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viernes, 31 de enero de 2014

Capitulo VIII


                                                       
Una nueva y renovada yo…


Salimos del camarote rumbo al gran comedor, donde se celebra la cena de bienvenida. El lugar es impresionante, no parece que estemos en un inmenso barco, sino en un exquisito restaurante, esos de las películas.



Todos están vestidos súper elegantes, hay muchas parejas jóvenes, algunas maduritas. También puedo apreciar algunos grupos, unos sólo de chicas, otros formados únicamente por chicos. Todos parecen jóvenes, de seguro más de uno saldrá de aquí emparejado. Si no es hoy, será en algún momento durante nuestra travesía.

Al entrar al salón hay varios camareros con bandejas llenas con copas de burbujeante champagne dándonos la bienvenida. Tomamos una para cada quien y continuamos con nuestro recorrido. A lo lejos veo al capitán saludando a otros pasajeros. De fondo podemos escuchar una relajante melodía instrumental, aunque por lo folletos y la programación que nos dejaron en la habitación, sé que mas tarde habrá música en vivo. Hoy es la primera de las 14 cenas formales que se celebraran durante el viaje. No son obligatorias, pero si eres invitado especial del capitán, seria muy descortés no presentarse.

Los comensales comienzan a tomar asiento, por lo que nos dirigimos a nuestra mesa, que se encuentra justo en el centro del lugar, tal como nos lo hicieron saber. Al acercarnos podemos ver que nuestros nombres están escritos en unos delicados distintivos. Tomamos asiento, somos unas quince personas en la mesa, es algo incómodo pues no conocemos a nadie.

Llega el capitán, nos saluda a todos, hace las respectivas presentaciones rompiendo así un poco el hielo instalado en el ambiente. Los mesoneros rellenan algunas copas, el Capitán Meyer da la bienvenida a los presentes, pronuncia un pequeño pero divertido discurso, finalizando con un emotivo brindis. Puedo percibir lo mucho que le apasiona su trabajo, lo dedicado y responsable en cuanto a su labor dirigiendo el barco. Además de ser una persona muy alegre, carismática, protector de las causas justas.

 Capitán Nicolas Meyers 

Entablamos una amena conversación, entre risas y anécdotas. Hablamos de casi cualquier tema, menos los prohibidos, religión y política, como nos lo indico el oficial, ha habido muchos problemas por ello, no todos saben escuchar y respetar la posición del otro, así que mejor tocar temas mas neutrales. Entre los presentes hay otras dos parejas que igual que nosotros están celebrando su luna de miel, otras algún aniversario. Todos estamos disfrutando un buen rato.

Sirven la cena, que resulta excepcional, desde la entrada hasta el postre. Todo divino ¡Jamás había comido tanto en mi vida! Siento que exploto.

- Dios no sé por qué comí tanto, no puedo moverme Leo – hablo bajito para que los demás no me escuchen.

-Comiste apenas la mitad de todo nena – refuta mientras me besa la sien y acaricia mi hombro.

- Si como así en todo el viaje, no caminaré, más bien bajaré rodando de acá.

La carcajada por parte de Leo no se hace esperar.

- Serías una bella pelotita rodante – me dice Leo con una lujuriosa mirada mientras acerca su mano a mi vientre – me encantaría verte así.

- ¿Cómo, rodando? – pregunto confundida

- No amor – explica mientras se acerca peligrosamente a mi oído – embarazada – susurra y mis ojos se abren como plato.

- Yo…pero…-estoy en shock, no logro decir nada

- ¿Dé qué te sorprendes Tati? Nos amamos, nada me haría más feliz que tener hijos contigo.

- ¿Bebés ahora? – pregunto ahora sorprendida

- Como escuchaste nena, soy hijo único por lo que se lo que eso implica, quiero muchos hijos contigo - afirma decidido

- Apenas estamos en nuestra luna de miel y ya piensas en tener no uno sino varios hijos ¡Eres increíble! – lo regaño – primero necesito acostumbrarme a la idea de ser la Sra.  D’Lucca, ya luego tocaremos ese tema.

Dios ya está hablando de formar una familia y no tenemos ni una semana de casados. Este hombre no sabe hacer nada a medias o despacio. Le gusta llevar siempre todo al máximo nivel. Parece un tren que va a toda velocidad, sin importarle lo que esté en las vías.

- Nena, pareciera que te propuse algo macabro en vez de anunciarte que quiero tener hijos contigo, ¿tan descabellada te parece la idea? –indaga, esperando mi reacción

- ¡Claro que no amor! – Manifiesto de inmediato- por supuesto que quiero que formemos una familia – y es la verdad- simplemente pienso que es muy pronto. Estamos recién casados, me gustaría disfrutar esta etapa, estar solos tú y yo, compenetrarnos más como pareja, antes de traer un pequeñín al mundo – explico cuidando bien mis palabras para que me entienda.

Leo se queda pensativo unos minutos sin dejar de mirarme, acariciando suavemente mi mano con su pulgar.

- Tienes razón nena – habla y suelto el aire que no sabia tenia contenido, no quiero mas problemas entre nosotros -  sé que puedo llegar a ser un poco impetuoso, sólo que después de tu comentario te imagine embarazada, llevando en tu vientre la prueba de nuestro amor…y me deje llevar.

- ¿Un poco impetuoso? – Pregunto levantando las cejas – amor te llevas a todos por delante cuando algo se te mete entre ceja y ceja, pareces mas bien un auto de esos que intentan romper la barrera del sonido – expreso risueña.

Los dos reímos ante mi comparación, porque es verdad. Seguimos pasando un buen rato en la mesa, puedo ver como colocan es su sitio los instrumentos de lo que parece una pequeña banda. Al cabo de unos quince minutos comienza a sonar una melodiosa canción, haciendo que más de un presente se dirija a la pista de baile. Mi esposo está entretenido en su charla con un señor de avanzada edad, un abogado retirado que se encuentra en nuestra mesa, así que decido tomar la iniciativa.

- Disculpen la intromisión caballeros – anuncio para hacerme notar -  le gustaría bailar conmigo - pregunto mirando a mi esposo.

- Mas que nada en el mundo – es la respuesta de Leo – si me disculpa Sr. Leonidas, debo atender a mi amada esposa – explica dirigiéndose al hombre que se encuentra a su lado.

- Vayan jóvenes ¡disfruten! – indica muy amable

Nos dirigimos a la pista que ya esta llena de parejas que danzan al compás de una romántica canción. Bailamos un buen rato, en todo momento Leo me musitaba palabras de amor al oído, hermosos piropos y una que otra propuesta de irnos al camarote, aprovechar la cesta de frutas y el rico vino mientras hacemos el amor. Sus palabras sólo incrementaban mis ganas de tomarlo del brazo y salir corriendo para hacerlo realidad.

Termina el primer set de la banda, así que mientras ellos toman un merecido descanso. Nosotros hacemos lo mismo. Antes de llegar a nuestra mesa le indico a mi esposo que iré un momento al tocador. Leonardo me despide con un beso sin poder ocultar su risa por mi manera de expresarme.

- Por eso te adoro nena, eres tan espontánea, dices lo que sientes sin importarte lo que los demás piensen.

- Y mira que me ha metido en problemas – respondo mientras continúo mi camino.

Al terminar de asearme, retocarme el maquillaje y ver que todo estuviera en su lugar, camino hacia nuestra mesa. Sorpresivamente mi esposo no esta allí. Tomo asiento y decido esperarlo. Al cabo de unos quince minutos aún no ha llegado, así que opto por salir en su búsqueda. Después de unas vueltas lo encuentro muy entretenido conversando con unos hombres que aparentan su misma edad. Camino a su encuentro.

Puedo notar como algunos pares de ojos no dejan de miarme, lo que me hace ponerme nerviosa. Leo no se ha dado cuenta que dicha inspección masculina es a su esposa, hasta que uno de ellos le da un toquecito con el codo. Leo niega con la cabeza a la vez que continúa su amena charla.

-Buenas noches – expreso fuerte y claro a la espalda de mi esposo.

- ¡Buenas Noches! – responden los caballeros casi al unísono. Adivino las coquetas intensiones de algunos, pero antes de darle chance a Leo de envalentonarse cual gallito de pelea, nuevamente me anticipo    

- Si me disculpan necesito a mi amado esposo – pronuncio a la vez que le doy un casto beso a un boquiabierto Sr. D’Lucca.

Soy muy tímida, no suelo comportarme tan extrovertida con desconocidos, menos aun si son hombres, me intimidan. Nos alejamos del grupo, puedo escuchar las murmuraciones de éstos, ruego a Dios que no lo haga Leo, dudo que le guste me piropeen.

- Ya lo ves amor, te dije que seria la envidia de muchos esta noche – expone señalando al grupo que dejamos atrás, volteo a verlo extrañada de que no haya sacado su lado troglodita tipo macho alfa – no me mires así Tati, no disfruto que otros hombres admiren tu belleza, pero ¿cómo hago? eres irresistible nena.

- Pensé que a mas de uno lo mandarías al mismísimo infierno- expongo cautelosa, aun puede explotar

- Ganas no me faltaron Tati – suspira- No me faltaron.

Después de charlar un rato mas, beber unas copas y bailar otro tanto decidimos retirarnos. A medida que el ascensor emprende su viaje hacia nuestro piso, Leo me acerca más a su cuerpo, estamos de frente uno del otro, nuestros labios se rozan, siento su aliento calido, pero no me besa, sólo se queda así muy cerquita mirándome a los ojos, mi respiración ya esta agitada igual la suya.

Seguimos en nuestra burbuja, sin decir o hacer nada más que mirarnos, hasta que el ruido del elevador nos indica que hemos llegado a nuestro destino. Pero ninguno de los dos hace lo mas mínimo por movernos.  Continuamos mirándonos hasta que Leo me toma en brazos, sin quitarme la vista de encima y se encamina hasta nuestro camarote.   

No sé como lo hizo, pero cuando me deja ahí de pie ya estamos dentro de la suite. El silencio del la habitación solo se ve interrumpido por nuestras exaltadas respiraciones. Acerco mis brazos a su cuello, acaricio su cabello, oigo a Leo suspirar, me aferra más a su cuerpo y me besa.

Un beso pasional, donde nuestras lenguas danzan a ritmo acelerado, al igual que lo hacen nuestros corazones. Me acaricia lentamente la espalda mientras me acerca a la inmensa cama. Separa nuestras bocas a pesar de mis protestas, sonríe y vuelve a posar sus hermosos ojos en los míos.

Se agacha sin quitarme la intensa mirada, se deshace de mis zapatos, los deja a un lado. Lentamente, demasiado lento para mi gusto en estos momentos, sube y quedamos nuevamente frente a frente. No me toca, sólo busca el cierre lateral del vestido, lo desliza hacia abajo, hasta que no es más que un montón de tela verde a mis pies. Me sujeta de la cintura, me estremezco ante el contacto de su calida mano contra mi piel, me levanta por lo que me sujeto a sus hombros al instante.

- No vas a caerte nena – me reprende Leo con su voz aun mas ronca por el deseo – jamás dejaré que te pase algo, estás segura a mi lado, siempre lo estarás.

-  Ha sido por reflejo – me excuso- no hay lugar donde me sienta mas a gusto y confiada que contigo – le indico

- Éste es mi lugar favorito, tú desnuda en mis brazos – confirma

- Tú aun tienes el traje puesto – le indico señalándolo con la cabeza – también te quiero sin ropa.

Leonardo levanta las cejas ante mi intrépido comentario. Me coloca de nuevo en el suelo, mientras comienza a quitarse los zapatos con sus pies. Niego con la cabeza, e igual como lo hizo él minutos antes, me agacho para despojarlo de su ropa.

Le quito los zapatos, seguido de las medias. Me levanto, lo rodeo, cuando estoy a su espalda le quito la chaqueta. Trato de no tocarlo más de lo necesario, quiero torturarlo de la misma manera que él lo hizo conmigo. Me coloco nuevamente de frente para deshacerme de su corbata, camisa y pantalón, dejándolo únicamente en ropa interior.

- Ahora si estamos en igualdad de condiciones – le muestro nuestros cuerpos casi desnudos

- Te amo – y sin darme tiempo a responder toma mis labios con los suyos.

Me levanta en brazos hasta que siento me sitúa en la cama. Se coloca sobre mí, apoyando su peso en los codos, comienza a rozar con sus labios cada centímetro de mi piel, lame y chupa mi cuerpo hasta que siento que floto, regresa a mi cara, me vuelve a besarme hasta que mi cabeza da vueltas. Se levanta, no me da chance de reclamar su ausencia pues ya esta de nuevo enfrente de mí.

- Ahora si vamos a disfrutar esto como es debido  – dice mientras deja en la mesita el vino y las frutas.

Esa noche hacemos el amor hasta casi el amanecer, decora mi cuerpo con frutas y chocolate, luego lo devora, bebemos del rico licor. Nos mimamos hasta el agotamiento, indicándonos con caricias lo mucho que nos amamos. Demostrándome que mis temores de perderlo, son infundados. Me ama con locura como yo a él, con esta convicción y con la promesa  de que debo cambiar, caigo rendida en un placentero sueño al lado de mi esposo. 

Me despierto, me giro en la grandiosa  cama en busca de mi amor, pero no esta. Levanto mi cabeza, no le veo, así como tampoco escucho ningún ruido que revele su presencia. Me extraña que no este por aquí cerca, así que decido levantarme. Hago el amago de tomar la sabana, pero luego recuerdo la promesa que me hice, por lo que desecho la idea de cubrir mi desnudez, y así como Dios me trajo al mundo voy en su búsqueda.

Sólo he dado unos cuantos pasos cuando en una mesita cercana observo una pequeña nota acompañada de una hermosa rosa roja. Me les quedo mirando preguntándome de donde ha sacado la flor, la tomo e inhalo su aroma. Agarro la nota y la leo

“Nena, dormías tan placidamente que no quise despertarte. Baje al gym un rato, ¡No tardaré!
 Besos….Te Amo”

Sonrío como tonta al mirar la nota de su puño y letra. Vuelvo a oler la rosa y cierro los ojos.

Me dirijo al baño para darme una ducha, al entrar me encuentro otra nota.

“Hoy te amo más que ayer,
Y si ayer te amaba demasiado,
Imagina cuanto te amo hoy…
Por favor espérame para ducharnos juntosJ

Cuando pensaba que no podía ser más afortunada por haberme enamorado de él, me hace estos hermosos detalles. Me quedo varios minutos con la nota pegada a mi pecho, suspirando por este hombre al que amo tanto que me da miedo…

Tomo una bata del baño, me la pongo, me dirijo a la sala de estar dispuesta a esperar a mi esposo.  Son apenas las ocho, no hemos dormido nada, no se como tuvo las fuerzas para levantarse, y mas aun ir a hacer ejercicio. Levanto la vista, diviso un pequeño equipo de sonido, así que opto por escuchar un poco de música para hacer tiempo. Voy a la nevera, saco una botella de agua, me la bebo enseguida. Salgo a la terraza me siento en una de las poltronas con vista al mar. Por increíble que parezca a pesar del sol, el calor y el aire salado, me quedo dormida enseguida ¡Estoy exhausta!  

Siento que me llenan de besos el rostro, su voz ronca me llama para que despierte pero mis ojos se niegan a cooperar, gimoteo en protesta, escucho su hermosa risa, disfrutando sus caricias en mi rostro y los brazos, todo con el afán de espabilarme, pero es en vano mis parpados pesan demasiado. De repente me toma en brazos, me quejo por lo bajo.

- Nena, hace demasiado calor aquí afuera, mejor te llevo a la cama allí estarás mas cómoda – explica mi esposo

- ¿Qué hora es? – logro preguntar pegada a su pecho

- Las nueve y media amor – dice mientras me coloca en la cama, hace el amago de levantarse, me aferro a su cuello- mi vida descansa, voy a ducharme.

- No – expreso aun si abrir mis ojos- llévame contigo, te estaba esperando

- No te preocupes, estas cansada, quédate aquí – me da un beso, infructuosamente intenta soltarme, pero se lo impido – amor…¿te llevo en brazos al baño?

- Por favor – casi hago pucheros como un bebé

- Con una sola condición- propone él – abre los ojos por favor - casi me suplica-  o te dejo acá en la cama y me ducho solo – suena serio, pero aunque no lo estoy mirando se que esta conteniendo la risa

- Eso se llama chantaje – refuto, pero igual ya me desperté así que los abro

- ¡Buenos días, princesa!

 De verdad debo estar en un cuento de hadas, porque un hombre tan hermoso, con unos ojos que hechizan sólo pueden ser de un príncipe, el príncipe de mi historia.

Después de ducharnos, hacer el amor debajo del agua, nos vestimos, decidimos bajar a desayunar algo y luego disfrutar de las instalaciones que nos ofrece este hermoso crucero.

Comemos algo ligero, damos unas vueltas por el barco, nos encontramos con algunos de los presentes en nuestra mesa anoche en la cena, buscamos al Capitán Meyers, pero no logramos dar con él, entre tanta gente, la inmensa nave y sus ocupaciones, eso era de esperarse. Recorremos algunas de las tiendas, compré…mejor dicho mi esposo, pues no dejó que tan siquiera mire dos veces la misma cosa que pide lo manden a nuestro camarote. Así que tuve que ser un poco más precavida con mis ojos. Después de casi cuatro horas de paseo, decimos subir a nuestro camarote.

Hoy el crucero hizo puerto en Cayo Hueso, pero decidimos quedarnos, conocer un poco mas de las instalaciones. Ya luego en Puerto Rico si bajaremos, pero para eso faltan aun dos días de travesía en altamar.

Al llegar a la habitación, prácticamente corro a la cama, necesito con urgencia levantar mis pies y dormir…pero mi amado esposo tiene otro planes en mente, y aunque implican la cama, dudo que el dormir este ivolucrado en ellos.
Lo dicho, estos dos días mientras navegamos en el mar, no salimos de la habitación, pedimos comida, bebida, y todo lo que se nos antojara. La primera noche de “aislamiento amoroso” como lo bautizamos, el Capitán nos envía una excelente cena, con una botella de un rico vino tinto, flores, vela y hasta un camarero para que nos atienda. Ya nos había llamado para saber de nosotros e invitarnos a comer juntos, propuesta que declinamos, ya que Leo le explica con ciertos detalles la razón por la que no nos habíamos encontrado anteriormente, vergonzosamente le dijo que quería aprovechar 24/7 de su esposa, por el teléfono logre escuchar la risa del amable oficial, seguida por la de mi esposo.

- Tranquilo muchacho, disfruten, recuerda llamar por si necesitan algo- acota sin poder ocultar su risa-  Ya di órdenes de proporcionarles todo lo que necesiten, así deban salir en lancha al puerto mas cercano.

Yo sólo quiero que me trague una ola, ¿Con qué cara veré ahora al capitán? Debería lanzar a Leo por el balcón tal como lo pensé el día que abordamos.

Ya amaneció, es el cuarto día de esta maravillosa luna de miel, a pesar de la manera como comenzó, padeciendo con mis dudas e inseguridades. Desayunamos en la cama, entre besos y caricias, por supuesto terminamos haciendo el amor, así que las energías que nos ha proporcionado la comida, ya se esfumaron. Nos alistamos, ya para el mediodía estamos arribando a San Juan, Puerto Rico. Aquí estaremos hasta un poco antes de medianoche, por lo que tenemos casi doce horas para conocer el lugar.

Bajamos al igual que muchos de los pasajeros, nos proponemos a recorrer el lugar, disfrutar el día tan hermoso, sol, playa…todo esto al lado de la persona que amo. ¡No podría ser más feliz!

Estamos paseando por la abarrotada playa, hay muchos turistas y todos parecen estar pasándola tan bien como nosotros. Le digo a mi esposo que necesito ir al baño, me deja en la puerta y se dirige a un pequeño bar que esta a unos pocos metros.

Al salir del sanitario camino en dirección del local, pero mi sorpresa es que Leo conversa animadamente con una mujer, una hermosa mujer, ella esta de espalda, pero no por eso dejo de notar que tiene un cuerpazo, sus expresiones corporales demuestran que se conocen muy bien, ella lo toma del brazo, ríen y charlan amenamente.



Quiero salir corriendo, pero en sentido contrario, quiero refugiarme en mi habitación…pero recuerdo la promesa que hice apenas unos días, respiro para inyectarme algo de fortaleza. Continúo mi camino hacia el bar, no hacia donde se encuentran ellos. Ella se despide con un efusivo abrazo y un beso, él hace lo mismo. Trato de serenar mi respiración para que no note que estoy alterada…ya veremos como me va.

Se acerca a la barra, hace su pedido, aún no sabe que estoy aquí, así que actúo como si no los hubiera visto. Me acerco a su lado y le doy un beso en la mejilla.

- Ya estoy de regreso  - anuncio lo mas calmada que puedo

- Nena, aquí tienes – me entrega un rica y refrescante limonada frappe - ¿Quieres sentarte, o prefieres continuar? Pregunta como si nada

- Me gustaría descansar un rato, si no hay problema – quizás no quiera quedarse por acá por si aparece su amiguita misteriosa

- Perfecto nena, déjame y pido una mesa – anuncia con una clara actitud relajada, lo que no hace mas que confundirme.

Nos sentamos con nuestras bebidas en mano, Leo se encarga de pedir algo para picotear, estoy algo tensa pero hago todo el esfuerzo por parecer normal y que no note mi cambio “repentino” de humor. Ya después de un rato me relajo un poco, aunque la verdad no sé si estos daiquiris con alcohol tengan algo que ver.

Leo se levanta, me da un pequeño beso y camina en dirección a los baños de caballeros, que se encuentran en la parte de atrás del local. Estoy entretenida con mi bebida cuando veo a la chica misteriosa acercarse, si sólo de verla de espaladas pensé que es una hermosa mujer, pues al mirar el cuerpo de infarto que tiene creo que me quedé corta. ¡Es una mujer verdaderamente bella! Se acerca a la barra mientras que se lleva los lentes a la cabeza, posa su mirada en la mía, me sonríe en un gesto de saludo. La verdad no se si pude hacer alguna mueca, porque a pesar de tener una mirada tierna y una sonrisa que transmite tranquilidad, hay algo en ella que me es familiar, como si la conociera, como si la hubiera visto antes.

Estoy tan sumida en mis pensamientos que no me he dado cuenta del regreso de mi esposo.

- ¿Tati, estás bien? – pregunta Leo con una expresión de preocupación en el rostro y mirando en la misma dirección que yo - ¿Nena?

- Ehh…si amor, sólo sumida en mis pensamientos – vuelvo a mirar hacia la barra pero ella ya se ha ido, ni cuenta me he dado.


- ¿Seguro que estás bien? – me interroga

- Si – le resto importancia con un gesto de mi mano- debe ser el calor, el sol o esto – manifiesto señalando la bebida que tengo en la mano.

- Entonces es mejor que cuide a mi bella y amada esposa – indica mientras me levanta y me sienta en su regazo para darme un fogoso beso, sin importarle el lugar en donde estamos.

Yo también me olvido de los que están a nuestro alrededor, llevo mis manos a su cuello y le regreso el beso con la misma pasión e intensidad. Continuamos besándonos hasta que nos cuesta respirar, prácticamente jadeamos en busca de algo de aire para llenar nuestros pulmones, todo esto en un pequeño local lleno de gente a orilla del mar y la verdad no me importa, estoy en mi lugar favorito, en lo brazos de mi Leo, de mi amor…

Nos quedamos un rato mas en el bar al aire libre, disfrutando de un bello atardecer, prácticamente he olvidado lo referente a la mujer misteriosa, pero aun tengo la intriga de saber no solamente quien es, sino de donde la conozco, porque por mas que le he dado vuelta no logro encontrar la respuesta, podría jurar que a ella no la he visto antes, pero tampoco estoy segura.



Ya caída la noche, siendo un poco mas de las nueve y a pesar de que quedan dos horas para que el barco zarpe, decidimos regresar estamos cansados, hemos tenido un día maratónico, mañana iremos a las Islas Vírgenes, aunque con lo agotada que estoy no sé si salga siquiera de la cama.












              

miércoles, 22 de enero de 2014

Capitulo VII



                                                      
Dudas, miedos e incertidumbres…



Estoy sentada en el borde de la cama, recuperándome de las palabras de mi esposo. Intento levantarme de mi sitio pero Leo me lo impide, se agacha delante de mi sin dejar de mirarme a los ojos, sube un poco mi vestido saca uno de mis zapatos, comienza un maravilloso e incitante masaje, que va desde los dedos, pasando por mi pantorrilla hasta llegar un poco mas arriba de la rodilla, para descender dejando un reguero de besos de regreso al lugar donde empezó.

Al llegar a mi pie lo coloca en el suelo para apoderarse del otro y hacer lo mismo que hizo con el anterior, subir con el roce de sus manos y bajar con el de sus labios. Estoy perdida en la inmensidad de sus hermosos ojos, ninguno de los dos dice nada, solo con la mirada logramos transmitir lo que sentimos en este instante.

Al finalizar con mi otra extremidad, se levanta lentamente me tiende una mano, en silencio me guía hasta un hermoso sillón que hay a un costado de la cama. Me da un galante beso en la mano, se coloca detrás de mí. Sutilmente comienza a quitarme la ropa, no sin antes besar y acariciar mis hombros.

Desliza suavemente el cierre hasta llegar a mi cintura, nuevamente esta frente a mí para ayudarme a salir del vestido. Sus ojos me examinan de arriba a bajo haciéndome ruborizar, se acerca a mi cuerpo lenta y sensualmente. 

- No tienes nada de que avergonzarte Tati, eres hermosa – pronuncia con su voz ronca, que me hace delirar

- Aún no me acostumbro a esto – expreso refiriéndome a mi desnudez

- Lo sé –

Se acerca a la mesita de noche, sacando un pequeño control blanco, teclea unos botones, al instante la luz de la habitación desciende, para únicamente brindarnos una tenue iluminación.

- ¿Mejor? – pregunta sin dejar de observarme aun en la penumbra. Solo logro asentir – he esperado este momento desde que te conocí, muero por hacerte completamente mía

- Siempre he sido tuya Leo, desde aquella conferencia nunca ha habido nadie mas…y nunca lo habrá – expongo con los sentimientos a flor de piel

- Nadie masNunca…

Y con este último enunciado nos fundimos en un ardiente beso. Caricias van y vienen, el único sonido que se escucha en el cuarto es el romper de las olas y el jadeo de nuestras respiraciones. En contra de mis deseos me separo de mi esposo, haciendo un esfuerzo sobre humano logro mascullar

- ¿Amor donde esta el bolso que tenía en la habitación?

- ¡No te preocupes! Todo está aquí nena – responde y continua besándome

- Lo necesito…es parte de la sorpresa que te mencioné antes – le explico

Leo suspira, abre una puerta que ni había visto, en realidad no he podido detallar nada, solo a este hombre maravilloso. ¿En qué momento se quito la ropa quedando sólo en boxer? Dios si que esta bueno, como lo amo...

- Aquí esta Tati – me saca de mi ensoñación

- ¡Gracias! ¿El baño? – pregunto señalando otra puerta. Él afirma con un pequeño gesto – ya vuelvo, no vayas a ningún lado – trato de sonar coqueta

- Aquí espero como un niño bueno – indica tratando de aguantar la risa – demasiado bueno – dice muy bajito ya después que he entrado.

- Te escuché - grito desde el otro lado de la puerta

Ahora si las risas de mi marido se hacen escuchar, como me gusta saberlo feliz.

Empiezo a buscar desesperadamente el hermoso regalo que me dio Cynthia para mi “noche de bodas”, hago un desorden de ropa hasta que lo encuentro, lo aprieto fuertemente contra mi pecho, suspiro unas cuantas veces para calmar mis crecientes nervios, si bien no soy virgen, tampoco soy una gran experta.

En realidad esa era mi intención, esperar hasta después de casada, después de mucho meditarlo decidí  comentarlo un día con Leonardo me explico que eso no era ningún problema, que él sabría esperar hasta que estuviera lista, y si era después de casarnos pues que así sería.

Una vez que salimos a cenar y luego a dar un paseo, al llegar a mi apartamento, no sé de dónde saque el valor para invitarlo a subir pero lo hice, él dudoso acepto, quería respetar mi decisión de esperar, con acciones como ésta se lo ponía difícil, muy difícil.

Al llegar a mi piso, la incertidumbre estaba plasmada en la cara de mi entonces prometido, pero yo no tenía dudas, estaba decidida, quería estar con él, ya era dueño de mi corazón, era el momento de entregarle mi cuerpo. Ni hablar que fue maravilloso, fue eso y más. Hoy día no me arrepiento de haber tomado esa decisión.

Volví a respirar profundo alejando los buenos recuerdos así como mis nervios. Me quité las medias, pues era lo único que llevaba puesto, ¿cuándo me quito mi corsé y ropa interior este hombre? Definitivamente tiene mucha experiencia. Muevo mi cabeza tratando de no ir a “ese lugar” en este momento, si pienso mucho con cuantas mujeres ha estado… ¡NO! olvídalo, no importa el pasado, sólo el presente que vivimos. Éste amor que sentimos el uno por el otro, es a ti a quien escogió, es a ti a quien quiere a su lado…y en su cama.

Con éste pensamiento me visto rápidamente, además sólo es una diminuta braga, una casi transparente bata, decido salir descalza.
Abro la puerta y allí está mi amado esposo, únicamente en ropa interior con una copa en la mano, al mirarme lentamente deja su bebida en la mesita al lado de la botella. Respiro profundo e intento ir a su encuentro.




- No- susurra- déjame admirarte – indica a la vez que lentamente viene hacia mi – eres como un ángel mi bella Tati

- ¿Cómo un ángel Leo? – pregunto insegura ante su declaración

- Tienes razón, eres un ángel – se acerca a mi sin tocarme- Dios debe haber perdonado mis errores al ponerte en mi camino, sólo así explico que estés en mi vida – me acaricia la mejilla delicadamente con una mano mientras con la otra me toma de la cintura para acercarme a él

- Estoy en tu vida porque te amo, eres un hombre maravilloso, siempre lo has sido, únicamente estabas en el camino errado, además es una ventaja para mi – declaro mientras mis manos vagan por su pecho

- Ahh si, me podrías explicar cómo es eso? – dice juguetón

- Fácil…ellas – refiriéndome a las “mujeres” con quien ha estado- les tocó lo verde y a mi lo maduro

- Eres una tramposa ¿sabías?

- ¿Yo? – me hago la indignada- para nada, quizás si hubiera llegado a tu vida antes, también me hubiera tocado lo verde y hoy otra…

- No Tati – me impide continuar – si hubieras llegado antes a mi vida…esto no cambiaría, me enamoraría de ti e igual serías mi esposa, no se trata de tiempo o lugar, sino de ti, eres y siempre serás tú

Me abraza, emprende una lenta pero divina tortura de besos y caricias, sin separarnos nos acercamos a la cama donde sutilmente me posa, apoyado sólo en sus codos. Comienza a jugar con mis labios, mi lengua, para continuar con mi cuello. Roza mis pechos sobre la delicada tela, gimo en respuesta, allí se entretiene un rato hasta que satisfecho continua su descenso hasta mi vientre, pasa su lengua por mi ombligo lo que me hace gimotear, al llegar al húmedo y necesitado centro de mi ser, ya no soy dueña de mis actos, el magníficamente hace de las suyas, antes de darme cuenta alcanzo mi liberación gracias a su ávida boca. 

Sin darme tiempo a reponerme de un primer maravilloso orgasmo, se deshace de la poca tela que cubre mi cuerpo, me besa, siento mi sabor en sus labios, con una certero movimiento esta dentro de mi, llenándome con todo su ser, nos movemos al unísono, al compás del ritmo del nuestro amor, profiriéndonos palabras llenas de pasión, hasta que bajo un sinfín de jadeos, culminamos juntos satisfechos, extasiados.

Ya cuando nuestras respiraciones se calman, nuestros corazones se apaciguan, Leo se acuesta acomodándome a su lado para poder abrazarme como si no quisiera dejarme ir, me acaricia una y otra vez, hasta que no soy consciente de nada, caigo rendida en un profundo sueño.

No se cuanto tiempo ha transcurrido, si muchas o nada mas algunas horas, hago un gran esfuerzo para abrir los ojos para darme cuenta que me encuentro sola en la cama. Me espabilo un poco, entonces escucho ruido proveniente del baño, me levanto tapando mi desnudez con la sabana y me dirijo al lugar donde asumo se encuentra mi amado esposo.

- ¿Se puede?- pregunto dando unos pequeños golpes a la puerta

- ¡Por supuesto, amor! Adelante - responde Leo abriéndome la puerta para mostrarse en todo su esplendor como Dios lo trajo al mundo. 
   
Me quedo en la puerta admirándolo, ¿qué hice tan bien para merecer a un hombre tan espectacular?

- Soy un hombre casado, así que le agradezco no me mire de forma tan descarada, mi mujer es muy celosa! – afirma muy divertido

- Una mujer afortunada su esposa

- No tanto como yo – indica acercándose a mi para darme un beso y rodearme con sus brazos - ¿cómo dormiste preciosa, descansaste?

- ¡De maravilla! También soy una mujer felizmente recién casada- le sigo el juego- Mi esposo me agotó de tal manera que creo en vez de dormir caí en un coma profundo.

La carcajada por parte de Leo no se hace esperar

- Me alegro que así haya sido. Estoy preparando la bañera. Después bajaremos a comer algo, si quieres podemos ir un rato a la playa o dar una paseo, lo que prefieras – sugiere

- La playa esta bien. ¿Tienes mucho tiempo en pie, Por qué no me despertaste? – lo cuestiono

- Apenas un rato, se que estabas agotada, por lo que baje a ordenar la comida, luego a preparar el baño para cuando te levantaras estuviera todo listo

- Bien pensado amor.

Nos metemos en la hermosa bañera llena de espuma, que más bien parece jacuzzi, el ambiente esta impregnado con un fresco olor a frutas tropicales, nos posicionamos uno frente al otro, tomo el jabón y la esponja, con delicadeza lavo cada parte de su cuerpo, igualmente como luego el lo hace con el mío, las caricias que en un principio son inocentes, van subiendo de tono.

No hay parte de mi anatomía que no mimara con un suave roce, poco a poco siento como mi piel arde y no precisamente por la temperatura del agua, mis manos recorren su humanidad prodigándole atenciones a todos  sus rincones, nos perdemos en la inmensidad del momento, haciéndonos uno solo al instante de alcanzar el clímax.

Quedamos abrazados, él detrás de mi, yo recostada sobre su pecho con mi cabeza apoyada en su hombro, conversamos, reímos, nos relajamos, hasta que empezamos a sentir frío ya que el agua ha perdido toda la calidez.

Salimos de la tina, nos secamos entre mas besos y arrumacos, en el cuarto compruebo el buen gusto de mi esposo a la hora de vestir, la ropa que encuentro en mi equipaje es perfecta, como si yo misma la hubiera guardado, reconozco algunas prendas, otras son simplemente nuevas. Opto por un sencillo traje de baño rojo de dos piezas, con un vestido playero negro, pulseras de colores, me recojo el cabello, brillo labial y estoy lista!



 Ni cuenta me doy que mi amado hombre esta admirándome desde el otro lado de la habitación, no se cuanto tiempo lleva allí observándome como si quisiera devorarme. A través del espejo lo veo acercarse a mí.

- Muero de hambre – expongo de inmediato, sino del cuarto no salimos

- ¡Yo también! – dice sin dejar de mirarme de manera lujuriosa

- No me refiero a “esa” comida – manifiesto con una amplia sonrisa

- Podría comerte en el desayuno, almuerzo, cena, merienda y nunca tendría suficiente de ti – explica mientras me levanta – pero tienes razón –suspira- bajemos antes que no salgamos en todo el día de este lugar

Comemos entre risas y besos, Leonardo me comenta que ha quedado para que cenemos con mi familia esta noche, ya luego estaremos dos días más en esta casa, para luego partir a Miami. Desde allá continuaremos con nuestra luna de miel.

- ¿No me piensas decir más nada?- quizás logre sacarle alguna información  extra sobre nuestro próximo destino.

- Nop, ya te dije lo que necesitabas saber. Ahora salgamos de aquí, antes que te lleve de regreso a la habitación y te tenga a ti de merienda – propone dándome una juguetona nalgada.

- ¡No me quejaría!

- No me provoques Tati, No me provoques - me advierte divertido

Pasamos el resto del día en la playa, nos refrescamos en el mar, paseamos, por supuesto no faltaron los intensos besos, caricias. Ya al finalizar la tarde, decidimos regresar para descansar un poco antes de ir a la cena.




La comida ha sido excelente, Leo opta por un acogedor restaurante cerca del mar, nos reunimos con mi abuela, mama, Valeria, mi Tío Álvaro y Cynthia. Les decimos adiós entre lágrimas, abrazos y buenos deseos. Mi corazón esta dividido entre la tristeza de dejar a mi gente, la alegría y emoción de comenzar una nueva etapa en mi vida junto a la persona que amo.

Los siguientes dos días resultan maravillosos, playa, sol, paseos, comidas, besos, caricias, pero sobre todo muchas horas de buen sexo, hacemos el amor de mil maneras y en mil lugares. Leo cumple su amenaza de no salir del habitación un día…¡lo cual me ha encantado!

Al llegar a Miami, nos espera una de las asistentes de la oficina, la Sra. White, quien me atendió aquella vez que decidí llamarlo cuando comenzó nuestra historia. Se encargo de todo, y cuando digo todo, es porque trae nuevas maletas llenas de cualquier cosa que necesitemos para el siguiente tramo del viaje, el cual consiste en un hermoso crucero por el caribe, mas playa y sol, ¡lo que más me gusta!

                                                                      Sra. Diana White

- Pensé en alquilar un yate, hacer el viaje por nuestra cuenta, pero supuse que te disfrutarías mas hacerlo en un crucero, en algún momento me lo mencionaste, así que Sra. D’Lucca, otro deseo concedido.

- Gracias! Esto es maravilloso – expongo señalando el inmenso barco que tenemos en frente



- Son veintiún días de viaje, en los cuales visitaremos Cayo Hueso, San Juan (Puerto Rico), Islas Vírgenes (EEUU), St. Johns (Antigua), Castries y Soufriere (Santa Lucia), Curazao, Aruba, Isla Caimán, Bahía Mahogany (Honduras), Santo Tomas (Guatemala), Costa Maya (Mexico) y regresamos a Florida, pero al desembarcar continuamos con nuestra luna de miel – me explica Leonardo.

- Guao amor, ¡sabes que eres lo máximo! – Digo al mismo tiempo que lo abrazo y lo beso – después del crucero iremos a…- dejo incompleta la oración, esperando él la termine

- Sorpresa – es su única respuesta

- Nada pierdo con intentar – expongo como excusa 

- Si te portas bien, consideraré darte algunas pistas- propone coqueto

- Oh, verás lo buena que puedo llegar a ser cuando me interesa – confieso guiñándole un ojo y caminando en dirección al inmenso barco ante un asombrado Leo

Siento la risa de mi esposo que viene caminando detrás de mi. Confirmamos lo referente al embarque, dejamos el equipaje para que lo lleven a nuestro camarote. Por ser VIP no tenemos que esperar mucho, menos aun hacer cola alguna. Entramos directo, nos recibe el capitán junto con algunos de sus oficiales.

- Bienvenidos a bordo Sr. y Sra. D’Lucca. Un honor tenerlos aquí, que nos hayan escogido para pasar parte de su luna de miel- nos recibe cordialmente dándole un apretón de mano a mi esposo, a mi como todo un caballero me da un beso en el dorso de la mano

- Gracias Capitán! – Respondemos Leo y yo al unísono

- Suban a sus camarotes, en un rato más nos reuniremos. Leonardo un gusto volver a verte – agrega con un fuerte abrazo.

- El gusto es mío Nic, el viejo te manda saludos

OK, ¿estos dos de dónde se conocen?, porque el capitán es mucho mayor que Leo, de seguro ha viajado en mas de una oportunidad y por eso…..entonces caigo en cuenta que no es un viaje especial para él como es para mi, pues dudo mucho que las veces anteriores viniera solo. Es que lo mato, al llegar a la habitación, lo lanzo por la borda, no se salva ni que…

- Un placer señora D’Lucca, cualquier cosa que necesite no dude en avisarme- ofrece el capitán trayéndome de regreso, mis pensamientos me tenían lejos

- Muchas gracias – respondo lo mas cordial, tratando de sonreír, pero estoy que echo chispas

Uno de los oficiales nos indica el camino para llevarnos a nuestro cuarto, vamos en silencio, lo cual agradezco no quiero armar un espectáculo delante de todos y si Leonardo me dice cualquier cosa, voy a explotar.

Llegamos, el chico abre la puerta, paso veloz murmurando un “gracias”, el muchacho le explica ciertas cosas a mi esposo que no logro escuchar pues sigo directo al baño, aunque no se donde queda, tampoco le he dado chance de decirlo, total no es que me voy a perder aquí adentro, ni que fuera tan grande.

Yo y mi bocota, claro no alquiló un Yate privado, pero si pagó por una habitación, que más bien parece un apartamento, cama king, sala, terraza, el baño es súper espacioso, todo esto es inmenso! ¿También se quedaría en estos camarotes? Por mas que lo intento no puedo dejar de preguntármelo.



Ahora que hago, tampoco es que voy a  pasarme el viaje encerrada en el baño, o molesta con él, bueno eso si debería, pero sinceramente no se podría. Me lavo la cara una y otra vez, quizás el agua fría me ayude a aclarar mis ideas. Leonardo me pregunta un par de veces si me encontraba bien, le conteste con “ujum” en ambas oportunidades, no queda convencido porque puedo oír maldiciones y murmuraciones por lo bajo, pero al menos funciona, ha dejado de molestar.

¿Cómo un viaje que inicia de manera tan maravillosa se convierte en esto? Yo encerrada en el baño, mi esposo en la habitación contigua, no está bien. Respiro profundo un par de veces, pidiéndole al cielo me dé un poco de coraje para enfrentarlo sin ceder tregua. Cierro los ojos y salgo.

Miro para todos lados, no veo a mi esposo por ninguna parte, quizás se canso esperarme, se fue, ¿de verdad se fue?

- ¿Estás bien, nena? – Pregunta sobresaltándome – me tenías preocupado- intenta abrazarme, yo sencillamente no puedo así que me alejo.

Leo está extrañado por mi reacción, tiene el ceño fruncido, pasa sus manos por su cara, claro gesto de frustración y confusión.
- ¿Tatiana, qué esta pasando? – cuestiona preocupado

- Ni siquiera pudiste…- no puedo terminar la frase y ya estoy hecha un mar de lagrimas, esto es demasiado para mí.

- Hey ¿qué sucede princesa, por qué estas así? ¿Te sientes mal? – puedo notar un tono de angustia en su voz.

Pero no puedo, por más que quiera sencillamente las palabras no salen de mi boca, cada vez que lo intento sólo consigo sollozar mas, me abrazo a su pecho y lloro…

- Amor me estoy poniendo nervioso, ¿estás enferma, qué ocurre? Me di cuenta apenas subimos que tu semblante cambió, sé que te mareas, pero creí… – guarda silencio, lo oigo suspirar - si quieres nos vamos nena, no importa donde lo único que quiero es estar contigo.

Esas palabras me hacen llorar más, pero a la vez me confunden ¿y si me precipité al juzgarlo? mis dudas...me limpio rápidamente las lagrimas, me separo de su abrazo y le pregunto.

- ¿Por qué me trajiste aquí?

- Porque sé lo mucho que te gusta el mar, tus ganas de hacer un crucero… ¿qué ocurre, por qué lo preguntas? – cuestiona un muy confundido Leonardo

- ¿De dónde conoces al capitán? – le pregunto en respuesta

Leo se extraña aún más, se queda mirándome unos minutos, hasta que al parecer los engranes de su cabeza hacen ‘click’ suelta una sonora carcajada que sólo logra hacerme enojar mas. Muy tranquilo se sienta en uno de los sillones tratando de contener la risa.

- Así que de eso se trata todo esto. ¿De dónde piensas tú que lo conozco Tati? - inquiere en tono divertido.

- No me respondas con una pregunta Leonardo!!! – Agrego molesta – has el favor de responderme, ¿por qué parecen tan cercanos ese hombre y tú? ¿Cuántas veces has hecho este crucero? ¿Esta habitación es la misma en la que te has quedado antes y sabrá Dios con cuantas mujeres? - escupo cada pregunta mientras que mi rabia va en aumento.

Mi querido esposo se levanta de su asiento, se acerca al mini bar, saca unas botellas de agua me ofrece una, niego con la cabeza. Destapa la suya lenta y pausadamente la bebe hasta que no queda ni una gota.

- ¿No piensas decirme nada? – Su silencio y calma me desesperan- ¿no pensaste lo importante que es esto para mi? quería…quería- y ya está, de nuevo mis lagrimas no me dejan decir una palabra más.

Salgo a la terraza, siento que el calor y la humedad me ahogan, respiro una y otra vez, ¿Por qué debemos comenzar así? Sé que soy muy desconfiada, no de él sino de mi misma, me da terror no ser suficiente para él, si nos amamos, pero en la cama…cierro los ojos, por más que trato de no recordar, las palabras de Kathleen las tengo clavadas como un puñal.

Escucho que abren la puerta, Leo se acerca cuidadosamente, se detiene detrás de mí, muy cerca casi rozándome pero sin tocarme, sabe que estoy furiosa. Siento su respiración, sé que esta pensando bien que palabras usar.

- ¿Tatiana, porque desconfías así de mi? – pregunta herido por mi actitud- ¿crees que esto no es un momento especial para mi también?...no puedo cambiar mi pasado ni con quien estuve, le doy gracias al cielo que en tu vida solo exista yo, porque no sabría soportarlo.

Me volteo para quedar de frente, intento hablar pero Leo me lo impide.

- ¿Podrías darme el beneficio de la duda antes de actuar de esta manera? – pide con voz calmada - no quiero hablar de eso, sabes que no me gusta pero te lo voy a aclarar…estas al tanto que antes que llegaras a mi vida salía con muchas mujeres, pero sólo era para tener sexo, una comida, salir a bailar y ya. Nunca, escucha bien nunca viajé con ninguna de ellas, ni siquiera fuera de la ciudad, no quería ningún compromiso con nadie.

- Tengo miedo - confieso

-¿Miedo? – pregunta  Leo desconcertado – ¿de mí?

- ¡NOOO! – exclamo de inmediato, su semblante cambia y escucho como suelta su respiración – por favor mi vida de ti nunca, has sido maravilloso en todo…es de…de mi…de no ser…- Dios cuanto me cuesta explicarle- me da miedo que te aburras de mí en la cama, me dejes o peor aún, que te busques a otra.

- ¿Otra vez con eso, nena?  - expresa mientras se acerca y me toma de las manos - Ya te lo dije, te lo repito eres a quien quiero a mi lado, en mi cama. Es a ti a quien deseo ver antes de dormir y al despertarme ¿por qué te cuesta tanto creerlo? – cuestiona 

 - Ella..- respondo cerrando los ojos

- No se lo permitas Tati- expone sabiendo a quien me refiero- eso es lo que quiere, sabe que solo tu podrías alejarme de ti, no dejes que lo haga.

- Perdóname, ¡Perdóname! He sido una tonta, ¿cómo pude arruinar el día con mis estúpidas inseguridades? – lo abrazo fuertemente – te Amo Leo no quiero perderte, no lo soportaría.

- ¡No hay nada que perdonar, princesa! – me toma la cara entre sus manos para mirarme a los ojos- te Amo Tati y eso nunca ocurrirá – afirma

Me da un beso, haciéndome olvidar de momento el mal rato que antes nos hice pasar, porque fue mí culpa, mis dudas, miedos e incertidumbres las que nos pusieron allí. Con cada beso, cada caricia siento su amor, su entrega. Este hombre me adora de la misma manera que yo lo hago. Separa sus labios de los míos, quedándonos juntos, rodeándome con sus brazos, admirando el hermoso paisaje que nos brinda la terraza de la habitación.

- El capitán es amigo de la familia, de mi abuelo específicamente- explica aguantando la risa

- ¿Te parece gracioso? – intento sonar molesta

- La verdad si nena, te ves muy linda celosa y enojada – expresa divertido- quizás deba hacer…

- ¡Leonardo Arturo D’Lucca Stone ni se te ocurra! – lo regaño adivinando sus intenciones – ¡No me vas a poner celosa por gusto!!!

- Lo dicho, te ves hermosa - dice soltando una sonora carcajada

- ¡Eres imposible!

Estamos un rato más en la terraza, charlando, Leo me contó que su abuelo y el Capitán Nicolás Meyers fueron vecinos además que estudiaron juntos hasta que cada uno se fue a distintas universidades, pero que siempre mantuvieron contacto. Que nos invitó a su mesa para la cena.

Salimos a dar un paseo para conocer el barco, si que es inmenso. Piscina, bar, gym, librería, restaurantes, spa, teatro. Sin bajar de aquí hay mucho que hacer eso seguro.



Seguimos conociendo un poco más, esta casi  lleno, las personas siguen abordando. Leo me pregunta si quiero subir así descanso y tengo tiempo suficiente de arreglarme para esta noche, puedo usar los servicios de una estilista que esta a bordo o ir a la peluquería, pero que es una cena formal. Preocupada le pregunto por la ropa.

- Todo esta listo, no te preocupes por eso. Hay unas prendas que de seguro te quedaran hermosas, accesorios, zapatos…todo. Sólo debes escoger que quieres usar hoy y ya.

Optamos por dar una última vuelta, para luego subir, no quiero andar con apuros más tarde.

Al entrar a la habitación veo que hay un arreglo de frutas y chocolate en forma de corazón, al lado una botella de vino blanco junto con un par de copas. Me giro para mirar a mi esposo, que esta con una picara sonrisa.




- Con razón, tanta insistencia no era para que yo tuviera tiempo de alistarme, sino por eso – indico señalando la mesa

- Por las dos cosas- revela acercándose a mi – quiero probar esas fresas de tu boca, saborear ese vino de tu cuerpo – me sujeta de la cintura y me pega a él – no hay nada que desee más en este momento que tocar tu piel, sentir como te estremeces con mis caricias, estar dentro de ti hasta perder el sentido…muero por hacerte el amor nena.

- ¿Qué esperas? – Digo con la voz entrecortada por la excitación – bésame, bésame y hazme tuya.

Leo gruñe por mi proposición, roza mis labios con su lengua para luego introducirla en mi boca, me saborea, nos saboreamos, nuestras manos recorren nuestros cuerpos que arden por la pasión del momento. Sin perder tiempo nos despojamos de la ropa, ni un instante rompemos el contacto, el espacio se llena de gemidos, susurros, el sonido de nuestras respiraciones rebota en cada rincón. Nos posamos en un sillón puesto que está más cerca que la cama. Leonardo me besa de pies a cabeza, yo solo me estremezco en sus manos tal como lo quería. Se hunde en mi interior, siento como llena cada centímetro de mí, me hace suya de esa manera tan especial, única.

- No creo pueda aguantar mas – balbuceo, no logro articular nada más

- Déjate llevar- responde Leo con un gruñido

Y con estas palabras toco las estrellas, seguido por mi amado esposo que pronuncia mi nombre cuando alcanza su liberación. Estamos exhaustos pero felices, con un ágil movimiento, cambiamos de posición y ahora estoy sobre Leo quien me acaricia la espalda, mientras conversamos un poco más.

No se cuando, pero me dormí en los brazos de mi amor, Mi Único Amor. Abro los ojos, me doy cuenta que estoy en la cama, una fina sabana cubre mi desnudez, mi maravilloso hombre descansa a mi lado. Trato de moverme, cuando siento que una mano me tiene presa por la cintura 

- ¿A dónde crees que vas? – pregunta con su voz aún mas ronca por el sueño.

- Quiero saber que hora es - le informo, fracasando cuando intento levantarme

- ¿Para qué? – cuestiona con los ojos cerrados, acercándome más a su cuerpo.

- Tenemos una cena, quiero prepararme con tiempo amor -

Se gira sin soltar su agarre en mi, saca el reloj de la mesa de noche, mira la hora, se sienta de un brinco.

- ¡Diablos! – Exclama – mejor ve a arreglarte, quedan poco de dos horas – me da un beso y se levanta.

- Todavía es temprano – lo tranquilizo – sabes que no me toma demasiado tiempo estar lista.

Él va directo al baño, oigo el agua correr, así que voy al vestidor a escoger mi atuendo. Me sorprendo al ver nuestras cosas desempacadas, todo súper bien arreglado. Reviso entre la ropa, hasta que encuentro un hermoso vestido verde claro, estilo griego, creo que ira muy bien para esta primera noche. Busco accesorio y zapatos a juego. Listo.

Salgo para irme a la ducha cuando me percato que las frutas y el vino ni los tocamos.

- ¡Ya habrá tiempo cuando volvamos! – propone mi amado que está  saliendo del baño completamente desnudo con una toalla en el cuello.

Me quedo embobada deleitándome con el hermoso hombre parado delante de mí.

-  ¿Tati? – me llama frunciendo el ceño

- Disculpa, me entretuve con el maravilloso paisaje – digo mirándolo de arriba a abajo  

- Me alegra que te guste lo que ves – se acerca a mi – pero si queremos ir a esa cena mejor ve a arreglarte – me da un pequeño azote en el trasero.

- Pues si no quieres que me distraiga no salgas así- lo señalo mientras voy en dirección al baño

Me doy una ducha, me seco el cabello, me visto y maquillo, en todo este rato ni se en donde ha estado Leo. Supongo que en la otra estancia, allí hay una TV quizás esta distraído mirándola, sólo espero este listo. Me doy una última mirada al espejo antes de salir.




Abro la puerta, me sorprendo cuando cruzo el umbral y me encuentro a mi marido parado con un traje gris oscuro, camisa negra, corbata blanca, barba tipo descuidada. Esta con una mano en su bolsillo. ¡Dios se ve tan sexi!



-  ¡Estas Hermosa! – Pronuncia acercándose a mi – soy un hombre afortunado, seré la envidia de  todos en el barco.

- Pues tú  no te estas nada mal,  ¡luces sexi! – le indico acercándome a él.

Me da un casto beso, galante me ofrece su brazo y me guía a la salida. 

- La noche apenas comienza….y tengo muchos planes para nosotros – susurra en mi oído.
   
              




“El que da, no debe volver a acordarse; pero el que recibe nunca debe olvidar.”
(Proverbio Hebreo)

Por eso nunca olvido Susana, Gracias Gracias Gracias…


Mis palabras de agradecimiento también para aquellos que toman un poco de su tiempo para leer y dejar sus comentarios.


Nos vemos el próximo miércoles...besitos