modelaje. Tienen sede en Los Ángeles, pero han decidido expandirse, comenzando por Miami, por lo que están estudiando que el grupo contable D’Lucca trabaje en sus números. Cuentan que han tenido algunos problemas con ello en la oficina principal, por lo que también se maneja la opción de que se incluya en el contrato. Las chicas por supuesto son dos modelos hermosas pero igualmente simpáticas, una de ellas se caso hace un año, la otra nos comenta entre risas que están en la etapa de citas.

Después de comer, degustar unos cócteles y una pequeña discusión por el tema de la cuenta, la cual no hubo forma de impedir que la pagara Leonardo, nos invitan a tomar unos tragos en un local que esta sólo a unas dos manzanas de distancia, amablemente declinamos, pero prometemos que en otra ocasión nos unimos a ellos. Pautan una reunión mañana en la tarde para finalizar las cláusulas del contrato.

- Gracias por acompañarme Tati – dice  Leo mientras vamos camino a casa

- Pasamos un rato agradable, tampoco es un sacrificio -

Es pasada la medianoche cuando llegamos al estacionamiento del edificio. Leo estaciona el carro, apaga el motor pero no hace algún movimiento para salir del auto. Me quito el cinturón de seguridad para girarme y preguntarle que ocurre cuando de manera inesperada coloca sus manos en mis mejillas, acercando nuestros rostros hasta que puedo rozar mi nariz en la suya. Sin dejar de mirarme con esos hermosos ojos, como si con ellos quisiera decirme todo lo que lleva en su interior, bien expresa el dicho que los ojos son los espejos del alma.

Sin esperar un segundo más Leonardo acerca nuestros labios para fundirnos en un beso pasional, que va subiendo de temperatura, frenesí y necesidad. Sin darme cuenta estoy sentada a horcajadas sobre mi esposo. Sus manos viajan de mi cuello hasta mi espalda baja haciéndome estremecer y gemir en su boca de puro deseo. 



Esto de llevar vestido es una ventaja que sabiamente usa Leonardo a su favor, sus manos recorren el interior de mis muslos, haciendo arder cada parte por donde sus dedos han tocado. Escucho el sonido de un auto y la realidad me golpea rápidamente.

- Leo – susurro débilmente, pero al parecer no lo suficientemente fuerte para me que me escuche, pues continúa con su labor, haciéndome olvidar de momentos porque si quiera pensaba en detenerlo ahh si estamos en el carro, parados en el estacionamiento de nuestro edificio, por lo que llamo nuevamente – Leo…debemos parar

Esta vez estoy segura haber pronunciado claramente y lo suficientemente fuerte como para que me escuche, pero hace caso omiso de mi llamado. Lo que me da a entender que si me escuchó la primera vez, sólo que decidió ignorar mi voz. Su mano acaricia mi punto mas sensible, sobre mi sopa interior y cualquier rastro de coherencia en mis pensamientos se va al traste. Mis gemidos llenan el silencio en el interior del vehiculo, acompañado por nuestras respiraciones agitadas y los gruñidos de deleite que emite Leo.

- Déjate llevar nena, los vidrios son lo suficientemente oscuros para impedir que alguien nos vea – expresa Leo entre besos - al menos que grites demasiado fuerte nadie sabría que estamos aquí, en mis brazos estás segura, siempre lo estarás.  

Eso es todo lo que necesito para encerrarme en la burbuja lujuriosa que mi esposo nos está brindando, mientras sus labios y lengua reclaman mi boca, chupando, mordiendo, saboreando cada rincón de la misma. Sus manos no se detienen mientras una roza y juega con mis doloridos pechos, la otra acaricia ese lugar sensible entre mis piernas, llevándome cada vez más alto, introduce un dedo en mí haciéndome tensar cada vez mas, sabiendo que la liberación se encuentra cerca, y que una vez que llegue será apoteósica.

Minutos después descanso sobre su torso, mientras nuestras respiraciones vuelven a su ritmo normal. Leo no deja de acariciar mi espalda con movimientos lentos y calmados. Me separo de su pecho para poder mirarlo a la cara, cuando siento su potente erección debajo de mí. Sintiéndome audaz, rápidamente deslizo una de mis manos entre nuestros cuerpos, y así poder tocarlo.

- Tengo algo entre manos que necesita mi atención – expreso coqueta mientras acaricio lentamente toda su longitud.

Leo gime entusiasmado por mi acción, cierra los ojos y descansa su cabeza en el asiento. Continuo con mis movimientos, solo que esta vez soy mas atrevida y meto la mano directamente en sus pantalones para así poder sentirlo sin ropa de por medio. Esto parece sorprenderlo pues inmediatamente levanta su cabeza, para fijar sus hermosos ojos en mí. Me acerco para dejar un sendero de besos desde la comisura de sus labios hasta su cuello pasando por su mandíbula, la cual mordisqueo a mi antojo. Parece disfrutar cada una de mis atenciones, pues sus caderas se mueven al compás del ritmo marcado por mí. Automáticamente sus manos viajan a las mías, presionándome más contra él.

- Por más que este disfrutando de todo lo que me estás haciendo, y Dios sabe que es así – dice Leo con su voz mucho mas ronca, cargada de deseo – mejor subimos a casa, tengo una promesa por cumplir, y aquí estamos un poco limitados de espacio para lo que tengo en mente.

Me da un beso en la frente y así nos quedamos unos segundo más, saco mi mano, la cual inmediatamente lleva a sus labios para posar un tierno beso en la palma de la misma. Regreso a mi asiento, aplaco un poco mi cabello, que parece como recién follado quizás por eso es lo que le sucedió. Me giro para ver como mi esposo acomoda a su amigo dentro de sus pantalones nuevamente. Sale del auto, se dirige a mi puerta para ayudarme a salir. Aliso mi vestido y nos encaminamos hacia al ascensor.

Apenas entramos en la habitación Leonardo no me da chance alguno de si quiera protestar cuando ya sus manos están por todo mi cuerpo, y su boca demandando la mía. Me levanta de manera que mis piernas están envueltas en sus caderas. Con paso firme se dirige a nuestra cama, pero a escasos pasos de ella, bajo mis pies posándolos en el suelo. Por la cara de mi marido puedo afirmar que esta sumamente confundido.


Aun si pronunciar palabra alguna, comienzo a desvestirlo, comenzando por aflojar el nudo de su corbata, dejándola abierta para continuar con los botones de la camisa, uno tras otro hasta que su torso queda desnudo frente a mi, apenas rozando su piel deslizo la tela por sus brazos hasta que caen al suelo, Leo expulsa lentamente el aire contenido, dejándose hacer sin apartar los ojos de los míos. Lo dejo allí de pie, me acerco a donde ese encuentra el iPod en su base, rápidamente muevo mis dedos sobre la pantalla, hasta que encuentro la canción que busco, le doy play para regresar donde mi amado esposo me espera, justo en el mismo sitio donde lo deje.

Nuevamente me paro delante de el, puedo ver la expectativa en su rostro, sus ojos cargados de deseo pero asimismo el desconcierto en ellos, si bien hemos disfrutado de muchas experiencias sexuales fabulosas, siempre ha sido él quien toma la iniciativa y el mando. Esta vez le he quitado la batuta, aunque estoy nerviosa también hay algo que me impulsa a continuar. Sin pensarlo mas, no sea cosa que pierda el impulso, lo beso con pasión, mis manos viajan a su cuello, mientras que las suyas se posan en mis caderas, ejerciendo una fuerte presión, que sin ser dolorosa ciertamente se hace sentir.

Me separo jadeando en busca de aire, continúo repartiendo besos por su mandíbula, cuello, hasta llegar a su pecho, lo oigo suspirar pesadamente, lamo sus oscuros pezones, alternando entre uno y otro, chapándolos suavemente, recordando como él hace lo mismo con los míos, e inmediatamente ansío tener su boca sobre mí, paso mi lengua através de su torso, por lo que su agarre en mi se afianza, levanto mi mirada a su rostro, observo maravillada como mi hombre tiene la cara echada hacia atrás con los ojos cerrados, pero como si sintiera su mirada fija esos hermosos ojos que me cautivan en mi, le doy un beso justo en el ombligo, entendiendo mis intenciones lentamente me suelta. Continúo bajando hasta llegar al borde su pantalón. Me arrodillo delante de él, llevo mis dedos a la hebilla de la correa, cuando siento sus manos sobre las mías.



- Nena – dice en un susurro, intentando detenerme lo que es imposible.

Haciendo caso omiso a su pedido silencioso, retiro cariñosamente sus manos, para continuar desabrochando su cinturón, desabotono el pantalón, bajándolo solo un poco, haciendo lo mismo con sus boxers, lo beso en el vientre lo más bajo posible sin tocar su prominente erección.



- Tati no es …no tienes… - su voz entrecortada, y la imposibilidad de elaborar una coherente oración son todo el impulso que necesito para proseguir y llevar a cabo mi plan.

Sin pensarlo dos veces, ni darle chance de que me lo impida, tomo su miembro erecto para introducirlo en mi boca. Con mis manos en su base comienzo mis movimientos, chupando toda su longitud, saboreándolo, descubriendo nuevas sensaciones así como que a pesar de la dureza, que ya conocía a la perfección, es suavemente calido y sedoso. Dejándome llevar por el deseo de brindarle el mayor placer al hombre parado delante de mi, prosigo, con mi lengua lo recorro una y otra vez, él mueve sus caderas con movimientos precisos, sus manos en mi cabeza me guían, sus jadeos ahogados me alientan, paso mi lengua por su punta y lo escucho gemir fuertemente

- Tati, nena detente…- sin mayor esfuerzo me levanta, haciendo que nuevamente enrede mis piernas en sus caderas sujetándome por las nalgas – te amo preciosa, mas que a mi vida.

Sin darme chance a decirle un yo también asalta mi boca, gustosamente le devuelvo el beso, apretándome mas a su cuerpo, necesitando sentir su contacto. Ni cuenta me doy en que momento me quita el vestido, ni cuando termina de despojarse de su ropa, lo próximo que sé es que estamos desnudos y su cuerpo sobre el mío. Comienza a besarme, para descender por mi cuerpo, de la misma manera que minutos tras lo hice yo con el suyo.

Hacemos el amor de la manera mas especial posible, con cada caricia resiento amada, adora, venerada. Estamos desnudos uno frente al otro, intentando recobrar el aliento después de que juntos alcanzáramos la liberación, aún con el corazón latiendo acelerado susurro las palabras que momentos atrás no pude.

- Yo también te amo Leo, eres quien le da sentido a mi vida.

- Nena….tú eres todo lo que siempre quise, no corrijo, eres eso y más, mucho más.

Acostados frente a frente, sin poder dejar de mirarnos, Leonardo alcaza las sabanas, para cubrir nuestros cuerpos desnudos, me acerca a él, besando mi cabeza y acariciando mi cabello, por lo que reposo mi cabeza en su pecho, escuchando como late su corazón al compás del mío…minutos después caigo rendida en un tranquilo sueño.


Me despierto con una tonta sonrisa pegada en mi rostro, abro los ojos buscando a mi esposo, quien claro ya está levantado, pues me encuentro sola en la inmensa cama. Escucho unos sonidos provenientes del baño, por lo que asumo está aseándose. Cierro los ojos un momento, para repasar en mi mente la noche anterior, aunque no tengo punto de comparación, puedo asegurar que Leo es un excelente amante, al menos a mi parecer. Siempre es tierno, delicado, dedicado, sin dejar de ser pasional, posee una sensualidad innata, su manera de mirarme, como si me idolatrara. Su cuerpo es espectacular, no es exageradamente formado, pero si perfectamente definido.

Instintivamente llevo los dedos a mis labios recordando como es sentir su…su…ni siquiera puedo nombrarlo pero bien que lo saboreaste, tonta, fue una experiencia nueva y maravillosa que ansiosamente anhelo repetir, cierro los ojos y muerdo mi labio con fuerzas.

- ¿Cuánto por tus pensamientos Sra. D’Lucca? – expresa Leo desde la puerta del baño interrumpiendo mis lujuriosos pensamientos

En seguida abro los ojos, siento como mis mejillas se inundan de un brillante color rojo, como si fuera una pequeña a la cual han atrapado haciendo travesuras, rápidamente bajo la mirada, intentado fallidamente esconder mi colorido rostro, pues la risa de Leonardo no se hace esperar, no en tono burlón sino mas bien una que implica complicidad.

- No tienes que avergonzarte por recrear en tu mente nuestros encuentros sexuales, y más si han sido tan intensos y espectaculares como el de anoche – dice Leo tomándome la barbilla para que pueda verlo – yo siempre lo hago – confiesa tranquilamente

Nos quedamos mirando a los ojos por lo que parece una eternidad, el ambiente en nuestra habitación cambia de inmediato, se vuelve pesado, lleno de una tensión sexual, como si anoche no hubiéramos estado uno en brazos del otro. Todo pierde importancia, lo único que se logra escuchar son las respiraciones y nuestros corazones latiendo con tanta fuerza que parece que en cualquier momento se nos saldrán de nuestro pecho como caballos desbocados. Leo me levanta, de manera que estoy arrodillada frente a el que aun esta de pie al lado de la cama, uniendo nuevamente nuestros corazones y cuerpos en uno solo.



Después de una maravillosa sesión de sexo matutino, estamos desayunando entre risas. Hacemos planes para almorzar juntos, bajamos juntos hasta nuestros autos, ahii nos despedimos y cada uno emprende su camino hasta su lugar de trabajo. El suyo en Consultores D’Lucca and Burke ubicado en el Southeast Financial Center, que se encuentra en Biscayne Boulevar. Es un rascacielos impresionante, elegante y muy lujoso, con una moderna arquitectura que cuenta con 233 metros de altura, unos 55 pisos de oficinas, 15 de estacionamiento. D’Lucca and Burke ocupa 5 niveles para albergar todo su equipo, aunque se están en negociaciones para ampliar su espacio.



Por mi parte, trabajo para Asesores Contables y Asociados ubicados en la 1540 Brickell Tower, en la misma avenida. El edificio posee 165 metros de altura, 40 pisos de oficinas. A diferencia de mi esposo, sólo contamos con un piso donde están ubicadas las oficinas. Me encanta trabajar allí, el ambiente es fresco, dinámico y activo, ético y responsable sin la rigidez del formalismo. Pero lo más importante el lugar que tengo me lo he ganado a pulso, por mi trabajo y no por mi apellido.



Ese es un tema que sigue siendo delicado entre Leonardo y yo, pues cada vez que lo abordamos entramos en conflicto, él quiere que vaya a trabajar con su firma, no entiende que no quiero ser la Sra. D’Lucca esposa de uno de los dueños, me gusta ganarme las cosas por mí misma, no que me las den en bandeja de plata.

                            * * * * * * 

Estoy súper emocionada pero a la vez nerviosa, hoy es la cena con el Capitán Meyer, así como con los esposos Owen, también vendrá Cynthia y por su puesto el nonno que ya está totalmente recuperado, aunque aún le insistimos en llevar las cosas con calma. No he podido hablar con él sobre la causa de su malestar, cada vez que toco el tema lo evade de una manera brillante. Los hombres D’Lucca son tercos de nacimiento, lo llevan en la sangre, eso seguro. Tengo todo listo en la cocina, comida, postre, bebidas. El apartamento luce precioso, con algunas flores aquí y allá.

Al llegar Leonardo nos dirigimos a la habitación, para alistarnos, únicamente debo vestirme y maquillarme, pues me di un largo y relajante baño de espumas. Como es una cena informal opto por un sencillo pantalón negro, un sweater color mostaza. Mi esposo entra directo a ducharse, solo tenemos unos veinte minutos antes que lleguen nuestros invitados, conociendo al Sr. Angelo D’Lucca llegará puntual como siempre, y Nicholas Meyers de seguro lo hará también, así que no hay tiempo para arrumacos, por mas ganas que tengamos.



Luego de vestirnos, rápidamente bajamos a la sala tomados de la mano, mi esposo viste casual con unos jeans, camiseta blanca cuello en V y una chaqueta, pero luciendo igualmente hermoso y sexi, no creo que me llegara a cansar alguna vez de admirarlo. El timbre me saca de mi ensoñación, con un beso liguero y un pequeño guiño Leo se dirige a recibir a nuestros invitados, tal como lo predije los primeros en llegar son el nonno y Nic, después de saludarlos con un caluroso abrazo, nos sentamos en la sala, mientras mi servicial esposo va a la cocina en busca de algo para tomar.




Después de un pequeño brindis, iniciamos una amena conversación,  entre risas escuchando las anécdotas de estos viejos amigos, nuevamente llaman a la puerta, en esta ocasión me levanto a darle la bienvenida a quien esté del otro lado. Me sorprendo cuando al abrir la puerta observo a Kate y Cynthia sonriendo como si se conocieran de años, cuando veo detrás de ellas diviso a James volteando los ojos en un gesto de exasperación.

                                         James y Kate Owen

- ¿Puedes creer que llegamos hace más de quince minutos pero estas dos se instalaron en el lobby hablar cual comadres? – Dice el chef Owen señalando a mis dos amigas – Hola linda – me saluda con un beso en la mejilla.

- Hola James -  lo abrazo y señalando hacia dentro del apartamento reindico que entre

- Ustedes son imposibles, pobre James – les digo con fingido enfado mientras las abrazo – hagan el favor de pasar cotorras – las acuso y las tres inmediatamente soltamos una carcajada.

                                    Cynthia Miller

No necesito mas confirmación, se que nos las llevaremos muy bien, seremos un gran trío.

Kate me entrega algunos regalos que nos trajo de su viaje, así como un pen drive con fotos de todos aquellos lugares a los cuales no pudimos ir. Me asombra cuando también le da un regalo al nonno y otro a Cynthia, definitivamente esta chica es especial, nada que ver con su hermana.

La velada pasa entre risas, historias, chistes. Le comento a James lo nerviosa que he estado pues no es fácil cocinar para un chef tan reconocido, admito que busqué su nombre en Internet y me asusté aún más, ese hombre sabe lo que hace en la cocina, hasta le confieso que estuve a punto de pedir la comida a algún restaurante cinco estrellas con premios de cocina.  Él solo me abraza y me tranquiliza diciéndome que Kate no es muy diestra en la cocina, más sin embargo, todo lo que se hace con amor sale bien; me explica que le gusta comer sencillo, quizás porque siempre se encuentra entre platos exquisitos y muy gourmet.

Pasamos al comedor a degustar el menú que preparé para la ocasión, medallones de lomito con una salsa de fresas, acompañado con puré de papas y vegetales. De postre un sencillo y casero pie de limón con helado de vainilla. Al final de la comida, todos me felicitan, incluso James, quien pregunta cuanto cobro por darle lecciones a Kate, de quien enseguida recibe un golpe en el brazo como reprimenda.

Los esposos Owen nos indican que la semana siguiente  tienen la inauguración del restaurante, nos entregan invitaciones VIP a todo los presentes, explicándonos que cuentan con nuestra presencia para el evento. Por supuesto todos confirmamos que allí estaremos acompañándolos.

Nos dirigimos de nuevo a la sala para continuar con la velada, le indico a las chicas que me sigan, mientras que los cuatro hombres se quedan charlando. Cynthia propone irnos a la cocina, así pueden ayudarme a recoger el desastre, de nada vale mis negativas, pues ya las dos mujeres tienen platos y vasos en las manos, resignada las sigo uniéndome a la operación limpieza. Después de dejar la mayoría acomodado, lavaplatos lleno, logro convencerlas de sentarnos a tomarnos un rico té de frutos rojos.

- ¿Puedo preguntarte algo Kate? – indaga Cynthia, lo cual es raro en ella, normalmente dispara y luego averigua

- Pos supuesto – responde ella con una sincera sonrisa

- En realidad son dos cosas, primero ¿Cómo te sientes sabiendo que nuevamente vas a encontrarte con tu familia, con tu hermana después de lo que hizo? -

Kate suspira un par de veces, toma un poco del liquido que reposa en su taza, como buscando la fuerza necesaria para poder hablar, por lo que decido ayudarla, no me gusta verla así con ese dilema

- No tienes que responder si no quieres…- digo tomándole la mano.

- Tranquila – responde Kate devolviéndome el apretón – sólo que es difícil, ¿saben? Tengo sentimientos encontrados, no puedo negar que mi familia me ha hecho falta todos este tiempo – hace una pausa, en la que Cynthia y yo no hacemos nada, necesita su tiempo y debemos respetar eso - pero me duele… aún lastima la manera como me trataron, no supieron entenderme, ni siquiera nos dieron una oportunidad. Además la distancia que nos separaba era misma de aquí para allá, que de allá para acá. Ellos tampoco hicieron anda por contactarme en todo este tiempo – dice encogiéndose de hombros - ¿Cuál es la segunda pregunta? – le expresa a Cynthia

- ¿Qué opinas de invitar a tu hermana a la inauguración? – cuestiona cautelosa

- No creo que sea buena idea flaca – intervengo de inmediato – sabemos como es Kathleen, y no creo que sea justo hacer un espectáculo en un momento tan significativo y con tanta gente importante alrededor.

- Justamente, porque sabemos como es ella puedo afirmar que primero muerta que hacer el ridículo por armar un show ante la alta sociedad, si no lo hizo en tu boda menos aquí – explica la Srta. Miller, y por la sonrisa que esconde puedo jurar que no trama nada bueno.

Kate de inmediato voltea a verme como preguntando ¿qué sucedió el día de tu boda?, hago un movimiento negativo con la cabeza

- Cuento largo…otro día -  le prometo.

Pasan unos minutos en que ninguna de las tres dice nada, cada quien con sus pensamientos y sus ideas. Hasta que Kate se levanta deja la taza vacia sobre la encimera de cocina y se gira

- Chicas creo que ya sé lo que vamos a hacer – expresa con una sonrisa, que si no la conociera diría que es maquiavélica.

- Te apoyo – afirma Cynthia sin siquiera saber de que se trata. Pero a quien engaño, no se necesita decir nada para saber que lo sea que Kate esté pensando, de seguro no le va a gustar a su querida hermana.

Las dos me miran impacientes, esperando mi respuesta. Por lo que no me queda más, también me pongo de pie.

- Está bien, cuenten conmigo, pero desde ya les digo que los chicos allá – señalo hacia la sala – no van a estar muy contentos.

Las dos se encogen de hombros y se ríen… vaya trío el nuestro

 ¿Dios en qué embrollo me he metido?


S.M. Thank you


Amig@s les tengo un pequeño anuncio, desde hoy los capítulos serán publicados cada quince días, no me gusta quedarles mal y ya he venido fallando algunos miércoles por lo que de momento esta es la mejor solución.
Tan pronto solucione todo por acá volveremos todas las semanas, besos y gracias por siempre estar allí.

Las quiero J

miércoles, 7 de mayo de 2014

Capitulo XIV


                                                      
Yo soy tuyo y tú eres mía…



Me quedo allí de pie, con una mano en el pomo de la puerta, si saber si mi imaginación me esta jugando una mala pasada o si de verdad mis suplicase y rezos han sido escuchados. Cierro los ojos, tratando de calmar mis crecientes nervios. Vamos Tatiana tu puedes, voltea de una vez. Trato de darme fuerzas.

- Si no vas a verme siquiera pues nada, mejor sigo durmiendo en lo brazos de mi Anna – escucho cada una de las palabras y lentamente me giro, mis lagrimas cayendo por mi rostro.

- Nonno – digo en un susurro, pero aún mis pies no logran moverse, es como si estuvieran clavado en la puerta de la habitación.

Después de unos segundos, minutos o horas, la verdad no estoy muy segura logro empujar mis pies en dirección a la cama donde un sonriente Angelo me espera con los brazos abiertos, y ese es todo el incentivo que necesito para arrojarme en ellos y llorar como una niña pequeña.

Asi permanecemos un rato, durante el cual en nonno nunca deja de acariciar mi cabello. Después de decidir que era momento de avisarle a alguien de lo que en estas cuatro paredes está sucediendo, me levanto sin decir nada y corro hacia la puerta.

- ¿A dónde vas mi niña? – pregunta mi viejo querido

- Debo avisarle al medico o a las enfermeras que ya estas despierto, deben chequearte para saber que todo va bien.

- Solo espera un poco -

- Pero…

- Primero cuéntame de mis nietos favoritos – solicita ansioso

- Eres imposible de verdad, nos das un susto de muerte, pasas casi cuatro días inconciente y de verdad quieres que te hable de Leo antes que te revise un medico ¡por Dios nonno! – suelto algo indignada – pero así eres tú, siempre pensando en los demás antes que en ti mismo.

- Únicamente quiero saber como están mis recién casados – dice e inmediatamente frunce el seño, por lo que me acerco lo mas rápido que puedo.

- ¿Qué ocurre, te duele algo? – interrogo preocupada

- ¿Acabas de decir que estuve durante cuatro días inconsciente Tati? – afirmo con un moviendo de cabeza por lo que continua – ¿eso quiere decir que interrumpí el crucero?

- Eso es lo de menos, lo único que importa es que ya despertaste, ahora falta que los médicos confirmen que estás bien, eso es todo lo que necesitamos – afirmo de inmediato – además no se si de verdad me escuchaste, pero tu amigo Nicholas ya tiene todo cubierto para reanudar la luna de miel y el hermoso viaje justo donde lo dejamos.

- Si, eso lo sé. Así como también que tenemos una cena de reencuentro –dice para mi asombro

- Eso quiere decir que…- las palabras mueren en mis labios – tú me…- no logro articular una oración coherente.

- No se si lo soñé, lo imaginé o qué – me explica el nonno – pero puedo afirmar que tengo conocimiento de una cena en una nueva y hermosa cocina, en la cual pienso ayudarte.

No sé qué pensar, pero el abuelo no jugaría conmigo de esa manera, además de que otra forma pudo haberse enterado de los planes que tenemos con su amigo el  Capitán Meyers y la cena. Y por si fuera poco, antes de despertar le supliqué que regresara cono nosotros, que le pidiera disculpas a Anna por eso…y sus primeras palabras cuando volvió en sí lo confirman.

- Ahora cuéntame un poco antes que vengan esas pequeñas vampiritas con aguja en mano a extraer la poca sangre que le queda a este viejo para hacer todos los análisis que se han ido inventado a través de los años – dice sacándome de mi ensoñación.

Le cuento un poco de nuestros días en el crucero, así como le hablo de Kate, y aunque lo dejo pasar noto como se tensa cuando la menciono, le doy a dar espacio pero después me lo tendrá que explicar.

Después de conversar un rato, logro convencerlo de ir por los médicos, a regañadientes acepta. Le doy un beso en la frente y justo cuando voy a salir del cuarto de frente me encuentro con la misma enfermera de antes.

- Sra. D’Lucca disculpe que la interrumpa, pero ya es hora del cambio de guardia de enfermeras – dice con un gesto como disculpándose por sacarme de la habitación



- De hecho – le explico mientras me hago a un lado, para que así pueda ver que el enfermito despertó – estaba saliendo a buscarla para avisarle.

La enfermera se queda de pie, su vista va del nonno a mi, una y otra vez, sin decir ni una palabra. Su gesto es serio, ya me esta poniendo nerviosa.

- ¿Hace cuando está despierto? - interroga

- Apenas unos minutos – me apresuro a contestar, pero por la mirada que me brinda decido ser sincera- varios minutos, pero estábamos poniéndonos al día – le confieso encogiéndome de hombros.

- Ya veo – dice, pero una sonrisa en sus labios me indica que no esta enojada – al salir avise en el puesto de enfermeras para que venga el especialista…y quizás seria buena idea avisarle a su suegro y a su esposo.

- De inmediato…gracias – me acerco y le doy un beso en su mejilla.

- ¿No es encantadora mi niña? – pregunta a la atenta mujer que ahora esta revisando cada aparato y haciendo anotaciones en la historia clínica que tiene en sus manos.

Salgo de allí agradeciéndole a Dios, a la Virgen y a la nonna Anna por habernos regalado un poco mas de tiempo con el abuelo. Siento que me han quitado un inmenso peso de encima, de seguro el mismo alivio que van a sentir mi suegro y mi querido esposo al saber la noticia, aunque no creo que me salve de la reprimenda por no avisarles de ipso facto.

Acelero el paso para llegar a la pequeña sala de espera donde supongo aun deben estar los Sres. D’Lucca. Con una sonrisa plasmada en mi rostro me apresuro para abrir la puerta, aunque hace unos minutos dudaba que hubiera algo que pudiera borrar la expresión de alegría y alivio que tenia pintada en mi cara, puedo asegurar que me he equivocado.

Aun con la mano en el pomo de la cerradura, me quedo a medio camino cuando veo nuevamente a la Srta. Reynolds muy a gusto conversando y riendo con mi querida suegra. Mi suegro levanta la mirada hacia a mi, pero al ver que me quedo allí de pie sin moverme y de seguro con el rostro desencajado. Se acerca rápidamente.

- ¿Mi niña, estás bien? – no respondo pues mi ojos no se pueden apartar de esas dos, que me devuelven la mirada. Emily con sus perfectamente cuidadas cejas levantadas hacia mi, Kathleen con una estúpida sonrisa de autosuficiencia que me encantaría borrar de un sopetón – ¿Tati? Por favor dime algo – dice Arturo tomándome por lo hombros haciéndome reaccionar.

- Sí…sí – pestañeo un par de veces y giro mis ojos en su dirección – mas que bien en realidad ¡Está despierto! - expreso con la sonrisa de nuevo en mis labios

- Está…ya…- mi sorprendido suegro no puede completar una oración coherente, así que con un movimiento de cabeza le confirmo mientras le repito que sí – ¡gracias al cielo! Es definitivo eres un ángel Tati, un ángel – dice abrazándome -  Sabía que le encantaría verte, pero de haber sabido que lograrías lo que ninguna medicina o alguno de nosotros había podido hacer…que te dejo internada a su lado mi niña. Gracias.

- No hice nada, solo recé, le pedí que volviera con nosotros – explico encogiéndome de hombros – nada más

-¿Te parece poco? hiciste que despertara…eso nunca lo olvidaremos – me da un beso en la cabeza.

Aunque algo me dice que no lo haga, volteo al lugar donde ahora de pie nos observan esas dos arpías encolerizadas, ahora soy yo la que sonríe victoriosa se que no debería regodearme de todo la situación, ha sido solo suerte pero ellas no lo saben. Además debo admitir que disfruto un poco ver lo enojada que está Kathleen, está bien algo más que un poco, tampoco es como si me pudieran culpar por ello.

Mi suegro sale del salón, supongo que en dirección donde esta su ahora despierto padre. Mientras que yo me quedo aquí con estas mujeres ¿Dónde se metieron Leonardo y Cynthia? La verdad es que no me siento nada cómoda estando sola con ellas dos, pero primero muerta que demostrárselos. Me doy la vuelta para salir en busca de mi esposo y mi mejor amiga, cuando escucho tras de mi

- ¿Ahora resulta que también haces milagros? – Ironiza Kathleen con la voz cargada de rencor – ¿qué otro súper poder tienes escondido bajo esa cara de niñita buena?



Trato de ignorarla, me giro para continuar mi camino, sé que está buscando pelea, pero esta equivocada si piensa que le voy a seguir el juego. Escucho la risa de Emily, que ignoro por completo. No entiendo porque le caigo tan mal a mi suegra, de Kathleen pues es de esperarse, aun no supera que Leonardo no la escogiera a pesar de su dinero y sus curvas. Abro la puerta topando con los desaparecidos.

- Ohh Leo muchas gracias por haber ido por mi té – dice Kathleen mientras toma el vaso de la mano de mi marido, dándole también un beso en la mejilla a escasos milímetros de su boca – y de menta mi favorito – señala luego de beber un sorbo.

- Era lo único que había – dice Cynthia – pero yo que tú, lo pensara dos veces antes de beberlo.



Tan pronto como mi hermana del alma pronuncia las palabras, veo incrédula como la elegante Srta. Reynolds prácticamente escupe los restos de líquido que aun tenia en la boca, a la vez que una sorprendida e indignada Sra. Stone emite un grito ahogado. Yo únicamente veo a Cynthia con los ojos muy abiertos, pero ella ni se inmuta. Entonces para completar, Leonardo suelta una sonora carcajada. Sin importarle la escena que se desenvuelve a nuestro alrededor me toma de la cintura para acercarme a su cuerpo y darme el más tierno de los besos.

- Hola nena, te extrañé – expresa apretándome aun mas a su lado, de manera innata llevo mis manos a su cuello - ¿por qué tardaste tanto?

- Dios mío Leo, el nonno despertó – prácticamente grito de la emoción, mi esposo me levanta para darme vueltas una y otra vez, nuestra risa llenando la habitación.

- ¿Qué dicen los médicos, cuándo podremos verlo, ya puede irse a casa? – cuestiona mi emocionado esposo

- A ver vamos por parte, los doctores deben estar con él en estos momentos, y con respecto a las otras dos preguntas aun no lo sé, supongo nos avisarán – respondo y le doy un pequeño beso – si quieres vamos hasta allá, tu papá salió corriendo apenas se enteró.

- Sí nena, vamos – expresa Leonardo súper feliz, lo sé porque sus ojos brillan mas que nunca

- Cuñadito cuanto me alegra esta noticia, yo sabía que el abuelo saldría de todo esto – alega Cynthia dándole un abrazo

- Gracias flaca – dice mi caballeroso marido posando un beso en el torso de su mano y guiñándome un ojo.

- No desperdicies tu galantería conmigo, a diferencia de otras – explica mi alocada amiga mirando a cierta víbora – no me interesa meterme en la cama de un hombre casado. Además no eres mi tipo.

Esta mujer no sabe cuando callar, yo tratando de llevar la fiesta en paz, y Cynthia que le hecha mas leña al fuego. Miro detrás de ella como Kathleen intenta levantarse, pero mi suegra la sujeta por el brazo impidiéndole llegar a donde estamos, le dice algo entre dientes que logro entender. Mis ojos se van a los de mi amiga para ver como esta muerta de la risa, me giro y claro el Sr. D’Lucca también le encuentra la parte graciosa a este asunto. Si estos por separados son imposibles, juntos ya no hay quien los aguante.

- Ahh si ¿se puede saber cuál es tu tipo Srta. Miller? soy un hombre multifacético – expresa de manera seductora.

- Ey – reclamo dándole un golpe en su brazo – no abuses de tu suerte Sr. D’Lucca. Puedo querer mucho a esa loca que ves allí – señalo a Cynthia con el dedo – y compartir muchas cosas con ella, pero te aseguro que no estas incluido en esa lista. Tú eres sólo mío.

- Tati, no conocía esa faceta posesiva tuya, pero te confieso que me encanta – me pega mas a su cuerpo y me susurra al oído – además que me calienta nena, mucho.

A pesar de no es ni el lugar ni momento más adecuado, debo admitir que muero por encontrar una habitación con una cama, encerrarme con mi marido y no salir de allí en un buen rato. Quizás logremos encontrar alguna en la que…oh por Dios Tati que está mal contigo.  

- Podrían respetar el lugar donde están y al menos parecer preocupados por Angelo, que se encuentra internado unos pisos mas arriba por si lo olvidaron – nos recrimina mi suegra que está de pie junto a nosotros

- Mamá por favor no empieces, somos marido y mujer, estamos recién casados ¿qué hay de malo demostrar lo mucho que nos amamos? Explícame –exige, en vista del silencio de su madre Leo continúa – ni por un segundo olvido donde estamos ni el porqué, además no necesito parecer preocupado, lo estoy, lo estamos.

- No tienes por que hablarme en ese tono altanero Leonardo Arturo, soy tu madre y merezco respeto, yo sólo… – y si no es por que lo estoy viendo, juraría que es mentira, la flamante Srta. Stone está llorando. Ahora la pregunta del millón es ¿Son lágrimas de verdad, o de cocodrilo?



- No soy altanero como me acusas –se excusa Leo - simplemente estoy cansado de tu actitud hacia Tatiana, es mi mujer, a quien escogí para compartir la vida, es y siempre será ella por encima de lo que sea, de quien sea – mi suegra intenta decir algo pero se lo impide – de verdad espero entiendas lo que te voy a decir, con el mayor respeto y cariño que te tengo, no me hagas escoger entre las dos, por favor. Porque estoy seguro que no te gustara mi opción. Y antes que preguntes si es una amenaza, te digo que no es así, simplemente es lo que es, una verdad.

Dicho esto salimos del sala de espera tomados de la mano, seguidos por Cynthia que milagrosamente ha permanecido sabiamente callada. Después de unos cuantos pasos, Leo se detiene haciendo que nosotras hagamos lo mismo. Se lleva ambas manos hacia el rostro, para luego pasarla por su corto cabello. Mi amiga me hace señas silenciosas de que va a la cafetería, le lanzo un beso en agradecimiento por brindarnos la intimidad que el momento requiere y que tanto necesitamos.

Unos metros mas adelante diviso unas sillas desocupadas, así que en completo mutismo, tomo la mano de mi exasperado marido para guiarnos hasta ellas. Apenas nos sentamos, Leo expulsa el aire de manera sonora. Recuesta la cabeza en la pared, cierra los ojos. Está claramente afectado, él adora a su mamá me consta, por lo que imagino lo difícil que fue hablarle de esa manera. Aunque por dentro estoy sumamente feliz que le haya aclarado las cosas dándome mi lugar.

- ¿Estás bien amor? – me atrevo a preguntarle luego de unos minutos   

- ¿Lo estás tú?

Lo miro extrañada, porque no habría de estarlo, es él quien discutió con su madre, es él quien esta notoriamente afectado. Como no respondo Leonardo abre los ojos y se gira para estar frente a mí.

- ¿Nena, estás bien? – consulta nuevamente



- Amor, claro que sí. Te estaría mintiendo si dijera que no me importa la actitud de tu madre, pero ya me estoy acostumbrado – le resto importancia, no quiero que se distancien por mi culpa.

- Es que no la entiendo Tati, cuando te llevé por primera vez a la casa, todos estaban felices de conocerte, incluyéndola – suspira como buscando fuerzas-  pero de un tiempo, mejor dicho desde hace bastante tiempo ha cambiado y se muestra fría contigo. No se como actuar o que hacer para cambiar eso.

- Los dos sabemos la razón de su comportamiento, al principio creyó que era solo una más de tus amiguitas, pero al ver que estaba equivocada y que lo nuestro es algo serio… desde ese momento todo fue en picada.

- Eso es lo que más me extraña ¿tienes idea cuantas veces escuché de su boca el sermón de que debía sentar cabeza y dejar esa vida alocada de Don Juan como solía llamarle? Entonces lo hago y ella tampoco lo aprueba – alega Leonardo

- El problema no es que te asentaras, sino con quien. Ella piensa que no soy digna de ti, cree fervientemente que estoy detrás de tu dinero – confieso resignada con respecto a ese tema – no termina de entender que te quiero a ti por quien eres, no por lo que tienes, además cuando mencionó lo del acuerdo prenupcial, que tú no le dieras siquiera cabida a debate no ayudo mucho tampoco.

- No volvamos a lo mismo con eso nena – expresa molesto como siempre que hablamos sobre ello - no necesito que me firmes nada para saber que es a mí a quien amas. Y no necesito probárselo a nadie – dice como siempre leyendo mis pensamientos.

Sé que confía en mí, pero en más de una ocasión le pedí que lo habláramos, que estaba dispuesta a firmar lo que sus abogados quisieran, si con eso su familia, mejor dicho su madre se quedaba feliz y tranquila, sabiendo que el patrimonio de la familia D’Lucca estaría a salvo, porque aunque a ella le duela el dinero que poseen no viene de los Stone.

- Yo te amo a ti Leo, al hombre que eres, un ser maravilloso que se preocupa por los demás, que adora a su familia y se desvive por ellos. Eres leal con las personas que quieres, defiendes tus ideales con fervor. Trabajas y luchas por lo que quieres, nunca te das por vencido - eso lo digo con conocimiento de causa - eres hermoso por dentro y por fuera – a pesar de la seriedad del tema Leonardo no deja de mover sus cejas sugestivamente, pongo los ojos en blanco y le doy lo que silenciosamente me pide – también eres increíblemente sexi, ardiente y con mucha, quizás demasiada experiencia en la cama.

- ¡Tatiana! – me reprende de inmediato

- Es verdad – replico entre risas – y he aprendido a vivir con ello, al menos lo intento. Lo que quiero decirte es que podrías no tener un dólar en tu cuenta bancaria y aun así me sentiría igualmente orgullosa de ser tu esposa, te amaría de la misma manera. Lo único que necesito para ser feliz es a ti, lo demás lo podemos conseguir juntos.  

- A mi ya me tienes nena, desde que te vi por primera vez todo lo que soy y absolutamente todo aquello que poseo te pertenece – hace énfasis en cada palabra como si le explicara a un niño pequeño – míralo de esta forma, soy tuyo, el dinero y lo demás es un extra.

Niego con la cabeza, decido dejar ese tema hasta aquí, se que no llegaremos a ningún lado, al menos no a uno distinto, cada vez que hablamos de esto se cierra como ostra, puede ser abierto y flexible para muchas cosas, pero con respecto al dinero no hay manera que dé su brazo a torcer.

- Después de dos años ya deberías saber que eso – dice refiriéndose a su punto de vista con respecto al tema monetario – ya es momento que asumas las cosas como son, e igual debe hacerlo mi madre, por su bien y por el nuestro propio. Me va a matar un dia de estos.

- Si no la mato yo un día de estos – confieso entre risas – o la misma Cynthia. Te advierto que ya le ha puesto el ojo.

- Jajaja, esa chica rubia es de cuidado. Más temprano por un segundo pensé que le daría un muy merecido escarmiento a Kathleen – al pronunciar su nombre Leonardo hace una mueca como se le hubieran dado un golpe en la boca del estomago. Adivina es exactamente lo que siento cada vez que la mencionan, la veo o simplemente la recuerdo.

- Cuando dices escarmiento te refieres a – le muestro mis puños. Leo asiente con una sonrisa cómplice en sus labios – no entiendo porque te parece gracioso, ya la conoces y sabes que no le importa partirse una uña o dos y luego seguro tendremos que ir a sacarla a alguna delegación de policía, así que mejor evitemos el escándalo por favor.

- Sinceramente ese show no me lo perdería por nada del mundo

- Agg eres imposible Leo, de verdad te lo pido no la alientes, que ella solita es dinamita, no necesita…

- ¿Quién es dinamita? – interrumpe la susodicha

- Hablando del diablo – susurra Leonardo, pero por la cara de Cynthia no fue lo suficientemente bajo como para que no lo entendiera.

- Te oí perfectamente D’Lucca. Y tú – me señala - ¿Por qué dices que soy explosiva?

- ¿Acaso es mentira? – respondo levantando una ceja

- Nop – contesta mi sincera amiga, por lo que los tres reímos a carcajadas.

Ya con mejor animo, continuamos nuestro camino hacia el área de cuidados intensivos para informarnos de la evolución del nonno. Al llegar al puesto de enfermeras que esta justo en la entrada del mismo, vemos a Arturo conversando con los médicos, Leo apresura el paso y se une a ellos, mientras que mi atolondrada amiga y yo nos quedamos rezagadas conversando.

Le pregunto sobre su casi pelea con la arpía de Reynolds, me asombro por la manera cortante que la trato mi suegra, ya que al ser hija del famoso y adinerado Robert Miller dueño de una de las mas grandes empresas constructoras del país y de Jennifer una increíble y mundialmente reconocida diseñadora de joyas se podría esperar que la aceptara pues pertenece a su prestigioso circulo social, y sólo por ser mi amiga no la tolera, pero jamás le había hecho un desplante de esa manera, mucho menos delante de Leonardo.  Por supuesto eso a mi querida Cynthia la tiene sin cuidado.

Le cuento como despertó el abuelo, y por su boca exageradamente abierta que hacen juego con sus ojos que por un momento pensé se saldrían de sus orbitas, puedo asegurar que esta realmente sorprendida. Pasamos a otros temas menos importantes, pero que junto a ella son igualmente agradables.

Mi suegro y esposo se despiden de los médicos para aproximarse al lugar donde estamos nosotras. Nos explican que según los resultados de los primeros exámenes, no hay nada de que preocuparse referente a la salud del Sr. Angelo, pero que por precaución deciden dejarlo esta noche en observación, pero que lo trasladaran a una habitación, pues al estar fuera de peligro y haber despertado del coma, no necesita estar en el área de cuidados intensivos.

Deciden salir a cenar a un restaurante que esta cerca del hospital, de esa manera mi suegro puede regresar, pues a pesar de que todo va viento en popa, no hay quien le impida quedarse a acompañar a su viejo. Leo, Cynthia y yo nos adelantamos al lugar mientras que Arturo va a buscar a Emily, y si Dios escucha mis silenciosas peticiones, espero que Kathleen se haya ido. Sino la comida será un autentico desastre.

En el camino al local, Leonardo no deja de acosar a Cynthia preguntándole cual es su tipo de hombre ideal.

- ¿A ver flaca, explícame qué requisitos debe tener una persona para que sea digno de ti? – se burla Leonardo – mira que esos galanes que leen en los libros, son sólo eso personajes literarios, a pesar de todas sus súplicas y plegarias no van a traspasar las páginas, o las pantallas si hablamos de los ebook.

- ¿Quién lo dice? – intervengo – yo encontré mi príncipe ideal, solo espero un final feliz como en los cuentos.

- Por favor Tati, mas cursi y me mato – objeta mi amiga con cara de asco

- A mi me hicieron y rompieron el molde nena – acota mi esposo lanzándome un beso – pero hablando en serio, ¿puedo preguntar por qué estas sola? Eres una chica linda, inteligente…como dicen por allí tienes buen material para novia y esposa.

Me quedo callada, esperando a ver si mi amiga se anima a contarle un poco de esa parte privada de su vida, es cierto lo que ha dicho mi esposo, tiene todo y mas, simplemente le ha tocado difícil a la chica.

- Gracias Leonardo, es bueno saber que cuento con tu aprobación por parte de la sección masculina – Cynthia  como siempre bromeando aun cuando le tocan una fibra sensible – simplemente digamos que no he tenido suerte en esa área, por lo que de momento prefiero estar así antes que estar remendando mi corazón continuamente.

Después de darle un pequeño resumen a mi esposo de la fallida vida amorosa de la Srta. Miller, mi esposo aún no sale de su asombro, casi quiere ir a golpear a cada uno de los chicos que le hicieron daño, argumentando que son unos soberanos idiotas.

Al parecer allá arriba alguien me escuchó, pues llegaron únicamente mis suegros, tomados de la mano a unirse a nuestra mesa. Es increíble lo relajado que se ve Arturo, se nota que le quitaron un inmenso peso de encima, sus ojos nuevamente brillan, no como estos días que lucían sumamente apagados. En ese instante se gira y me pilla observándolo y no puedo evitar avergonzarme. Se acerca y me susurra al oído lo mucho que me quiere, que no dejará que nada ni nadie me haga sentir incómoda. Por lo que asumo que es obra suya que Kathleen no nos acompañe en este momento.

- Gracias – le murmullo de vuelta.

- A ti Tati, verlo así de feliz – me explica señalando a Leonardo – es gracias a ti, nada de lo que pueda hacer por y para ti será suficiente.

- Él me ama y me hace inmensamente feliz, los tengo a ustedes como familia, ya con eso me basta y sobra – digo con lágrimas en los ojos.

- Ey viejo, retrocede, ésta chica ya tiene dueño – declara Leonardo – ves la hiciste llorar ¿Nena, qué te pasa? – pregunta dirigiéndose a mi.

- Soy inmensamente feliz, eso es lo que tengo y estas lágrimas son de pura alegría.


      

Esta ha sido una semana de locuras, altos y bajos, pero gracias a mi constante por estar allí para darme una manito cuando la necesito, Susana Mohel GRACIAS.