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miércoles, 30 de abril de 2014

Cpitulo XIII


                                                      
Un reencuentro lleno de alegrías…

Estamos un rato mas abrazados admirando el radiante sol que se alzaba frente a nuestros ojos, hasta que mi sobreprotector marido me lleva hasta nuestra habitación para que pueda descansar. Pues según él, he abusado demasiado, ya que el medico mando reposo, a lo que no me opuse de ninguna manera, de verdad necesito recobrar fuerzas para volver al hospital.

Claro que una cosa piensa el burro y otra muy distinta quien lo arrea, mis planes son drásticamente cambiados tan pronto entramos al cuarto, ya que después de que mi hermoso hombre de ojos verdes me dejara acostada en la cama, observo súper extrañada  como no solo se dirige al baño, sino que abre la ducha; sé que no estamos tan limpios después de preparar esas ricas tostadas francesas, pero hemos estado aun peor y eso no ha impedido acurrucarnos un par de horas para reponer energías.

Veo salir al protagonista de todos mis sueños húmedos y secos muy bien aseado en dirección al vestidor, lo sigo con la mirada sin emitir sonido, quizás va por un pantalón de pijama o un boxer, lo que me parece raro es que está bien peinado, puesto que vamos a dormir no le veo el sentido.

Ya no aguanto un minuto más esta incertidumbre, por lo que sacando fuerzas de donde no las tengo me levanto poco a poco de la cama para ir a su encuentro. Cual es mi mayor sorpresa, Leonardo esta vestido con un jeans, camisa manga larga y justo esta buscando una chaqueta, esa de cuero que tanto me gusta, le queda como un guante. Con estas vistas hasta olvide porque me levante de la cama...ahh si saber qué piensa hacer mi marido.


-¿Se puede saber qué haces?- pregunto señalándolo

- ¿Qué haces levantada nena? 

- No me has respondido- inquiero

-Tú tampoco-contesta de manera melosa acercándose a mí

- Leo- lo reprendo

- ¿Si, nena? - responde mientras comienza a besarme el  cuello

- Se lo que estás tratando de hacer Sr. D'Lucca y te advierto que no va a funcionar - expreso y aunque trato de sonar segura mi voz me traiciona

- ¿Y qué se supone estoy haciendo, Tati? ¿Acaso un hombre enamorado no puede hacerle un cariño a su esposa? – intenta cambiarme el tema y evadir mi cuestionamiento. Pero no va a ser tan sencillo

- ¿Para dónde vas así vestido? - logro articular

- Al hospital a ver como amaneció el nonno

-Pues espérame que voy contigo- anuncio  convencida

-No nena, tú te quedas aquí a descansar un rato. Cualquier novedad, te aviso enseguida- responde separándose de mí, colocándose su chaqueta.

-Pero...

-Sin peros Tati, mas tarde puedes ir, yo mismo te mando a buscar- me da un beso en los labios y con eso se que la discusión llego a su fin.

Suspiro derrotada me doy la media vuelta, me dirijo a mi cama si lo admito estoy agotada y unas horas de sueño no me vendrían mal. Me acuesto boca abajo nada mas mi cabeza toca la almohada y caigo rendida en un profundo sueño.

A lo lejos escucho una melodía muy familiar, levanto mi cabeza para encontrarme que aunque estoy en la misma posición que cuando me acosté unas ¿horas? atras, puedo decir que cierto hombre proyector paso por acá antes de irse, pues casi ni me veo entre tanta cobija que tengo encima. Me río par mis adentros, así es Leo, siempre pendiente de mí. Mi atención vuelve a la música proveniente de mi celular, como propulsada por resortes me levanto en busca de ese aparato ruidoso. Lo encuentro en una mesita lejana, conectado al cargador mi esposo siempre pensando en todo.

-Pensé que estabas muerta!- me gritan del otro lado- casi bajo a llamar al conserje para que tumbe la puerta.

- ¿Estas afuera? - vocifero emocionada, corriendo a abrirle a mi hermana del alma

Bajo las escaleras de dos en dos aun con el teléfono pegado a mi oído. Tomo las llaves que están justo sobre la rinconera del portal y abro.

-Amiiii- gritamos las dos al unísono




Así como al mismo tiempo hacemos una mueca de dolor y alejamos el teléfono de nuestros perturbados oídos que han sufrido por nuestro escandaloso saludo. Nos damos un caluroso abrazo y como dos niñas entramos en el apartamento con nuestros brazos entrelazados.

-No tienes idea de cuento te extrañe- le  confieso mientras nos dirigimos a la cocina, necesito urgentemente mi dosis de cafeína

-Por lo visto mi súper cuñadito sabe como mantenerte
ocupada- dice muerta de risa señalando el desastre que hay sobre los mesones y el piso.

Yo inmediatamente me sonrojo, no recordaba eso  sino la hubiera llevado directo a la habitación. OK, eso sonó más como algo que diría Leo

- Estábamos muy  cansados para recoger todo esto - me excuso mientras  comienzo a arreglar  cada cosa en su lugar.

- Si y la gama de colores que van del rosa pálido  pasando por carmesí para terminar en rojo pasión- esto último lo dice moviendo de manera sugerente sus cejas- que han pasado por tu rostro es de la agitación de verme

- No es lo que piensas flaca, solo hicimos una cena tardía o desayuno adelantado,  como prefieras llamarlo

-Una comida completa y balanceada - expresa y allí las dos soltamos una sonora carcajada

-Es una lástima que tuvieran que dejar la luna miel en stand by, pero es obvio que debían volver de inmediato.

- Así es, la familia esta primero, además sabes que el nonno es súper importante par mi, ni que decir para Leo.

- Si, hasta yo lo adoro, ese hombre es especial - afirma Cynthia -te acompaño a verlo mas tarde, después que hayamos comido algo.

Entre risas, cuentos y alegría dejamos ordenada nuevamente mi hermosa  cocina, blanca brillante y reluciente  como si aquí nada hubiera pasado. Aunque si pasó recuerdo.

Con nuestras grandes tazas de café nos vamos al  cuarto, de esa manera podemos seguir charlando mientras me baño y me visto. Nos sentamos en  cómodo mueble de la habitación para estar mas a gusto.  Cuando caigo en  cuenta que no se como mi amiga se ha enterado de nuestro retorno, aunque tengo mi sospecha quiero tener la certeza.

-  ¿Cómo supiste que habíamos regresado?

- Leito me llamo temprano, me explico lo del Sr. Angelo y porque estaban tan pronto en Miami. También me  contó el susto que les hiciste pasar ayer cuando te desmayaste en sus brazos.

- Que raro... ¿qué mas te contó ese chismoso? - digo volteando los ojos.

- Entiéndelo Tatiana Valentina, se preocupa porque te ama…todos te amamos, deja de levantar muros a tu alrededor - expresa tomando mi mano cariñosamente- déjalo llegar a ti.

Las dos nos quedamos en silencio, ella dándome tiempo para analizar lo que acaba de decirme...yo pensando que tiene toda la razón, amo a Leonardo mas que a mi vida, estoy segura de lo que él siente por mi. Como dice mi abuela Aurora, la carga entre dos siempre es menor, todo es más llevadero cuando tienes a tu lado  alguien.

-¿También te dijo que pensó que yo estaba embarazada? -decido romper el silencio

-¿En serio? - Chyntia me mira con los ojos muy abiertos

- Y lo que es peor…lloré como un tonta cuando nos dieron los resultados de los exámenes que me mandó a hacer mientras aun estaba inconsciente, que obviamente salieron negativos - le confieso todo, entre nosotras nunca ha habido secretos,  claro ella siempre ha sido mas explicita y pintoresca por así decirlo

-¿Cómo así? No sabía que querías darme sobrinos tan rápido.

- Yo tampoco- me encojo de hombros- aunque es pronto, no puedo negarte que me encantaría tener un  chipilín a quien cuidar y darle mi amor - respondo emocionada,  a ese bebe podría darle todo aquello que nunca tuve y que siempre soñé, un papá y una mamá para verme crecer...una familia 

-Pues no se diga mas- expone una muy contenta y decidida Cynthia dando un salto- a ponerse a practicar. Pero primero a vestirse que ya la que casi se desmaya soy yo pero del hambre, porque con la sequía que hay de hombres buenos...

Me levanto sonriendo, allí donde ven a esta hermosa chica rubia, no ha sido muy afortunada cuando hablamos de amor. Ha salido en serio con tres chicos, con uno no llegaron a mucho, pues según palabras textuales de mi alocada amiga "faltaba chispa entre nosotros, no quiero saltarle encima, solo sentarme a su lado, y para eso te tengo a ti" eso es totalmente cierto, aunque se gustaban, existía cariño entre ellos fue más una relación amigos, pero nada mas trascendente.
Con el otro chico si hicieron buenas migas, tanto en la cama como fuera de ella, a pesar de no ser su primera vez, ”lo hizo” antes de cumplir los dieciocho y a pesar de que no fue algo traumático, siempre me dice que debió haber esperado, en fin ya no hay nada que hacer. 

Con este segundo chico, el noviazgo duró casi los dos años, hasta que él tuvo que mudarse a Phoenix por trabajo, estaba recién graduado en Ingeniería Electrónica, pues nada la distancia hizo que se enfriara todo, por lo que decidieron cortar por lo sano, hasta el sol de hoy mantienen contacto, pasaron la página y únicamente son amigos.

Del que creo que no se ha recuperado del todo, aunque no lo amaba de eso estoy segura, fue una relación muy difícil...el muy canalla la engaño desde un principio, estuvo con ella por una estúpida apuesta. A veces odio a los hombres.

Ya secándome después de una ducha caliente, doy gracias a Dios porque me tocó uno de los buenos. Decido mandarle un mensaje.

*Hola amor ¿cómo estás? Aquí bien, vistiéndome para salir con Cynthia a comer algo. Gracias por avisarle. Eres el mejor!*

*Ya estaba por llamarte nena ¿cómo te sientes? No quiero ser el mejor solo el único*

*Y lo eres, lo sabes  ;) ¿que noticias tienes del nonno?*

*Todo igual bebé ¿Mando al chofer por ustedes, o están bien por su cuenta?*

* Tranquilo Leo estaremos bien ¿necesitas algo?*

*A ti. Pero anda comparte un rato con la catira, seguro están como cotorras, dándole al pico jajaja*

*Como si no lo supieras. Comemos y salimos para allá ¿almorzaste?*

*Si, con papá. Te manda saludos. Y yo muchos besos nena, te amo*

*Igual. Te amo. Nos vemos al rato ;)*

*Bye baby*

* Jaja bye bye*

Ya en el auto seguimos con nuestra conversación, decir que Cynthia esta impresionada por lo que le conté de la hermana de Kathleen es poco.

-Ya decía yo que esa mujer es una perra con todas sus letras - expresa sumamente enojada mi amiga

-Ni que lo digas ¿puedes creer que le hizo eso a su hermana? qué dejará para el resto de los mortales - expreso, no estoy preocupada pero si sé que debo estar con los ojos bien abiertos cuando se trata de ella, pues dudo mucho se quede tranquila

-Más le vale que retroceda, no creo quiera conocerme enojada -amenaza y conociendo a mi amiga puedo garantizar que no son sólo palabras vacías.

- Ya verás que distinta es Kate, de seguro te va a caer muy bien, son muy parecidas – decido cambiar de tema, no quiero que nuestro buen humor cambie.

-¿Parecidas, en qué sentido? – pregunta como siempre curiosa la Srta. Miller

-Primero que nada, es muy inquieta, risueña, vive la vida al máximo, eso si no se deja de nadie – al describir a Kate parece que también estoy señalando cada rasgo y características que hacen de Cynthia la persona especial que es – no le importa lo que piensen los demás mientras ella sea feliz…es muy segura de si misma.

- Ya me cae bien, a pesar de ser hermana de esa. Ya quiero conocerla, ¿dices que vendrán para abrir un nuevo restaurante?

-Sip, como te mencioné, ahora James es un chef reconocido…

Llegamos a un pequeño lugar donde hacen unas riquísimas ensaladas, en un ambiente ameno. Siempre venimos a comer aquí, nos hicimos amigas de los dueños y camareros, bueno hasta de los cocineros. La mayoría son latinos, asi que nos sentimos como en nuestra tierra. Entramos y sin esperar nos dirigimos a nuestra mesa habitual que afortunadamente esta disponible. Antes de ponernos cómodas llega Marta con nuestras bebidas, unas deliciosas limonadas frapeé y nos explica que ya están en camino nuestras Cesar’s, refiriéndose a nuestras ensaladas.


Luego de comer hasta un rico helado de postre, salimos del local para dirigirnos al hospital. En el camino Cynthia no deja de contarme con detalles cada día desde nuestra boda, conoció a un chico, salieron un par de días pero no sabe si quiere volverlo a ver. Me explica que en un mes debe viajar a California pues su padre tiene negocios allá por lo que quiere que lo acompañe por al menos dos semanas. Pero que luego esta pensando hacer una maestría y me pregunta si me apunto.  Prometiéndole hablarlo luego con Leo, pues ahora debemos decidir esas cosas entre los dos, nos bajamos del auto después de estacionarnos.

Vamos directo al área de cuidados intensivos, cuando a lo lejos veo a mi suegra quien esta hablando con esa zorra, como era de esperarse, la impresión por descubrir en nuestra boda que se revolcaba con su hijo, en su propia casa ya pasó, y siguen tan amigas como siempre. Cynthia al notarlas se detiene abruptamente y me toma del brazo.


-Esas dos – sisea entre dientes muy enojada

-Déjalo estar flaca, estamos aquí por el Sr. Angelo – le suplico con la mirada.

- Está bien – suspira y puedo ver que usa todo su autocontrol para no decirles algo en este instante - pero si alguna empieza a escupir su veneno, no pensarás que me voy a quedar de brazos cruzados

-Sólo no quiero problemas por favor, has de cuenta que no existen

A regañadientes logro que una enfurecida Srta. Miller ingrese al ascensor conmigo, nos detenemos en el cuarto piso, a lo lejos veo a Leonardo conversando con mi suegro y unos médicos. Nos acercamos muy despacio, para darles chance que terminen su pequeña reunión en privado. Leo como está de frente a nuestra dirección, al verme sus hermosos ojos se iluminan, y aunque no veo los míos puedo apostar que brillan de igual manera.  Sonrío ante el pensamiento, entonces mi amado esposo me guiña un ojo, y casi deben venir a recogerme con palita, pues siento como mi cuerpo se derrite como un trozo de hielo en el desierto.

Antes de acercarnos a donde se encuentran los Sres. D’Lucca los vemos despedirse de los doctores con un fuerte apretón de mano. No me canso de admirar el cuerpo de mi marido, pues sé de primera mano como se tensan cada unos de sus músculos que se esconden bajo su ropa, además que esa actitud de señor de negocios, tan seguro e imponente me pone a mil.

Saludo a Arturo con un fuerte abrazo, mientras Cynthia hace lo mismo con Leo. Luego intercambiamos, mi suegro se lleva a mi amiga por los hombros en dirección a la sala de espera. Y mi querido hombre me da un beso en los labios, me abraza fuertemente e igual nos encaminamos al salón.

- ¿Alguna nueva noticia de la condición del nonno? – me intereso de inmediato

- Los médicos piensan que en cualquier momento puede despertar, al menos no hay nada que se lo impida, de acuerdo a los estudios. Solo queda esperar, tengo la esperanza que se está tomando su tiempo, sabes que no le gusta que otros le marque el ritmo – expresa Leo con la voz cansada, se que esta tratando de sonar mas fuerte y seguro de lo que verdaderamente se siente.

- Eso suena definitivamente como el Angelo que conocemos – trato de animarlo - ¿pudiste verlo hoy?

- Si, apenas llegue entré y converse seriamente con él.

- Si lo regañaste va a estar de muy mal humor cuando despierte, sabes que no le gusta, entonces tendré que consentirlo más de la cuenta para que se le pase – intento bromear

- ¿Te gustaría verlo? – me pregunta Leonardo

- ¡Claro! – Contesto emocionada- pero no se si se podrá.

- Seguro que si, pediremos permiso o entras igual; eres familia - afirma
  
- ¿Entrar a dónde? – pregunta mi suegro desde el sillón.

- Tati quiere ver al abuelo, voy a hacer que la autoricen – explica Leo a su padre – es su nieta, así que no debe ser problema

- Por supuesto que no habrá inconveniente – dice Arturo levantándose – yo mismo iré a hablar con las enfermeras, entras porque entras, de seguro papá se pondrá muy feliz de escucharte princesa, ese viejo te adora mas que a nosotros dos – indica señalando a los dos D’Lucca presentes - y eso es mucho que decir



Todos nos reímos ante el último enunciado de mi suegro mientras el sale a buscar o más bien exigir mi autorización para poder ver al nonno, lo dicho los tres son iguales, no pueden negar que ese carácter autoritario los define como D’Lucca, y es algo que no ha menguado a través de las generaciones, por el contrario creo que va en aumento. Uff lo que te espera con tus hijos Tatiana.

A los cinco minutos regresa mi suegro con una enfermera quien me va a acompañar a colocarme lo necesario para entrar a la habitación donde está el Sr. Angelo. Me despido de Leo con un casto beso, y él con una palmada en mi trasero. Salgo de la sala de espera muerta de la vergüenza y escuchando la reprimenda que le da mi suegro por su comportamiento. La chica que va a mi lado no puede disimular su risa.

- Disculpe Sra. – expresa apenada

- No te preocupes, mi marido es…- dudo unos segundos buscando el mejor adjetivo para describirlo – simplemente él – indico encogiéndome de hombros, ya estoy acostumbrada pero eso no impide que me de penita

- Supe por el Sr. D’Lucca que están recién casados – comenta la amable mujer

- ¿Cual de los Sres. D’Lucca? –bromeo

- Jajaja  tiene usted razón, su suegro, el Sr. Arturo. También comento que debieron suspender su luna de miel, lo lamento – se disculpa como si ella lo hubiera causado

- Hay personas que bien lo valen, por ese hombre que esta internado allá adentro, haríamos eso y mas – claro que es verdad, el nonno es parte fundamental de nuestras vidas.

- Ya verá que se va a recuperar – me explica mientras me indica por donde debo entrar – hable con él, dígale que lo necesitan y lo mucho que lo quieren, estoy segura que la escuchará

Me recojo el cabello para ponerme el gorrito azul de esos que usan los médicos en quirófano, así como también una mascarilla, había pensado que nada más necesitaría una bata. Me lavo bien las manos hasta los codos, antes de pasar me unto un poco de gel bactericida y entro.

Al verlo así entiendo totalmente la preocupación de Leo, aunque el Sr. Angelo parece que duerme tranquilamente, es desconcertante verlo unido a tantos equipos, el suero que lo alimenta y ese vendaje rodeando su cabeza, instintivamente alzo mi mano hasta los puntos que debieron coser en la mía, me imagino lo frustrado que estaba Leonardo al verme postrada ayer en una cama, en condiciones similares. Sacudiendo esos pensamientos de mi mente, me aproximo a donde esta el nonno.

Le doy un beso en la frente y otro más en la mejilla. Agarro una silla que esta al final de la habitación para acercarla a la cama y así poder sentarme junto a él. Tomo una de sus manos entre las mías, de igual manera se la beso.

- Hola nonno ¿cómo te sientes? Bueno creo que esa es una pregunta tonta verdad. Vaya susto nos has dado eh, ¿qué te dije antes de irme el día de la boda? – Espero como si de verdad me fuera a responder- te pedí que por favor te portaras bien hasta que volviéramos – le hablo con la voz calmada, intentando por todos los medios contener mis lágrimas – pero no, tenías que como siempre hacer tu santa voluntad.

Tengo que detenerme y respirar unas cuantas veces para calmarme. Mi corazón esta súper acelerado, mis manos están temblorosas y sudando. Cierro los ojos unos minutos para serenarme. 

- Los días que estuvimos en el crucero fueron geniales, no te preocupes ya volveremos a retomarlo justo donde lo dejamos, de eso ya se encargo tu amigo, el Capitán Nicholas Meyers. Lo conocí en el barco, es un gran hombre, habla muy bien de ti, se quedó muy preocupado por tu salud. Lo invitamos a cenar una vez que tocara puerto de regreso en Miami, así que más te vale reponerte pues no puedes perderte esa comida. La podemos hacer en el apartamento, Leo remodelo la cocina y quedo bellísima. Aunque de seguro eso ya lo sabias, mi esposo nunca puede esconder algo de ti. Sabes que te amamos y lo importante que eres en nuestras vidas ¿verdad? Bueno te lo recuerdo por si lo has olvidado. No solo eres el abuelo de mi marido, también eres el mío, mi nonno querido.

No paro de contarle cosas, de seguro lo tengo mareado, yo lo estoy solo de escucharme. Pero quiero que entienda lo mucho que lo necesitamos aquí sano con nosotros, no puede darse por vencido, debe luchar y reponerse.

 *Mientras en la sala de espera VIP*

- Abajo nos encontramos con tu mama y la zorra de tu amiguita- dice Cynthia tan pronto mi padre se disculpó para ir al baño

- ¿A quién te refieres flaca? – pregunto aunque por los calificativos tengo mis sospechas, pero no se si ya se reconcilio con mama, aunque con ella todo puede esperarse

- Ohh conmigo no te hagas el inocente Leonardo, sabes bien que hablo de la perra de Kathleen – responde entrecerrando los ojos y señalándome con el dedo

- No me hago nada, solo que no sabia que ella y mama se hablaban, al menos no después de lo de la boda – le confieso, total de seguro Tatiana le contó todo con lujos y detalles – ¿y qué paso?

- Nada por que tu esposita me impidió ponerla en su sitio – inhala fuertemente y puedo notar la frustración en su semblante – Tati no quiere problemas y menos aquí, que estamos para apoyar al abuelo.

- Te lo agradezco Miller, puedo ver que te estas conteniendo para no darle su merecido – digo entre risas nada mas de imaginarme a esta flaca pegándole a una Kathleen que no tendría ninguna oportunidad de defenderse.

- Pero que no me provoque Leo, de verdad, porque allí si que no respondo de mis actos, sabes que a veces mis manos tienen vida propia – explica haciendo un puño y golpeando el aire. Si ninguna oportunidad Srta. Reynolds

- Tranquila Rocky, guarda esa furia para otro momento, no hay necesidad de llegar a tanto, no la he visto ni tampoco quiero hacerlo -aclaro de inmediato- seguro solo está charlando con mamá y se va.

Como si la hubiéramos convocado abren la puerta del salón, por ella ingresan mis padres y la susodicha. Escucho a Cynthia preguntarme entre dientes “¿momentos como éste?” Le doy un leve apretón en la rodilla y una mirada casi instándola a que se quede quieta. Me levanto del mueble para darle a mi madre un beso y un abrazo. A Kathleen le hago una inclinación de cabeza. Ella intenta acercarse para darme un beso, por lo que doy un paso hacia atrás ignorándola, la quiero lo más lejos posible.

- ¿No puedo saludar a un viejo amigo? vaya como te han cambiado Leo – suelta Kathleen jugando un papel de inocente que no le queda nada bien.

- No soy el único que ha cambiado – respondo lo mas neutral posible, sin siquiera mirarla, además puedo sentir los ojos de cierta rubia pegados a mi nuca.

- Por Dios Leonardo, no puede ser tan grosero con Katy – dice mi madre abrazándola- ella siempre ha sido como de la familia, ha estado cada día acompañándome preocupada por Angelo.

- Lo que quiero es evitar problemas y malos ratos – advierto mirándolas con gesto serio, como para darle más énfasis a mi enunciado.

- Así que le tienes miedo – se burla Kathleen

- Se llama respeto – la corrijo

- Algo que por lo visto tú no conoces – interrumpe Cynthia aproximándose a donde estamos - ¿Cómo esta Sra. Emily?

-Srta. Miller no la había visto, así como tampoco sabía que le gustara meterse en conversaciones privadas – expone mi madre dándose la vuelta para irse a sentar junto a mi padre que solo niega con la cabeza tratando de ocultar su risa. Intento pedirle ayuda con la mirada, pero me hace un gesto como diciendo “tú solito te metiste en eso, a ver como le haces” Gracias por tu apoyo papá

- Les pido, no les exijo que se calmen, no es ni el momento ni el lugar -  paso las manos por mis cabellos ¡Dios esto es desesperante!

- Yo simplemente intento saludar a un amigo al que quiero y extraño mucho – se justifica Kathleen- es ella quien como siempre me atropella con sus insultos.

- No te hagas la santurrona, ese papel te lo creerá Emily, a lo mejor Arturo, pero a nosotros no nos engañas, lo que quieres es volver a revolcarte con Leonardo, pero entiéndelo de una puta vez, está casado y NO QUIERE NADA CONTIGO - sisea la flaca Miller mientras la sujeto del brazo. Mejor la saco de aquí antes que se saquen los ojos. Si llega Tatiana esto se pondrá peor.

Me excuso diciendo que voy por un refrigerio café, ofrezco traerles algo de la cafetería, pero como no, solamente me pide algo ella, la Srta. Reynolds. “Un té para calmar los nervios” ¡Que mujer tan falsa! como no me di cuenta antes de eso. Quizás por lo que único que te importaba era su despampanante cuerpo.

Apenas salimos de la sala me disculpo con Cynthia por la conducta de mi madre, la flaca hace un gesto restándole importancia. Pero hago una nota mental para hablar luego con Emily, no puede ser tan grosera. Dios quién entiende a estas mujeres.

*De vuelta en la sala de cuidados intensivos*
 
- Mi viejo querido te ruego por favor luches, aférrate a la vida con todas tus fuerzas, aquí te necesitamos muchísimo. A lo mejor en estos momento estas sentado con tu adorada Anna, por favor salúdala por mi, también pídele disculpas de parte mía por ser tan egoísta y no permitir que te reúnas con ella todavía. Pero aun no es tu hora, no me preguntes como, sencillamente lo sé.

Me quedo unos minutos más, rezando y pidiéndole a la Virgen que interceda, ya cuando finalmente decido salir de la habitación, mis oídos no dan crédito de lo que escuchan.

- Anna dice que sólo te perdona si le das a este viejo un beso y un abrazo.  


S.M por muy simple y repetitivo que suene
GRACIAS!!!





miércoles, 23 de abril de 2014

ANUNCIO


Querid@s amig@s hoy no podre subir el capitulo que corresponde, haré lo posible por hacerlo entre mañana jueves o el viernes...

Un beso a tod@s...

miércoles, 16 de abril de 2014

Capitulo XII



Si nos tenemos el uno al otro…


Me despierto desorientada, no se donde me encuentro, pues nada de lo que me rodea me es familiar. Trato de  levantarme, entonces me doy cuenta que estoy en una cama con mi esposo acostado a mi lado. Aun perdida por la extraña situación, intento no hacer ningún ruido para no despertar a Leo, escaneo con la mirada la habitación en busca de algo que me de una pista.

No es nuestro apartamento, pues mi cama la reconozco hasta con los ojos cerrados, tampoco parece ser de un hotel, pues es demasiado simple, además para que ir a uno si estamos cerca de casa. Me llevo la mano a la cabeza y siento algo que parece una gasa. Ahora recuerdo estamos en el hospital viendo al abuelo pero…

- ¡Nena despertaste! – expresa Leo casi en un susurro sentándose de golpe

- Así parece – respondo aún aturdida



Leonardo me mira con preocupación en sus ojos, lentamente me siento para estar frente a él, hago una mueca de dolor, me llevo la mano directamente a la cabeza al lugar de donde proviene. Cierro los ojos por un segundo, entonces caigo en cuenta de lo que paso, de seguro me golpee cuando me desmayé, ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?


- Amor estuviste casi dos horas sin reaccionar, juro que envejecí al menos cien años – enuncia Leo como siempre respondiendo mis preguntas no formuladas, insisto este hombre puede leer mis pensamientos

- Lo lamento – me disculpo, imagino el susto que le hice pasar pues su semblante es serio, ni cuando recibió la noticia del accidente del abuelo lo vi así.


Mi abrumado esposo me da un tierno beso en los labios, me abraza como si el mañana no existiera para ninguno de los dos. Así permanecemos unos minutos, sin decir nada, solo el sonido de nuestras respiraciones y los latidos de nuestros corazones se escuchan en la habitación. Me muevo hasta estar sentada en mi lugar favorito, el regazo de mi amado. Él me recibe feliz aferrándome aún mas fuerte contra su pecho, mientas me besa la cabeza repitiéndome una y otra vez lo mucho que me ama.


Me separo lo necesario para poder mirarlo a esos ojos que adoro con locura y que me transmiten tanta paz. Acaricio su rostro, acerco mi boca a la suya, lo que de principio es un simple roce de labios poco a poco aumenta en ímpetu para ser un beso necesitado, lleno de amor y pasión. Me aferro a su cuello acercándolo más a mí, no me importa en donde estamos, o si alguien nos puede ver, necesito sentirlo cerca, saber que nos tenemos el uno al otro y que juntos podemos con todo lo que nos depara la vida.



 - Tati…Tati – dice entre besos tratando de separarnos – mi amor te aseguro que una de las cosas que mas quiero en este momento es hacerte el amor…

- Una de las cosas- repito aun saboreando sus labios – pues no te lo estoy impidiendo ¿o si? – expreso coqueta

- No, pero no me la pones fácil tampoco – dice con su voz aun mas ronca, esa voz que amo – pero también quiero saber el porque de tus desmayos, tus mareos… ¿hay algo que quieras contarme?

Suspiro pues sabía que no iba poder ocultárselo por mucho tiempo, además que se pondrá furioso por no haberlo mencionado antes. Intento bajarme de sus piernas para sentarme en la cama pero afianza su agarre mientras niega con la cabeza. Esta claro que no me quiere soltar. Así que ni modo, aquí vamos y que Dios me proteja porque de seguro se va a convertir en un energúmeno…
- No te quise decir nada para no preocuparte – me defiendo – además que no le di mayor importancia, con todo lo que…

- Tati deja de darle vueltas y dime – me interrumpe

- Esta bien…temprano me sentí mal mientras veníamos en el avión, me había levantado con intención de ir al sanitario a refrescarme un poco la cara…pero tan pronto entré al cubículo me dieron arcadas, solo te puedo decir que no quedo nada en mi organismo – termino explicándole

- Amor debiste llamarme, con lo que odias vomitar – me reprocha Leo

- Ya te dije no quería que te inquietaras, con lo de tu abuelo – me excuso encogiéndome de hombros

- Nada, óyeme bien nada ni nadie es mas importante que tu Tatiana, por mi se puede caer el mundo siempre y cuando tú estés bien.

- Te amo – respondo con sinceridad, él suspira totalmente desarmado por mi declaración, no era la respuesta que esperaba de mi parte.

- También yo nena, también yo – sonríe mientras levanta mi mano hasta rozar suavemente mis nudillos con su boca - ¿Por casualidad hay algo más que quieras confesar Sra. D’Lucca?

- ¿Yo? – Pregunto confundida – la verdad no, que yo recuerde.

Leo se me queda mirando como si pudiera leer mis pensamientos, OK hay veces que lo hace o al menos eso parece, pero de verdad no se qué más quiere que le diga, por lo que puede usar sus súper poderes telepáticos pues no encontrará nada. Pasa las manos por su cabello, lo conozco y se que esta pensando que palabras usar para decirme lo que sea que esté rondando en su cabecita.

- Tatiana será que por aquí me tienes el mejor regalo que se le pueda dar a un hombre enamorado – dice mientras acaricia mi vientre.

-¡Oh por Dios! Tú crees que estoy…- ni siquiera puedo decirlo – No, no es posible… No

- ¿Estás segura nena?

- No – llevo mis manos a mi adolorida cabeza pensando cuando fue mi último periodo, o lo que es peor aún mi última inyección – no lo sé , no lo sé – confieso ahora algo asustada.

- A ver no pongas esa cara de pánico, habíamos quedado en esperar un poco, pero tampoco es como si fuera la peor noticia del mundo ¿verdad? – insta muy feliz Leonardo por lo que eso supondría

- Claro que no – respondo inmediatamente - sólo que es un cambio de planes inesperado, por así decirlo.

- Pero de igual forma amado y bienvenido – aclara enseguida.

- Eso seguro – afirmo con franqueza, y de repente me emociona la idea de tener a un chipilín creciendo dentro mí

En ese instante se abre la puerta por la cual entra mi suegro acompañado de un joven doctor, que tan solo al ver la posición en la que estamos sonríe y niega con la cabeza. Ni siquiera trato de moverme pues conociendo a mi esposo como lo hago, no me deja moverme de aquí ni a la fuerza.

- Te lo dije Rick, que no te avisaría tan pronto se despertara, si por él fuera – expresa mi suegro señalando a mi divertido esposo – estaríamos horas esperando. ¿Cómo te sientes, hija? Vaya susto que nos diste – pregunta refiriéndose a mí.

- Un poco aturdida, con algo de dolor de cabeza, pero en general, bien – reconozco – lamento mucho todo esto – a lo que Arturo hace un gesto con la mano quitándole importancia.

- Buenas noches Sra. D’Lucca, mi nombre es Rick Anderson, soy el médico que la está atendiendo – se presenta el recién llegado profesional.



Es un joven doctor, alto, moreno y con unos hermosos ojos verdes que contrastan con su piel. Estoy casada, amo a  mi esposo pero no estoy ciega, si bien no es mi tipo, no puedo dejar de admitir que es un hombre guapo e interesante.

- Mucho gusto Dr. Anderson – le saludo estrechándole la mano.

- Por favor llámame Rick – pide amablemente – ahora, si este energúmeno lo permite me gustaría revisarte para que luego hablemos, aquí traigo los resultados de los exámenes que te realizamos mientras estabas inconsciente.

De nuevo estoy perdida ¿éstos dos de dónde se conocen? porque no creo que mi esposo permita que cualquier desconocido lo llame de esa manera e irse con sus dientes completos, o al menos con un buen golpe.

- Rick y yo estudiamos juntos el high school nena –explica Leo – si tienes permiso, pero manitas quietas Anderson que te conozco, no lo pensaré dos veces en dejarte un ojo morado, tampoco sería la primera vez – le dice al doctor en broma o eso espero.

- ¿Por qué siento que regrese unos quince años atrás? – se queja mi suegro – a ocuparse de Tatiana que es quien importa, estaré fuera. Compórtense chicos, que habrán crecido pero aún les puedo dar una paliza como a un par de críos  – amenaza mientras sale de la habitación.

- Eso es cierto – responden al unísono entre risas Leo y Rick, vaya par.

Mi esposo se levanta dándole un poco de espacio al profesional para que me examine, pero sin soltar mi mano. Un muy cuidadoso doctor revisa mis pupilas y reflejos, así como la herida en mi cabeza, todo en completo silencio.

Después de unos minutos nos indica que ha terminado, se coloca a los pies de la camilla, abre una carpeta llena de papeles que asumo es mi historia clínica, así como los resultados de los dichosos exámenes. Leo se acerca a mí para oír lo que su amigo nos tiene que decir.

- A ver Anderson, piensas estar allí toda la vida leyendo esos benditos papeles o vas a decirme que tiene mi esposa – interroga mi ansioso esposo.

- Siempre tan impaciente, pensé que al madurar aprenderías, pero está visto que no es así – se burla el Dr. Rick quien al ver la seriedad reflejada en el rostro de Leo decide continuar – en general todo salió bien, es decir los niveles están en parámetros normales, pero tengo una pregunta Tatiana, ¿usualmente tu hemoglobina es de cuánto?

- Generalmente de doce y los hematocritos alrededor de  cuarenta por ciento – respondo ante la atónita mirada de mi esposo- ¿qué? Son cosas que uno debe saber – me excuso.

- Eso es verdad – me apoya el amable Dr. Anderson, aunque creo lo hace mas por molestar a su amigo – que no lo sepas es tu problema – dice señalando a Leo

- Siempre ha sido alta, es lo único que puedo decirte – indica Leonardo de inmediato.

- Dieciséis, cuarenta y ocho por ciento de hematocritos – revelo ante las risas de este par de amigos, que puedo decir soy una esposa preparada.

- Bien, ya vemos que has hecho la tarea Sra. D’Lucca – bromea Rick – sabrás que con un nivel de nueve quiere decir que presentas un caso de anemia. No es nada de gravedad, solo debemos estar atentos, cambiar ciertos alimentos que te ayudan a aumentar el hierro en el organismo así como un suplemento del mismo.

Leonardo suelta el aire que ni cuenta me dí que había estado sosteniendo, me da besos en la frente, en la nariz para luego posar sus labios en los míos. Claramente esta noticia le ha quitado un peso de encima, a quien engaño yo también estoy mas tranquila.

- Con respecto a los otros resultados – duda en como dar la noticia – son negativos – concluye Anderson.

Nuestro médico nos entrega las indicaciones así como el récipe de las medicinas que debo tomar. Explica que debo volver en una semana a retirar los dos puntos que me tomaron en la frente, asegurándome que no se notarán en un futuro. Se despide de nosotros para ir a firmar el alta, que en un par de horas ya me podré ir a descansar a mi casa. 

Leo lo acompaña hasta la puerta despidiéndolo con un fuerte abrazo, me levanto de la cama donde he permanecido todo este rato. Mi esposo al ver mis movimientos se acerca presuroso a mi lado para ayudarme. Me quedo pensando en el último enunciado del médico, Los resultados son negativos… ¿Resultados de que? Rápidamente lo entiendo.

- No estoy embarazada – afirmo de prisa

- No, nena – confirma Leo con pesar.

Una lágrima que ni siquiera sabía que estaba asomada resbala por mi mejilla, me doy cuenta que esta noticia me entristece, ahora es un mar el que esta brotando de mis ojos. De inmediato Leonardo me abraza, me consuela sin decirle el porque de mi llanto, ya lo sabe.

- Nena no sabía que esta noticia te pondría así, sácame de dudas pero pensé que no querías hijos todavía.

- No me había dado cuenta que lo quería hasta que supe que no estoy embarazada – revelo con desánimo.

- Tan pronto como te sientas mejor, nos pondremos a practicar, por eso no te preocupes, cuando menos lo imagines tendremos una princesita por aquí – decreta un emocionado Sr. D’Lucca     

- ¿Por qué no un príncipe?
- Simple, porque por ahora quiero seguir siendo el único hombre de tu vida – responde con naturalidad.

Este esposo mío es imposible, no tenemos hijos y ya está celoso. Decido dejar el tema hasta allí, pues si no de aquí no salimos nunca. Tomo mi ropa que esta prolijamente doblada. Pese a mis quejas y deseos de ducharme y vestirme sola mí sobre protector marido no me quito un ojo de encima ni por un segundo, muchos menos permitió que ninguna enfermera se ocupara de ayudarme. Él se encargo de todo, estuvo a mi lado mientras me aseaba, insistió en secarme y luego vestirme. Ya cuando estoy terminando de maquillarme un poco, todo bajo la atenta mirada de mi vigilante, tocan la puerta.

Leonardo se encamina a ver quien es. Escucho a mi suegro saludar seguida de mi “querida suegra”, quien entra cual torbellino a la habitación, pronunciando mas palabras por segundo que las que seguro están registradas bajo algún record. Respiro profundo un par de veces, justo cuando decido salir mi tierno guardián viene a buscarme.

Apenas camino unos pasos cuando Arturo se acerca para abrazarme y decirme nuevamente lo preocupado que estaba. Me pide, casi me exige que no lo vuelva a asustar de esa manera. Debo admitir que los hombres de esta familia son clase aparte, los tres me quieren mucho y son correspondidos en la misma medida, ellos son mi familia. Emily Stone pues ella es…es simplemente eso Emily Stone.

- Querida vaya manera de hacer un regreso magistral – se acerca a saludarme con una fingida sonrisa

- Emily – la reprende mi suegro

- Yo solo digo, que nos preocupamos mucho, nada más llegas y te desmayas, menos mal ya se encontraban en el hospital – ironiza la flamante Sra. Stone

-  Mamá estamos cansados, preocupados y la verdad con muy poco humor para tus malos chistes y comentarios. Si te interesa saber Tati esta bien. Ahora quiero pasar a saber del abuelo para irnos a casa. Ha sido un día demasiado largo – anuncia molesto Leo

- Tranquilo amor, se que tu madre solo esta tratando de bromear para relajar un poco el ambiente – me acerco y la saludo – gracias por preocuparte Emily, muy considerada de tu parte.

Lo menos que quiero es problemas en la familia por el simple hecho de que mi suegra no me quiera, ya no hay nada que hacer, pues se apaña y listo. Ahora lo verdaderamente importante es que el nonno se recupere y estar aquí para él. Nada más.

Nos dirigimos hasta la sala de cuidados intensivos donde se encuentra el abuelo, hablamos con los médicos de guardia, los cuales no dieron noticias nuevas, aun están esperando que reaccione. Dentro de todo está estable, no presenta mejoría, pero tampoco ha surgido alguna complicación. Lo cual es buen síntoma.

Mi suegro decide quedarse un rato mas pero insiste que vayamos a descansar, que mañana es otro día y podremos volver, si hay algún cambio las enfermeras tienen órdenes de avisarle de inmediato. Bajo la promesa que nos llamaría por cualquier cosa nos despedimos para irnos a casa.

Ya es de noche por lo que me sorprende ver que del mismo  auto que nos trajo temprano se baja el Sr. Boavista a abrirnos la puerta para entrar en el. Vamos de camino al apartamento luego de indicarle al chofer la dirección. No se si es por el cansancio o que pero me duermo enseguida.

Siento que me llevan en brazos y es cuando me doy cuenta que hemos llegado. Intento bajarme pero mi caballeroso marido me sujeta mas firme.

- Tranquila nena, ya estamos por llegar – anuncia mientras oigo la campanilla del ascensor anunciando su arribo.
  
Hace maniobras para sacar las llaves de su bolsillo pero sin soltarme ni permitirme ayudarlo abre la puerta, le indica a un silencioso Robert que deje la maleta en la entrada. Ni sabia que nos estaba acompañando hasta acá. Lo despide diciendo que ya le avisara mañana a que hora lo necesitaremos, pero que a partir de allí esta liberado de sus responsabilidades. Que cualquier cambio le será notificado.

Cruzamos el apartamento hasta nuestra habitación. Al abrir la puerta quedo gratamente sorprendida. Todo el cuarto esta decorado con velas y pétalos de rosas por todos lados, pero lo que mas me ha dejado boquiabierta es que ha cambiado todo el mobiliario y la disposición del mismo.



Lo habíamos hablado mas de una vez, redecorar todo a mi gusto, mejor dicho al gusto de ambos mientras encontramos una casa que se adaptara a los dos. A pesar de que su anterior estilo está bien, Leo siempre quiso que le diera mi toque. Por eso estoy complacida que haya recordado algunos de los muebles que una vez mencioné, como la enorme cama blanca a juego con la inmensa alfombra del mismo color, en contraste con unas mesas de noche oscuras con grandes espejos.

- Bienvenida a casa Sra. D’Lucca – me dice al oído trayéndome al presente. Se queda parado detrás de mí tomándome de la cintura esperando mi reacción.

- Gracias Sr. D’Lucca, usted si que sabe hacer feliz a una mujer.

- Se como hacer feliz a mi mujer – me corrige mientras me guía hasta el baño, el cual está igualmente engalanado con mas flores y velas. La bañera llena y lista para usarse, por lo que asumo que definitivamente mi romántico esposo cuenta con una muy buena ayudante.

- ¿Cuándo hiciste la llamada para pedir esto? – pregunto mientras señalo a nuestro alrededor

- ¿Acaso importa nena? – Tiene toda la razón así que únicamente niego con la cabeza – solo quiero que te relajes, descanses, me dejes consentirte y complacerte en todo –

- Me parece un buen plan, sobre todo la última parte – le indico acercándome mas a su cuerpo

- Tati…Tati - suspira una y otra vez

Ignoro su llamado, comienzo a desvestirlo mientras paseo mis labios por su oído, cuello, mentón hasta llegar a su boca, esa que me vuelve loca, esa que sabe usar tan bien. Para este punto sus manos están aferradas a mi cintura como buscando reunir las fuerzas necesarias para negarse a mi silenciosa petición. Aún envalentonada empiezo a quitarme la ropa, hasta que sus manos en las mías me detienen.

-Nena…- puedo ver que esta luchando – nena, Tati no me lo hagas mas difícil – suplica

- ¿El qué? – averiguo haciéndome la inocente, mientras continuo acariciando sus brazos.

Mi cuestionamiento le hace abrir los ojos, que hasta éste momento tenía cerrados desde que empecé la tarea de despojarlos de sus prendas de vestir.

- Amor estás convaleciente, estuviste inconsciente por más de una hora, te tuvieron que coser dos puntos, no quiero que te sientas mal…debes descansar – explica luego de unos minutos

- Prometo dejar que seas tu quien haga todo, yo simplemente me dejare querer – mi solicitud lo hace reír

- Por muy tentadora que suene tu propuesta…

- Leo quiero que me hagas el amor como solo tú lo sabes hacer pausado, lento, cariñoso – lo interrumpo mientras poso mis manos a cada lado de su cara para poder mirarnos a los ojos – muero por tus besos, por tus caricias necesito sentirte, sé que serás cuidadoso…confío en ti.

Sin pronunciar mas, Leonardo me besa, me lleva en brazos hasta depositarme en nuestra nueva y bonita cama.

- Voy a llevarnos al cielo y de regreso nena, tú solamente déjate hacer – propone con la voz ronca cargada de deseo.

Debo confesar que no solo cumplió a cabalidad su promesa, sino que fue aún más allá. A pesar de ser en extremo mucho más cuidadoso que de costumbre, debo admitir que no hubo un fragmento de mi piel que no fuera besada, se dedico en exclusivo a adorarme con sus manos, labios…y otras partes de su hermosa anatomía.   

Estamos acostados con brazos y piernas entrelazadas, descansando algo adormilada en su pecho mientras Leonardo sutilmente acaricia mi espalda desnuda, mientras nuestras respiraciones se sosiegan, hasta que luego de unos minutos decido romper el silencio.

- Me encanta como quedo nuestra habitación Leo, gracias por siempre estar un paso por delante.

- Solo quise darte una sorpresa con algunos cambios, pero aún faltan muchos. Menos mal que pedí que comenzaran con nuestro cuarto porque con nuestro regreso repentino de seguro hubiéramos tenido que ir a un hotel – confiesa entre risas – la cocina esta lista también espero sea como la querías, sino podemos redecorarla nuevamente.

- Amor seguro que si- lo tranquilizo - además ya te había dicho que no hay que hacer grandes cosas, siempre me ha gustado la decoración del apartamento, y si sigues con la idea de  comprar una casa, no veo la necesidad de gastar más.

- Quiero que seas feliz y te sientas a gusto, que cada día anheles regresar a casa – me brinda una mirada llena de amor

- Siempre voy a desear volver al lugar donde tú estés, no importa si es un apartamento, una casa, o una simple habitación – asevero – tú eres mi hogar, siempre quiero volver a ti, my home.

Luego de nuestra pequeña charla no se en que momento mis cansados parpados cedieron ante el cansancio. Siento unos besos y caricias en mi espalda, a lo lejos escucho la voz sexi de mi esposo que me llama, pero estoy tan agotada, que solo consigo murmurar un mínimo y apenas audible mmm.

- A ver princesa, necesito que al menos tomes estas pastillas, ya luego puedes continuar descansando – me dice entre mimos – nos quedamos dormidos y ya se te ha pasado la hora nena, vamos.

A regañadientes me siento, pero sin abrir los ojos tiendo mi mano para que me la medicina, así puedo volver a los brazos de Morfeo.

- Déjame ayudarte amor – solicita Leo mientras lleva lo que supongo son los analgésicos a mi boca, seguido de un fresco vaso con agua – ahora si Tati acuéstate

Me da un pequeño beso en los labios y acaricia mi mejilla, automáticamente abro los ojos, mi adorado marido está aun prácticamente cernido sobre mi, por lo que lo tomo del cuello para acercarlo nuevamente a mi para poder besarlo, besarlo de verdad.

Nos separamos con la respiración agitada, la habitación esta cargada de deseo, hasta que el estomago del Sr. D’Lucca decide hacer acto de presencia rugiendo de manera sonora, lo que hace que los dos nos carcajeemos.

- Me parece que hemos olvidado a alguien que también debemos alimentar – expreso mientras nos sentamos

- Creo que tienes toda la razón, hoy fue un día de locos, con tanto ajetreo no comimos – se justifica     

- ¡Vamos! – lo invito mientras me levanto – de seguro algo encontraremos en la nevera o despensa para saciar a mi hombre.

- Solo el hambre nena – me corrige – de ti nunca tendré suficiente, ni las nueve vidas de un gato me alcanzarían, siempre quiero más y más de ti.

Me coloco una bata, mientras que Leo se viste únicamente con un pantalón de pijama, que hace que quiera regresarme a la habitación. Son pasadas las dos de la madrugada, pero eso no evita que preparemos un suculento como llamarlo, pues aunque no hemos comido en horas, ni es cena ni desayuno, tentempié de medianoche.



Optamos por algo no muy elaborado, pero igualmente delicioso, unas tostadas francesas, las cuales acompañamos con frutas, miel y un poco de crema. A pesar de ser una comida sencilla y rápida de preparar, entre caricias, besos y arrumacos nos toma más tiempo del necesario, en mi defensa debo alegar que ese torso desnudo me desconcentraba a cada instante, ya no sabía si tocaba remojar el pan en leche, en el huevo, o simplemente ponerlo a sofreír en la mantequilla.



Luego de unas cuantas tostadas quemadas o bien cocidas tiradas a la basura, algún que otro desastre en la nueva, hermosa y súper blanca cocina, resolvemos sentarnos en el piso, sobre un improvisado mantel a degustar nuestra comida entre risas y mimos.



Ya cuando decidimos que por más que así lo quisiéramos el piso no ablandaría y que era hora de descansar un poco para volver al hospital estaba prácticamente amaneciendo. Nos acercamos a unos de los grandes ventanales que bordean nuestro apartamento para de esa manera poder admirar el magnífico horizonte teñirse de sublimes colores naranjas. 

- ¡Que maravilloso amanecer! – expreso abrazada al amor de mi vida.

- Lo realmente maravilloso es poder compartirlo contigo nena – acota Leonardo mientras se coloca frente a mi y me rodea con su brazos – Te amo Tati – dice y me besa en la cabeza.

- Yo también Leo – respondo mientras acaricio sus manos que están sobre mi cintura, con el firme pensamiento que todo saldrá bien mientras nos tengamos el uno al otro.




Susana Mohel es un honor poder contar contigo, GRACIAS por TODO.


Nos vemos el próximo miércoles 23 de abril con el siguiente capitulo.