Yo soy tuyo y tú eres mía…
Me quedo allí de pie, con una mano en el pomo de la puerta, si saber si
mi imaginación me esta jugando una mala pasada o si de verdad mis suplicase y
rezos han sido escuchados. Cierro los ojos, tratando de calmar mis crecientes
nervios. Vamos Tatiana tu puedes, voltea
de una vez. Trato de darme fuerzas.
- Si no vas a verme siquiera pues nada, mejor sigo durmiendo en lo
brazos de mi Anna – escucho cada una de las palabras y lentamente me giro, mis
lagrimas cayendo por mi rostro.
- Nonno – digo en un susurro, pero aún mis pies no logran moverse, es
como si estuvieran clavado en la puerta de la habitación.
Después de unos segundos, minutos o horas, la verdad no estoy muy segura
logro empujar mis pies en dirección a la cama donde un sonriente Angelo me
espera con los brazos abiertos, y ese es todo el incentivo que necesito para arrojarme
en ellos y llorar como una niña pequeña.
Asi permanecemos un rato, durante el cual en nonno nunca deja de
acariciar mi cabello. Después de decidir que era momento de avisarle a alguien
de lo que en estas cuatro paredes está sucediendo, me levanto sin decir nada y
corro hacia la puerta.
- ¿A dónde vas mi niña? – pregunta mi viejo querido
- Debo avisarle al medico o a las enfermeras que ya estas despierto,
deben chequearte para saber que todo va bien.
- Solo espera un poco -
- Pero…
- Primero cuéntame de mis nietos favoritos – solicita ansioso
- Eres imposible de verdad, nos das un susto de muerte, pasas casi
cuatro días inconciente y de verdad quieres que te hable de Leo antes que te
revise un medico ¡por Dios nonno! – suelto algo indignada – pero así eres tú,
siempre pensando en los demás antes que en ti mismo.
- Únicamente quiero saber como están mis recién casados – dice e inmediatamente
frunce el seño, por lo que me acerco lo mas rápido que puedo.
- ¿Qué ocurre, te duele algo? – interrogo preocupada
- ¿Acabas de decir que estuve durante cuatro días inconsciente Tati? –
afirmo con un moviendo de cabeza por lo que continua – ¿eso quiere decir que
interrumpí el crucero?
- Eso es lo de menos, lo único que importa es que ya despertaste, ahora
falta que los médicos confirmen que estás bien, eso es todo lo que necesitamos
– afirmo de inmediato – además no se si de verdad me escuchaste, pero tu amigo
Nicholas ya tiene todo cubierto para reanudar la luna de miel y el hermoso
viaje justo donde lo dejamos.
- Si, eso lo sé. Así como también que tenemos una cena de reencuentro
–dice para mi asombro
- Eso quiere decir que…- las palabras mueren en mis labios – tú me…- no
logro articular una oración coherente.
- No se si lo soñé, lo imaginé o qué – me explica el nonno – pero puedo
afirmar que tengo conocimiento de una cena en una nueva y hermosa cocina, en la
cual pienso ayudarte.
No sé qué pensar, pero el abuelo no jugaría conmigo de esa manera,
además de que otra forma pudo haberse enterado de los planes que tenemos con su
amigo el Capitán Meyers y la cena. Y por
si fuera poco, antes de despertar le supliqué que regresara cono nosotros, que
le pidiera disculpas a Anna por eso…y sus primeras palabras cuando volvió en sí
lo confirman.
- Ahora cuéntame un poco antes que vengan esas pequeñas vampiritas con
aguja en mano a extraer la poca sangre que le queda a este viejo para hacer
todos los análisis que se han ido inventado a través de los años – dice
sacándome de mi ensoñación.
Le cuento un poco de nuestros días en el crucero, así como le hablo de
Kate, y aunque lo dejo pasar noto como se tensa cuando la menciono, le doy a dar espacio pero después me lo
tendrá que explicar.
Después de conversar un rato, logro convencerlo de ir por los médicos, a
regañadientes acepta. Le doy un beso en la frente y justo cuando voy a salir
del cuarto de frente me encuentro con la misma enfermera de antes.
- Sra. D’Lucca disculpe que la interrumpa, pero ya es hora del cambio de
guardia de enfermeras – dice con un gesto como disculpándose por sacarme de la
habitación
- De hecho – le explico mientras me hago a un lado, para que así pueda
ver que el enfermito despertó – estaba saliendo a buscarla para avisarle.
La enfermera se queda de pie, su vista va del nonno a mi, una y otra
vez, sin decir ni una palabra. Su gesto es serio, ya me esta poniendo nerviosa.
- ¿Hace cuando está despierto? - interroga
- Apenas unos minutos – me apresuro a contestar, pero por la mirada que
me brinda decido ser sincera- varios minutos, pero estábamos poniéndonos al día
– le confieso encogiéndome de hombros.
- Ya veo – dice, pero una sonrisa en sus labios me indica que no esta enojada
– al salir avise en el puesto de enfermeras para que venga el especialista…y
quizás seria buena idea avisarle a su suegro y a su esposo.
- De inmediato…gracias – me acerco y le doy un beso en su mejilla.
- ¿No es encantadora mi niña? – pregunta a la atenta mujer que ahora
esta revisando cada aparato y haciendo anotaciones en la historia clínica que
tiene en sus manos.
Salgo de allí agradeciéndole a Dios, a la Virgen y a la nonna Anna por
habernos regalado un poco mas de tiempo con el abuelo. Siento que me han
quitado un inmenso peso de encima, de seguro el mismo alivio que van a sentir
mi suegro y mi querido esposo al saber la noticia, aunque no creo que me salve
de la reprimenda por no avisarles de ipso facto.
Acelero el paso para llegar a la pequeña sala de espera donde supongo
aun deben estar los Sres. D’Lucca. Con una sonrisa plasmada en mi rostro me
apresuro para abrir la puerta, aunque hace unos minutos dudaba que hubiera algo
que pudiera borrar la expresión de alegría y alivio que tenia pintada en mi
cara, puedo asegurar que me he equivocado.
Aun con la mano en el pomo de la cerradura, me quedo a medio camino
cuando veo nuevamente a la Srta. Reynolds
muy a gusto conversando y riendo con mi querida
suegra. Mi suegro levanta la mirada hacia a mi, pero al ver que me quedo allí
de pie sin moverme y de seguro con el rostro desencajado. Se acerca rápidamente.
- ¿Mi niña, estás bien? – no respondo pues mi ojos no se pueden apartar
de esas dos, que me devuelven la mirada. Emily con sus perfectamente cuidadas
cejas levantadas hacia mi, Kathleen con una estúpida sonrisa de autosuficiencia
que me encantaría borrar de un sopetón – ¿Tati? Por favor dime algo – dice
Arturo tomándome por lo hombros haciéndome reaccionar.
- Sí…sí – pestañeo un par de veces y giro mis ojos en su dirección – mas
que bien en realidad ¡Está despierto! - expreso con la sonrisa de nuevo en mis
labios
- Está…ya…- mi sorprendido suegro no puede completar una oración
coherente, así que con un movimiento de cabeza le confirmo mientras le repito
que sí – ¡gracias al cielo! Es definitivo eres un ángel Tati, un ángel – dice abrazándome - Sabía que le encantaría verte, pero de haber
sabido que lograrías lo que ninguna medicina o alguno de nosotros había podido
hacer…que te dejo internada a su lado mi niña. Gracias.
- No hice nada, solo recé, le pedí que volviera con nosotros – explico
encogiéndome de hombros – nada más
-¿Te parece poco? hiciste que despertara…eso nunca lo olvidaremos – me
da un beso en la cabeza.
Aunque algo me dice que no lo haga, volteo al lugar donde ahora de pie
nos observan esas dos arpías encolerizadas, ahora soy yo la que sonríe
victoriosa se que no debería regodearme de todo la situación, ha sido solo
suerte pero ellas no lo saben. Además
debo admitir que disfruto un poco ver lo enojada que está Kathleen, está bien algo más que un poco, tampoco es
como si me pudieran culpar por ello.
Mi suegro sale del salón, supongo que en dirección donde esta su ahora
despierto padre. Mientras que yo me quedo aquí con estas mujeres ¿Dónde se
metieron Leonardo y Cynthia? La verdad es que no me siento nada cómoda estando sola
con ellas dos, pero primero muerta que demostrárselos. Me doy la vuelta para
salir en busca de mi esposo y mi mejor amiga, cuando escucho tras de mi
- ¿Ahora resulta que también haces milagros? – Ironiza Kathleen con la
voz cargada de rencor – ¿qué otro súper poder tienes escondido bajo esa cara de
niñita buena?
Trato de ignorarla, me giro para continuar mi camino, sé que está
buscando pelea, pero esta equivocada si piensa que le voy a seguir el juego.
Escucho la risa de Emily, que ignoro por completo. No entiendo porque le caigo
tan mal a mi suegra, de Kathleen pues es de esperarse, aun no supera que
Leonardo no la escogiera a pesar de su dinero y sus curvas. Abro la puerta topando con los desaparecidos.
- Ohh Leo muchas gracias por haber ido por mi té – dice Kathleen
mientras toma el vaso de la mano de mi marido, dándole también un beso en la
mejilla a escasos milímetros de su boca – y de menta mi favorito – señala luego
de beber un sorbo.
- Era lo único que había – dice Cynthia – pero yo que tú, lo pensara dos
veces antes de beberlo.
Tan pronto como mi hermana del alma pronuncia las palabras, veo
incrédula como la elegante Srta. Reynolds prácticamente escupe los restos de líquido
que aun tenia en la boca, a la vez que una sorprendida e indignada Sra. Stone
emite un grito ahogado. Yo únicamente veo a Cynthia con los ojos muy abiertos,
pero ella ni se inmuta. Entonces para completar, Leonardo suelta una sonora
carcajada. Sin importarle la escena que se desenvuelve a nuestro alrededor me
toma de la cintura para acercarme a su cuerpo y darme el más tierno de los
besos.
- Hola nena, te extrañé – expresa apretándome aun mas a su lado, de
manera innata llevo mis manos a su cuello - ¿por qué tardaste tanto?
- Dios mío Leo, el nonno despertó – prácticamente grito de la emoción,
mi esposo me levanta para darme vueltas una y otra vez, nuestra risa llenando
la habitación.
- ¿Qué dicen los médicos, cuándo podremos verlo, ya puede irse a casa? –
cuestiona mi emocionado esposo
- A ver vamos por parte, los doctores deben estar con él en estos
momentos, y con respecto a las otras dos preguntas aun no lo sé, supongo nos avisarán
– respondo y le doy un pequeño beso – si quieres vamos hasta allá, tu papá salió
corriendo apenas se enteró.
- Sí nena, vamos – expresa Leonardo súper feliz, lo sé porque sus ojos
brillan mas que nunca
- Cuñadito cuanto me alegra esta noticia, yo sabía que el abuelo saldría
de todo esto – alega Cynthia dándole un abrazo
- Gracias flaca – dice mi caballeroso marido posando un beso en el torso
de su mano y guiñándome un ojo.
- No desperdicies tu galantería conmigo, a diferencia de otras – explica
mi alocada amiga mirando a cierta víbora – no me interesa meterme en la cama de
un hombre casado. Además no eres mi tipo.
Esta mujer no sabe cuando callar, yo tratando de llevar la fiesta en
paz, y Cynthia que le hecha mas leña al fuego. Miro detrás de ella como
Kathleen intenta levantarse, pero mi suegra la sujeta por el brazo impidiéndole
llegar a donde estamos, le dice algo entre dientes que logro entender. Mis ojos
se van a los de mi amiga para ver como esta muerta de la risa, me giro y claro
el Sr. D’Lucca también le encuentra la parte graciosa a este asunto. Si estos por separados son imposibles,
juntos ya no hay quien los aguante.
- Ahh si ¿se puede saber cuál es tu tipo Srta. Miller? soy un hombre
multifacético – expresa de manera seductora.
- Ey – reclamo dándole un golpe en su brazo – no abuses de tu suerte Sr.
D’Lucca. Puedo querer mucho a esa loca que ves allí – señalo a Cynthia con el
dedo – y compartir muchas cosas con ella, pero te aseguro que no estas incluido
en esa lista. Tú eres sólo mío.
- Tati, no conocía esa faceta posesiva tuya, pero te confieso que me
encanta – me pega mas a su cuerpo y me susurra al oído – además que me calienta
nena, mucho.
A pesar de no es ni el lugar ni momento más adecuado, debo admitir que
muero por encontrar una habitación con una cama, encerrarme con mi marido y no
salir de allí en un buen rato. Quizás logremos encontrar alguna en la que…oh por
Dios Tati que está mal contigo.
- Podrían respetar el lugar donde están y al menos parecer preocupados
por Angelo, que se encuentra internado unos pisos mas arriba por si lo
olvidaron – nos recrimina mi suegra que está de pie junto a nosotros
- Mamá por favor no empieces, somos marido y mujer, estamos recién
casados ¿qué hay de malo demostrar lo mucho que nos amamos? Explícame –exige,
en vista del silencio de su madre Leo continúa – ni por un segundo olvido donde
estamos ni el porqué, además no necesito parecer preocupado, lo estoy, lo estamos.
- No tienes por que hablarme en ese tono altanero Leonardo Arturo, soy
tu madre y merezco respeto, yo sólo… – y si no es por que lo estoy viendo,
juraría que es mentira, la flamante Srta. Stone está llorando. Ahora la
pregunta del millón es ¿Son lágrimas de verdad, o de cocodrilo?
- No soy altanero como me acusas –se excusa Leo - simplemente estoy
cansado de tu actitud hacia Tatiana, es mi mujer, a quien escogí para compartir
la vida, es y siempre será ella por encima de lo que sea, de quien sea – mi suegra intenta decir algo pero se lo impide – de
verdad espero entiendas lo que te voy a decir, con el mayor respeto y cariño
que te tengo, no me hagas escoger entre las dos, por favor. Porque estoy seguro
que no te gustara mi opción. Y antes que preguntes si es una amenaza, te digo
que no es así, simplemente es lo que es, una verdad.
Dicho esto salimos del sala de espera tomados de la mano, seguidos por
Cynthia que milagrosamente ha permanecido sabiamente callada. Después de unos
cuantos pasos, Leo se detiene haciendo que nosotras hagamos lo mismo. Se lleva
ambas manos hacia el rostro, para luego pasarla por su corto cabello. Mi amiga
me hace señas silenciosas de que va a la cafetería, le lanzo un beso en
agradecimiento por brindarnos la intimidad que el momento requiere y que tanto
necesitamos.
Unos metros mas adelante diviso unas sillas desocupadas, así que en
completo mutismo, tomo la mano de mi exasperado marido para guiarnos hasta
ellas. Apenas nos sentamos, Leo expulsa el aire de manera sonora. Recuesta la
cabeza en la pared, cierra los ojos. Está claramente afectado, él adora a su
mamá me consta, por lo que imagino lo difícil que fue hablarle de esa manera.
Aunque por dentro estoy sumamente feliz que le haya aclarado las cosas dándome
mi lugar.
- ¿Estás bien amor? – me atrevo a preguntarle luego de unos minutos
- ¿Lo estás tú?
Lo miro extrañada, porque no habría de estarlo, es él quien discutió con
su madre, es él quien esta notoriamente afectado. Como no respondo Leonardo
abre los ojos y se gira para estar frente a mí.
- ¿Nena, estás bien? – consulta nuevamente
- Amor, claro que sí. Te estaría mintiendo si dijera que no me importa
la actitud de tu madre, pero ya me estoy acostumbrado – le resto importancia,
no quiero que se distancien por mi culpa.
- Es que no la entiendo Tati, cuando te llevé por primera vez a la casa,
todos estaban felices de conocerte, incluyéndola – suspira como buscando
fuerzas- pero de un tiempo, mejor dicho
desde hace bastante tiempo ha cambiado y se muestra fría contigo. No se como
actuar o que hacer para cambiar eso.
- Los dos sabemos la razón de su comportamiento, al principio creyó que
era solo una más de tus amiguitas, pero al ver que estaba equivocada y que lo
nuestro es algo serio… desde ese momento todo fue en picada.
- Eso es lo que más me extraña ¿tienes idea cuantas veces escuché de su
boca el sermón de que debía sentar cabeza y dejar esa vida alocada de Don Juan
como solía llamarle? Entonces lo hago y ella tampoco lo aprueba – alega
Leonardo
- El problema no es que te asentaras, sino con quien. Ella piensa que no
soy digna de ti, cree fervientemente que estoy detrás de tu dinero – confieso
resignada con respecto a ese tema – no termina de entender que te quiero a ti
por quien eres, no por lo que tienes, además cuando mencionó lo del acuerdo
prenupcial, que tú no le dieras siquiera cabida a debate no ayudo mucho
tampoco.
- No volvamos a lo mismo con eso nena – expresa molesto como siempre que
hablamos sobre ello - no necesito que me firmes nada para saber que es a mí a
quien amas. Y no necesito probárselo a nadie – dice como siempre leyendo mis
pensamientos.
Sé que confía en mí, pero en más de una ocasión le pedí que lo
habláramos, que estaba dispuesta a firmar lo que sus abogados quisieran, si con
eso su familia, mejor dicho su madre se quedaba feliz y tranquila, sabiendo que
el patrimonio de la familia D’Lucca estaría a salvo, porque aunque a ella le
duela el dinero que poseen no viene de los Stone.
- Yo te amo a ti Leo, al hombre que eres, un ser maravilloso que se
preocupa por los demás, que adora a su familia y se desvive por ellos. Eres
leal con las personas que quieres, defiendes tus ideales con fervor. Trabajas y
luchas por lo que quieres, nunca te das por vencido - eso lo digo con
conocimiento de causa - eres hermoso por dentro y por fuera – a pesar de la
seriedad del tema Leonardo no deja de mover sus cejas sugestivamente, pongo los
ojos en blanco y le doy lo que silenciosamente me pide – también eres
increíblemente sexi, ardiente y con mucha, quizás demasiada experiencia en la
cama.
- ¡Tatiana! – me reprende de inmediato
- Es verdad – replico entre risas – y he aprendido a vivir con ello, al
menos lo intento. Lo que quiero decirte es que podrías no tener un dólar en tu
cuenta bancaria y aun así me sentiría igualmente orgullosa de ser tu esposa, te
amaría de la misma manera. Lo único que necesito para ser feliz es a ti, lo
demás lo podemos conseguir juntos.
- A mi ya me tienes nena, desde que te vi por primera vez todo lo que
soy y absolutamente todo aquello que
poseo te pertenece – hace énfasis en cada palabra como si le explicara a un
niño pequeño – míralo de esta forma, soy tuyo, el dinero y lo demás es un
extra.
Niego con la cabeza, decido dejar ese tema hasta aquí, se que no
llegaremos a ningún lado, al menos no a uno distinto, cada vez que hablamos de esto
se cierra como ostra, puede ser abierto y flexible para muchas cosas, pero con
respecto al dinero no hay manera que dé su brazo a torcer.
- Después de dos años ya deberías saber que eso – dice refiriéndose a su
punto de vista con respecto al tema monetario – ya es momento que asumas las
cosas como son, e igual debe hacerlo mi madre, por su bien y por el nuestro
propio. Me va a matar un dia de estos.
- Si no la mato yo un día de estos – confieso entre risas – o la misma
Cynthia. Te advierto que ya le ha puesto el ojo.
- Jajaja, esa chica rubia es de cuidado. Más temprano por un segundo
pensé que le daría un muy merecido escarmiento a Kathleen – al pronunciar su
nombre Leonardo hace una mueca como se le hubieran dado un golpe en la boca del
estomago. Adivina es exactamente lo que
siento cada vez que la mencionan, la veo o simplemente la recuerdo.
- Cuando dices escarmiento te refieres a – le muestro mis puños. Leo
asiente con una sonrisa cómplice en sus labios – no entiendo porque te parece
gracioso, ya la conoces y sabes que no le importa partirse una uña o dos y luego
seguro tendremos que ir a sacarla a alguna delegación de policía, así que mejor
evitemos el escándalo por favor.
- Sinceramente ese show no me lo perdería por nada del mundo
- Agg eres imposible Leo, de verdad te lo pido no la alientes, que ella
solita es dinamita, no necesita…
- ¿Quién es dinamita? – interrumpe la susodicha
- Hablando del diablo – susurra Leonardo, pero por la cara de Cynthia no
fue lo suficientemente bajo como para que no lo entendiera.
- Te oí perfectamente D’Lucca. Y tú – me señala - ¿Por qué dices que soy
explosiva?
- ¿Acaso es mentira? – respondo levantando una ceja
- Nop – contesta mi sincera amiga, por lo que los tres reímos a
carcajadas.
Ya con mejor animo, continuamos nuestro camino hacia el área de cuidados
intensivos para informarnos de la evolución del nonno. Al llegar al puesto de
enfermeras que esta justo en la entrada del mismo, vemos a Arturo conversando
con los médicos, Leo apresura el paso y se une a ellos, mientras que mi atolondrada
amiga y yo nos quedamos rezagadas conversando.
Le pregunto sobre su casi pelea con la arpía de Reynolds, me asombro por
la manera cortante que la trato mi suegra, ya que al ser hija del famoso y
adinerado Robert Miller dueño de una de las mas grandes empresas constructoras
del país y de Jennifer una increíble y mundialmente reconocida diseñadora de
joyas se podría esperar que la aceptara pues pertenece a su prestigioso circulo
social, y sólo por ser mi amiga no la tolera, pero jamás le había hecho un
desplante de esa manera, mucho menos delante de Leonardo. Por supuesto eso a mi querida Cynthia la
tiene sin cuidado.
Le cuento como despertó el abuelo, y por su boca exageradamente abierta
que hacen juego con sus ojos que por un momento pensé se saldrían de sus
orbitas, puedo asegurar que esta realmente sorprendida. Pasamos a otros temas
menos importantes, pero que junto a ella son igualmente agradables.
Mi suegro y esposo se despiden de los médicos para aproximarse al lugar
donde estamos nosotras. Nos explican que según los resultados de los primeros
exámenes, no hay nada de que preocuparse referente a la salud del Sr. Angelo,
pero que por precaución deciden dejarlo esta noche en observación, pero que lo
trasladaran a una habitación, pues al estar fuera de peligro y haber despertado
del coma, no necesita estar en el área de cuidados intensivos.
Deciden salir a cenar a un restaurante que esta cerca del hospital, de
esa manera mi suegro puede regresar, pues a pesar de que todo va viento en popa,
no hay quien le impida quedarse a acompañar a su viejo. Leo, Cynthia y yo nos
adelantamos al lugar mientras que Arturo va a buscar a Emily, y si Dios escucha
mis silenciosas peticiones, espero que Kathleen se haya ido. Sino la comida será
un autentico desastre.
En el camino al local, Leonardo no deja de acosar a Cynthia
preguntándole cual es su tipo de hombre ideal.
- ¿A ver flaca, explícame qué requisitos debe tener una persona para que
sea digno de ti? – se burla Leonardo – mira que esos galanes que leen en los
libros, son sólo eso personajes literarios, a pesar de todas sus súplicas y
plegarias no van a traspasar las páginas, o las pantallas si hablamos de los
ebook.
- ¿Quién lo dice? – intervengo – yo encontré mi príncipe ideal, solo
espero un final feliz como en los cuentos.
- Por favor Tati, mas cursi y me mato – objeta mi amiga con cara de asco
- A mi me hicieron y rompieron el molde nena – acota mi esposo
lanzándome un beso – pero hablando en serio, ¿puedo preguntar por qué estas
sola? Eres una chica linda, inteligente…como dicen por allí tienes buen
material para novia y esposa.
Me quedo callada, esperando a ver si mi amiga se anima a contarle un
poco de esa parte privada de su vida, es cierto lo que ha dicho mi esposo,
tiene todo y mas, simplemente le ha tocado difícil a la chica.
- Gracias Leonardo, es bueno saber que cuento con tu aprobación por
parte de la sección masculina – Cynthia
como siempre bromeando aun cuando le tocan una fibra sensible –
simplemente digamos que no he tenido suerte en esa área, por lo que de momento
prefiero estar así antes que estar remendando mi corazón continuamente.
Después de darle un pequeño resumen a mi esposo de la fallida vida
amorosa de la Srta. Miller, mi esposo aún no sale de su asombro, casi quiere ir
a golpear a cada uno de los chicos que le hicieron daño, argumentando que son
unos soberanos idiotas.
Al parecer allá arriba alguien me escuchó, pues llegaron únicamente mis
suegros, tomados de la mano a unirse a nuestra mesa. Es increíble lo relajado
que se ve Arturo, se nota que le quitaron un inmenso peso de encima, sus ojos
nuevamente brillan, no como estos días que lucían sumamente apagados. En ese
instante se gira y me pilla observándolo y no puedo evitar avergonzarme. Se
acerca y me susurra al oído lo mucho que me quiere, que no dejará que nada ni
nadie me haga sentir incómoda. Por lo que asumo que es obra suya que Kathleen
no nos acompañe en este momento.
- Gracias – le murmullo de vuelta.
- A ti Tati, verlo así de feliz – me explica señalando a Leonardo – es
gracias a ti, nada de lo que pueda hacer por y para ti será suficiente.
- Él me ama y me hace inmensamente feliz, los tengo a ustedes como
familia, ya con eso me basta y sobra – digo con lágrimas en los ojos.
- Ey viejo, retrocede, ésta chica ya tiene dueño – declara Leonardo –
ves la hiciste llorar ¿Nena, qué te pasa? – pregunta dirigiéndose a mi.
- Soy inmensamente feliz, eso es lo que tengo y estas lágrimas son de
pura alegría.
Esta ha sido una semana de locuras, altos y bajos,
pero gracias a mi constante por estar allí para darme una manito cuando la
necesito, Susana Mohel GRACIAS.
feliz por tati que tenga el apoyo de los d' lucca aunque su suegra sea una arpia y que leonardo le hablara tan claro y sin rodeos a su madre mas me gusto muy buen capitulo
ResponderBorrarHola Rosa....si al menos los hombres D´Lucca la apoyan.....y Leo esta a su lado...que pasara ahora jajajaa
Borrarprecioso capítulo mi niña , por fin el nono despertó , por lo menos algo ha salido bien.
ResponderBorrarlo que no entiendo es a su suegra, que tiene contra ella, y mas sabiendo que la otra es una lista, manipuladora y golfa ,y la prefiere a ella , que a su nuera ,no hay quien la entienda
una brazo
Asi es Rosario , de lo malo puede decirse que algo se saco...Pronto sabremos mas de Emily y quizas, solo quizas logremos entenderla...o no...
Borrarufff menudas dos arpías... Pero por lo menos el resto de la familia los apoya. Precioso el momento de despertar el nonno y precioso capitulo. Felicidades.
ResponderBorrarGracias por pasarte Amparao...asi mismo unas arpias con A mayuscula....
BorrarBesitos