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miércoles, 7 de mayo de 2014

Capitulo XIV


                                                      
Yo soy tuyo y tú eres mía…



Me quedo allí de pie, con una mano en el pomo de la puerta, si saber si mi imaginación me esta jugando una mala pasada o si de verdad mis suplicase y rezos han sido escuchados. Cierro los ojos, tratando de calmar mis crecientes nervios. Vamos Tatiana tu puedes, voltea de una vez. Trato de darme fuerzas.

- Si no vas a verme siquiera pues nada, mejor sigo durmiendo en lo brazos de mi Anna – escucho cada una de las palabras y lentamente me giro, mis lagrimas cayendo por mi rostro.

- Nonno – digo en un susurro, pero aún mis pies no logran moverse, es como si estuvieran clavado en la puerta de la habitación.

Después de unos segundos, minutos o horas, la verdad no estoy muy segura logro empujar mis pies en dirección a la cama donde un sonriente Angelo me espera con los brazos abiertos, y ese es todo el incentivo que necesito para arrojarme en ellos y llorar como una niña pequeña.

Asi permanecemos un rato, durante el cual en nonno nunca deja de acariciar mi cabello. Después de decidir que era momento de avisarle a alguien de lo que en estas cuatro paredes está sucediendo, me levanto sin decir nada y corro hacia la puerta.

- ¿A dónde vas mi niña? – pregunta mi viejo querido

- Debo avisarle al medico o a las enfermeras que ya estas despierto, deben chequearte para saber que todo va bien.

- Solo espera un poco -

- Pero…

- Primero cuéntame de mis nietos favoritos – solicita ansioso

- Eres imposible de verdad, nos das un susto de muerte, pasas casi cuatro días inconciente y de verdad quieres que te hable de Leo antes que te revise un medico ¡por Dios nonno! – suelto algo indignada – pero así eres tú, siempre pensando en los demás antes que en ti mismo.

- Únicamente quiero saber como están mis recién casados – dice e inmediatamente frunce el seño, por lo que me acerco lo mas rápido que puedo.

- ¿Qué ocurre, te duele algo? – interrogo preocupada

- ¿Acabas de decir que estuve durante cuatro días inconsciente Tati? – afirmo con un moviendo de cabeza por lo que continua – ¿eso quiere decir que interrumpí el crucero?

- Eso es lo de menos, lo único que importa es que ya despertaste, ahora falta que los médicos confirmen que estás bien, eso es todo lo que necesitamos – afirmo de inmediato – además no se si de verdad me escuchaste, pero tu amigo Nicholas ya tiene todo cubierto para reanudar la luna de miel y el hermoso viaje justo donde lo dejamos.

- Si, eso lo sé. Así como también que tenemos una cena de reencuentro –dice para mi asombro

- Eso quiere decir que…- las palabras mueren en mis labios – tú me…- no logro articular una oración coherente.

- No se si lo soñé, lo imaginé o qué – me explica el nonno – pero puedo afirmar que tengo conocimiento de una cena en una nueva y hermosa cocina, en la cual pienso ayudarte.

No sé qué pensar, pero el abuelo no jugaría conmigo de esa manera, además de que otra forma pudo haberse enterado de los planes que tenemos con su amigo el  Capitán Meyers y la cena. Y por si fuera poco, antes de despertar le supliqué que regresara cono nosotros, que le pidiera disculpas a Anna por eso…y sus primeras palabras cuando volvió en sí lo confirman.

- Ahora cuéntame un poco antes que vengan esas pequeñas vampiritas con aguja en mano a extraer la poca sangre que le queda a este viejo para hacer todos los análisis que se han ido inventado a través de los años – dice sacándome de mi ensoñación.

Le cuento un poco de nuestros días en el crucero, así como le hablo de Kate, y aunque lo dejo pasar noto como se tensa cuando la menciono, le doy a dar espacio pero después me lo tendrá que explicar.

Después de conversar un rato, logro convencerlo de ir por los médicos, a regañadientes acepta. Le doy un beso en la frente y justo cuando voy a salir del cuarto de frente me encuentro con la misma enfermera de antes.

- Sra. D’Lucca disculpe que la interrumpa, pero ya es hora del cambio de guardia de enfermeras – dice con un gesto como disculpándose por sacarme de la habitación



- De hecho – le explico mientras me hago a un lado, para que así pueda ver que el enfermito despertó – estaba saliendo a buscarla para avisarle.

La enfermera se queda de pie, su vista va del nonno a mi, una y otra vez, sin decir ni una palabra. Su gesto es serio, ya me esta poniendo nerviosa.

- ¿Hace cuando está despierto? - interroga

- Apenas unos minutos – me apresuro a contestar, pero por la mirada que me brinda decido ser sincera- varios minutos, pero estábamos poniéndonos al día – le confieso encogiéndome de hombros.

- Ya veo – dice, pero una sonrisa en sus labios me indica que no esta enojada – al salir avise en el puesto de enfermeras para que venga el especialista…y quizás seria buena idea avisarle a su suegro y a su esposo.

- De inmediato…gracias – me acerco y le doy un beso en su mejilla.

- ¿No es encantadora mi niña? – pregunta a la atenta mujer que ahora esta revisando cada aparato y haciendo anotaciones en la historia clínica que tiene en sus manos.

Salgo de allí agradeciéndole a Dios, a la Virgen y a la nonna Anna por habernos regalado un poco mas de tiempo con el abuelo. Siento que me han quitado un inmenso peso de encima, de seguro el mismo alivio que van a sentir mi suegro y mi querido esposo al saber la noticia, aunque no creo que me salve de la reprimenda por no avisarles de ipso facto.

Acelero el paso para llegar a la pequeña sala de espera donde supongo aun deben estar los Sres. D’Lucca. Con una sonrisa plasmada en mi rostro me apresuro para abrir la puerta, aunque hace unos minutos dudaba que hubiera algo que pudiera borrar la expresión de alegría y alivio que tenia pintada en mi cara, puedo asegurar que me he equivocado.

Aun con la mano en el pomo de la cerradura, me quedo a medio camino cuando veo nuevamente a la Srta. Reynolds muy a gusto conversando y riendo con mi querida suegra. Mi suegro levanta la mirada hacia a mi, pero al ver que me quedo allí de pie sin moverme y de seguro con el rostro desencajado. Se acerca rápidamente.

- ¿Mi niña, estás bien? – no respondo pues mi ojos no se pueden apartar de esas dos, que me devuelven la mirada. Emily con sus perfectamente cuidadas cejas levantadas hacia mi, Kathleen con una estúpida sonrisa de autosuficiencia que me encantaría borrar de un sopetón – ¿Tati? Por favor dime algo – dice Arturo tomándome por lo hombros haciéndome reaccionar.

- Sí…sí – pestañeo un par de veces y giro mis ojos en su dirección – mas que bien en realidad ¡Está despierto! - expreso con la sonrisa de nuevo en mis labios

- Está…ya…- mi sorprendido suegro no puede completar una oración coherente, así que con un movimiento de cabeza le confirmo mientras le repito que sí – ¡gracias al cielo! Es definitivo eres un ángel Tati, un ángel – dice abrazándome -  Sabía que le encantaría verte, pero de haber sabido que lograrías lo que ninguna medicina o alguno de nosotros había podido hacer…que te dejo internada a su lado mi niña. Gracias.

- No hice nada, solo recé, le pedí que volviera con nosotros – explico encogiéndome de hombros – nada más

-¿Te parece poco? hiciste que despertara…eso nunca lo olvidaremos – me da un beso en la cabeza.

Aunque algo me dice que no lo haga, volteo al lugar donde ahora de pie nos observan esas dos arpías encolerizadas, ahora soy yo la que sonríe victoriosa se que no debería regodearme de todo la situación, ha sido solo suerte pero ellas no lo saben. Además debo admitir que disfruto un poco ver lo enojada que está Kathleen, está bien algo más que un poco, tampoco es como si me pudieran culpar por ello.

Mi suegro sale del salón, supongo que en dirección donde esta su ahora despierto padre. Mientras que yo me quedo aquí con estas mujeres ¿Dónde se metieron Leonardo y Cynthia? La verdad es que no me siento nada cómoda estando sola con ellas dos, pero primero muerta que demostrárselos. Me doy la vuelta para salir en busca de mi esposo y mi mejor amiga, cuando escucho tras de mi

- ¿Ahora resulta que también haces milagros? – Ironiza Kathleen con la voz cargada de rencor – ¿qué otro súper poder tienes escondido bajo esa cara de niñita buena?



Trato de ignorarla, me giro para continuar mi camino, sé que está buscando pelea, pero esta equivocada si piensa que le voy a seguir el juego. Escucho la risa de Emily, que ignoro por completo. No entiendo porque le caigo tan mal a mi suegra, de Kathleen pues es de esperarse, aun no supera que Leonardo no la escogiera a pesar de su dinero y sus curvas. Abro la puerta topando con los desaparecidos.

- Ohh Leo muchas gracias por haber ido por mi té – dice Kathleen mientras toma el vaso de la mano de mi marido, dándole también un beso en la mejilla a escasos milímetros de su boca – y de menta mi favorito – señala luego de beber un sorbo.

- Era lo único que había – dice Cynthia – pero yo que tú, lo pensara dos veces antes de beberlo.



Tan pronto como mi hermana del alma pronuncia las palabras, veo incrédula como la elegante Srta. Reynolds prácticamente escupe los restos de líquido que aun tenia en la boca, a la vez que una sorprendida e indignada Sra. Stone emite un grito ahogado. Yo únicamente veo a Cynthia con los ojos muy abiertos, pero ella ni se inmuta. Entonces para completar, Leonardo suelta una sonora carcajada. Sin importarle la escena que se desenvuelve a nuestro alrededor me toma de la cintura para acercarme a su cuerpo y darme el más tierno de los besos.

- Hola nena, te extrañé – expresa apretándome aun mas a su lado, de manera innata llevo mis manos a su cuello - ¿por qué tardaste tanto?

- Dios mío Leo, el nonno despertó – prácticamente grito de la emoción, mi esposo me levanta para darme vueltas una y otra vez, nuestra risa llenando la habitación.

- ¿Qué dicen los médicos, cuándo podremos verlo, ya puede irse a casa? – cuestiona mi emocionado esposo

- A ver vamos por parte, los doctores deben estar con él en estos momentos, y con respecto a las otras dos preguntas aun no lo sé, supongo nos avisarán – respondo y le doy un pequeño beso – si quieres vamos hasta allá, tu papá salió corriendo apenas se enteró.

- Sí nena, vamos – expresa Leonardo súper feliz, lo sé porque sus ojos brillan mas que nunca

- Cuñadito cuanto me alegra esta noticia, yo sabía que el abuelo saldría de todo esto – alega Cynthia dándole un abrazo

- Gracias flaca – dice mi caballeroso marido posando un beso en el torso de su mano y guiñándome un ojo.

- No desperdicies tu galantería conmigo, a diferencia de otras – explica mi alocada amiga mirando a cierta víbora – no me interesa meterme en la cama de un hombre casado. Además no eres mi tipo.

Esta mujer no sabe cuando callar, yo tratando de llevar la fiesta en paz, y Cynthia que le hecha mas leña al fuego. Miro detrás de ella como Kathleen intenta levantarse, pero mi suegra la sujeta por el brazo impidiéndole llegar a donde estamos, le dice algo entre dientes que logro entender. Mis ojos se van a los de mi amiga para ver como esta muerta de la risa, me giro y claro el Sr. D’Lucca también le encuentra la parte graciosa a este asunto. Si estos por separados son imposibles, juntos ya no hay quien los aguante.

- Ahh si ¿se puede saber cuál es tu tipo Srta. Miller? soy un hombre multifacético – expresa de manera seductora.

- Ey – reclamo dándole un golpe en su brazo – no abuses de tu suerte Sr. D’Lucca. Puedo querer mucho a esa loca que ves allí – señalo a Cynthia con el dedo – y compartir muchas cosas con ella, pero te aseguro que no estas incluido en esa lista. Tú eres sólo mío.

- Tati, no conocía esa faceta posesiva tuya, pero te confieso que me encanta – me pega mas a su cuerpo y me susurra al oído – además que me calienta nena, mucho.

A pesar de no es ni el lugar ni momento más adecuado, debo admitir que muero por encontrar una habitación con una cama, encerrarme con mi marido y no salir de allí en un buen rato. Quizás logremos encontrar alguna en la que…oh por Dios Tati que está mal contigo.  

- Podrían respetar el lugar donde están y al menos parecer preocupados por Angelo, que se encuentra internado unos pisos mas arriba por si lo olvidaron – nos recrimina mi suegra que está de pie junto a nosotros

- Mamá por favor no empieces, somos marido y mujer, estamos recién casados ¿qué hay de malo demostrar lo mucho que nos amamos? Explícame –exige, en vista del silencio de su madre Leo continúa – ni por un segundo olvido donde estamos ni el porqué, además no necesito parecer preocupado, lo estoy, lo estamos.

- No tienes por que hablarme en ese tono altanero Leonardo Arturo, soy tu madre y merezco respeto, yo sólo… – y si no es por que lo estoy viendo, juraría que es mentira, la flamante Srta. Stone está llorando. Ahora la pregunta del millón es ¿Son lágrimas de verdad, o de cocodrilo?



- No soy altanero como me acusas –se excusa Leo - simplemente estoy cansado de tu actitud hacia Tatiana, es mi mujer, a quien escogí para compartir la vida, es y siempre será ella por encima de lo que sea, de quien sea – mi suegra intenta decir algo pero se lo impide – de verdad espero entiendas lo que te voy a decir, con el mayor respeto y cariño que te tengo, no me hagas escoger entre las dos, por favor. Porque estoy seguro que no te gustara mi opción. Y antes que preguntes si es una amenaza, te digo que no es así, simplemente es lo que es, una verdad.

Dicho esto salimos del sala de espera tomados de la mano, seguidos por Cynthia que milagrosamente ha permanecido sabiamente callada. Después de unos cuantos pasos, Leo se detiene haciendo que nosotras hagamos lo mismo. Se lleva ambas manos hacia el rostro, para luego pasarla por su corto cabello. Mi amiga me hace señas silenciosas de que va a la cafetería, le lanzo un beso en agradecimiento por brindarnos la intimidad que el momento requiere y que tanto necesitamos.

Unos metros mas adelante diviso unas sillas desocupadas, así que en completo mutismo, tomo la mano de mi exasperado marido para guiarnos hasta ellas. Apenas nos sentamos, Leo expulsa el aire de manera sonora. Recuesta la cabeza en la pared, cierra los ojos. Está claramente afectado, él adora a su mamá me consta, por lo que imagino lo difícil que fue hablarle de esa manera. Aunque por dentro estoy sumamente feliz que le haya aclarado las cosas dándome mi lugar.

- ¿Estás bien amor? – me atrevo a preguntarle luego de unos minutos   

- ¿Lo estás tú?

Lo miro extrañada, porque no habría de estarlo, es él quien discutió con su madre, es él quien esta notoriamente afectado. Como no respondo Leonardo abre los ojos y se gira para estar frente a mí.

- ¿Nena, estás bien? – consulta nuevamente



- Amor, claro que sí. Te estaría mintiendo si dijera que no me importa la actitud de tu madre, pero ya me estoy acostumbrado – le resto importancia, no quiero que se distancien por mi culpa.

- Es que no la entiendo Tati, cuando te llevé por primera vez a la casa, todos estaban felices de conocerte, incluyéndola – suspira como buscando fuerzas-  pero de un tiempo, mejor dicho desde hace bastante tiempo ha cambiado y se muestra fría contigo. No se como actuar o que hacer para cambiar eso.

- Los dos sabemos la razón de su comportamiento, al principio creyó que era solo una más de tus amiguitas, pero al ver que estaba equivocada y que lo nuestro es algo serio… desde ese momento todo fue en picada.

- Eso es lo que más me extraña ¿tienes idea cuantas veces escuché de su boca el sermón de que debía sentar cabeza y dejar esa vida alocada de Don Juan como solía llamarle? Entonces lo hago y ella tampoco lo aprueba – alega Leonardo

- El problema no es que te asentaras, sino con quien. Ella piensa que no soy digna de ti, cree fervientemente que estoy detrás de tu dinero – confieso resignada con respecto a ese tema – no termina de entender que te quiero a ti por quien eres, no por lo que tienes, además cuando mencionó lo del acuerdo prenupcial, que tú no le dieras siquiera cabida a debate no ayudo mucho tampoco.

- No volvamos a lo mismo con eso nena – expresa molesto como siempre que hablamos sobre ello - no necesito que me firmes nada para saber que es a mí a quien amas. Y no necesito probárselo a nadie – dice como siempre leyendo mis pensamientos.

Sé que confía en mí, pero en más de una ocasión le pedí que lo habláramos, que estaba dispuesta a firmar lo que sus abogados quisieran, si con eso su familia, mejor dicho su madre se quedaba feliz y tranquila, sabiendo que el patrimonio de la familia D’Lucca estaría a salvo, porque aunque a ella le duela el dinero que poseen no viene de los Stone.

- Yo te amo a ti Leo, al hombre que eres, un ser maravilloso que se preocupa por los demás, que adora a su familia y se desvive por ellos. Eres leal con las personas que quieres, defiendes tus ideales con fervor. Trabajas y luchas por lo que quieres, nunca te das por vencido - eso lo digo con conocimiento de causa - eres hermoso por dentro y por fuera – a pesar de la seriedad del tema Leonardo no deja de mover sus cejas sugestivamente, pongo los ojos en blanco y le doy lo que silenciosamente me pide – también eres increíblemente sexi, ardiente y con mucha, quizás demasiada experiencia en la cama.

- ¡Tatiana! – me reprende de inmediato

- Es verdad – replico entre risas – y he aprendido a vivir con ello, al menos lo intento. Lo que quiero decirte es que podrías no tener un dólar en tu cuenta bancaria y aun así me sentiría igualmente orgullosa de ser tu esposa, te amaría de la misma manera. Lo único que necesito para ser feliz es a ti, lo demás lo podemos conseguir juntos.  

- A mi ya me tienes nena, desde que te vi por primera vez todo lo que soy y absolutamente todo aquello que poseo te pertenece – hace énfasis en cada palabra como si le explicara a un niño pequeño – míralo de esta forma, soy tuyo, el dinero y lo demás es un extra.

Niego con la cabeza, decido dejar ese tema hasta aquí, se que no llegaremos a ningún lado, al menos no a uno distinto, cada vez que hablamos de esto se cierra como ostra, puede ser abierto y flexible para muchas cosas, pero con respecto al dinero no hay manera que dé su brazo a torcer.

- Después de dos años ya deberías saber que eso – dice refiriéndose a su punto de vista con respecto al tema monetario – ya es momento que asumas las cosas como son, e igual debe hacerlo mi madre, por su bien y por el nuestro propio. Me va a matar un dia de estos.

- Si no la mato yo un día de estos – confieso entre risas – o la misma Cynthia. Te advierto que ya le ha puesto el ojo.

- Jajaja, esa chica rubia es de cuidado. Más temprano por un segundo pensé que le daría un muy merecido escarmiento a Kathleen – al pronunciar su nombre Leonardo hace una mueca como se le hubieran dado un golpe en la boca del estomago. Adivina es exactamente lo que siento cada vez que la mencionan, la veo o simplemente la recuerdo.

- Cuando dices escarmiento te refieres a – le muestro mis puños. Leo asiente con una sonrisa cómplice en sus labios – no entiendo porque te parece gracioso, ya la conoces y sabes que no le importa partirse una uña o dos y luego seguro tendremos que ir a sacarla a alguna delegación de policía, así que mejor evitemos el escándalo por favor.

- Sinceramente ese show no me lo perdería por nada del mundo

- Agg eres imposible Leo, de verdad te lo pido no la alientes, que ella solita es dinamita, no necesita…

- ¿Quién es dinamita? – interrumpe la susodicha

- Hablando del diablo – susurra Leonardo, pero por la cara de Cynthia no fue lo suficientemente bajo como para que no lo entendiera.

- Te oí perfectamente D’Lucca. Y tú – me señala - ¿Por qué dices que soy explosiva?

- ¿Acaso es mentira? – respondo levantando una ceja

- Nop – contesta mi sincera amiga, por lo que los tres reímos a carcajadas.

Ya con mejor animo, continuamos nuestro camino hacia el área de cuidados intensivos para informarnos de la evolución del nonno. Al llegar al puesto de enfermeras que esta justo en la entrada del mismo, vemos a Arturo conversando con los médicos, Leo apresura el paso y se une a ellos, mientras que mi atolondrada amiga y yo nos quedamos rezagadas conversando.

Le pregunto sobre su casi pelea con la arpía de Reynolds, me asombro por la manera cortante que la trato mi suegra, ya que al ser hija del famoso y adinerado Robert Miller dueño de una de las mas grandes empresas constructoras del país y de Jennifer una increíble y mundialmente reconocida diseñadora de joyas se podría esperar que la aceptara pues pertenece a su prestigioso circulo social, y sólo por ser mi amiga no la tolera, pero jamás le había hecho un desplante de esa manera, mucho menos delante de Leonardo.  Por supuesto eso a mi querida Cynthia la tiene sin cuidado.

Le cuento como despertó el abuelo, y por su boca exageradamente abierta que hacen juego con sus ojos que por un momento pensé se saldrían de sus orbitas, puedo asegurar que esta realmente sorprendida. Pasamos a otros temas menos importantes, pero que junto a ella son igualmente agradables.

Mi suegro y esposo se despiden de los médicos para aproximarse al lugar donde estamos nosotras. Nos explican que según los resultados de los primeros exámenes, no hay nada de que preocuparse referente a la salud del Sr. Angelo, pero que por precaución deciden dejarlo esta noche en observación, pero que lo trasladaran a una habitación, pues al estar fuera de peligro y haber despertado del coma, no necesita estar en el área de cuidados intensivos.

Deciden salir a cenar a un restaurante que esta cerca del hospital, de esa manera mi suegro puede regresar, pues a pesar de que todo va viento en popa, no hay quien le impida quedarse a acompañar a su viejo. Leo, Cynthia y yo nos adelantamos al lugar mientras que Arturo va a buscar a Emily, y si Dios escucha mis silenciosas peticiones, espero que Kathleen se haya ido. Sino la comida será un autentico desastre.

En el camino al local, Leonardo no deja de acosar a Cynthia preguntándole cual es su tipo de hombre ideal.

- ¿A ver flaca, explícame qué requisitos debe tener una persona para que sea digno de ti? – se burla Leonardo – mira que esos galanes que leen en los libros, son sólo eso personajes literarios, a pesar de todas sus súplicas y plegarias no van a traspasar las páginas, o las pantallas si hablamos de los ebook.

- ¿Quién lo dice? – intervengo – yo encontré mi príncipe ideal, solo espero un final feliz como en los cuentos.

- Por favor Tati, mas cursi y me mato – objeta mi amiga con cara de asco

- A mi me hicieron y rompieron el molde nena – acota mi esposo lanzándome un beso – pero hablando en serio, ¿puedo preguntar por qué estas sola? Eres una chica linda, inteligente…como dicen por allí tienes buen material para novia y esposa.

Me quedo callada, esperando a ver si mi amiga se anima a contarle un poco de esa parte privada de su vida, es cierto lo que ha dicho mi esposo, tiene todo y mas, simplemente le ha tocado difícil a la chica.

- Gracias Leonardo, es bueno saber que cuento con tu aprobación por parte de la sección masculina – Cynthia  como siempre bromeando aun cuando le tocan una fibra sensible – simplemente digamos que no he tenido suerte en esa área, por lo que de momento prefiero estar así antes que estar remendando mi corazón continuamente.

Después de darle un pequeño resumen a mi esposo de la fallida vida amorosa de la Srta. Miller, mi esposo aún no sale de su asombro, casi quiere ir a golpear a cada uno de los chicos que le hicieron daño, argumentando que son unos soberanos idiotas.

Al parecer allá arriba alguien me escuchó, pues llegaron únicamente mis suegros, tomados de la mano a unirse a nuestra mesa. Es increíble lo relajado que se ve Arturo, se nota que le quitaron un inmenso peso de encima, sus ojos nuevamente brillan, no como estos días que lucían sumamente apagados. En ese instante se gira y me pilla observándolo y no puedo evitar avergonzarme. Se acerca y me susurra al oído lo mucho que me quiere, que no dejará que nada ni nadie me haga sentir incómoda. Por lo que asumo que es obra suya que Kathleen no nos acompañe en este momento.

- Gracias – le murmullo de vuelta.

- A ti Tati, verlo así de feliz – me explica señalando a Leonardo – es gracias a ti, nada de lo que pueda hacer por y para ti será suficiente.

- Él me ama y me hace inmensamente feliz, los tengo a ustedes como familia, ya con eso me basta y sobra – digo con lágrimas en los ojos.

- Ey viejo, retrocede, ésta chica ya tiene dueño – declara Leonardo – ves la hiciste llorar ¿Nena, qué te pasa? – pregunta dirigiéndose a mi.

- Soy inmensamente feliz, eso es lo que tengo y estas lágrimas son de pura alegría.


      

Esta ha sido una semana de locuras, altos y bajos, pero gracias a mi constante por estar allí para darme una manito cuando la necesito, Susana Mohel GRACIAS.

6 comentarios:

  1. feliz por tati que tenga el apoyo de los d' lucca aunque su suegra sea una arpia y que leonardo le hablara tan claro y sin rodeos a su madre mas me gusto muy buen capitulo

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    1. Hola Rosa....si al menos los hombres D´Lucca la apoyan.....y Leo esta a su lado...que pasara ahora jajajaa

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  2. precioso capítulo mi niña , por fin el nono despertó , por lo menos algo ha salido bien.
    lo que no entiendo es a su suegra, que tiene contra ella, y mas sabiendo que la otra es una lista, manipuladora y golfa ,y la prefiere a ella , que a su nuera ,no hay quien la entienda

    una brazo

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    1. Asi es Rosario , de lo malo puede decirse que algo se saco...Pronto sabremos mas de Emily y quizas, solo quizas logremos entenderla...o no...

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  3. ufff menudas dos arpías... Pero por lo menos el resto de la familia los apoya. Precioso el momento de despertar el nonno y precioso capitulo. Felicidades.

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    1. Gracias por pasarte Amparao...asi mismo unas arpias con A mayuscula....

      Besitos

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