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miércoles, 16 de abril de 2014

Capitulo XII



Si nos tenemos el uno al otro…


Me despierto desorientada, no se donde me encuentro, pues nada de lo que me rodea me es familiar. Trato de  levantarme, entonces me doy cuenta que estoy en una cama con mi esposo acostado a mi lado. Aun perdida por la extraña situación, intento no hacer ningún ruido para no despertar a Leo, escaneo con la mirada la habitación en busca de algo que me de una pista.

No es nuestro apartamento, pues mi cama la reconozco hasta con los ojos cerrados, tampoco parece ser de un hotel, pues es demasiado simple, además para que ir a uno si estamos cerca de casa. Me llevo la mano a la cabeza y siento algo que parece una gasa. Ahora recuerdo estamos en el hospital viendo al abuelo pero…

- ¡Nena despertaste! – expresa Leo casi en un susurro sentándose de golpe

- Así parece – respondo aún aturdida



Leonardo me mira con preocupación en sus ojos, lentamente me siento para estar frente a él, hago una mueca de dolor, me llevo la mano directamente a la cabeza al lugar de donde proviene. Cierro los ojos por un segundo, entonces caigo en cuenta de lo que paso, de seguro me golpee cuando me desmayé, ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?


- Amor estuviste casi dos horas sin reaccionar, juro que envejecí al menos cien años – enuncia Leo como siempre respondiendo mis preguntas no formuladas, insisto este hombre puede leer mis pensamientos

- Lo lamento – me disculpo, imagino el susto que le hice pasar pues su semblante es serio, ni cuando recibió la noticia del accidente del abuelo lo vi así.


Mi abrumado esposo me da un tierno beso en los labios, me abraza como si el mañana no existiera para ninguno de los dos. Así permanecemos unos minutos, sin decir nada, solo el sonido de nuestras respiraciones y los latidos de nuestros corazones se escuchan en la habitación. Me muevo hasta estar sentada en mi lugar favorito, el regazo de mi amado. Él me recibe feliz aferrándome aún mas fuerte contra su pecho, mientas me besa la cabeza repitiéndome una y otra vez lo mucho que me ama.


Me separo lo necesario para poder mirarlo a esos ojos que adoro con locura y que me transmiten tanta paz. Acaricio su rostro, acerco mi boca a la suya, lo que de principio es un simple roce de labios poco a poco aumenta en ímpetu para ser un beso necesitado, lleno de amor y pasión. Me aferro a su cuello acercándolo más a mí, no me importa en donde estamos, o si alguien nos puede ver, necesito sentirlo cerca, saber que nos tenemos el uno al otro y que juntos podemos con todo lo que nos depara la vida.



 - Tati…Tati – dice entre besos tratando de separarnos – mi amor te aseguro que una de las cosas que mas quiero en este momento es hacerte el amor…

- Una de las cosas- repito aun saboreando sus labios – pues no te lo estoy impidiendo ¿o si? – expreso coqueta

- No, pero no me la pones fácil tampoco – dice con su voz aun mas ronca, esa voz que amo – pero también quiero saber el porque de tus desmayos, tus mareos… ¿hay algo que quieras contarme?

Suspiro pues sabía que no iba poder ocultárselo por mucho tiempo, además que se pondrá furioso por no haberlo mencionado antes. Intento bajarme de sus piernas para sentarme en la cama pero afianza su agarre mientras niega con la cabeza. Esta claro que no me quiere soltar. Así que ni modo, aquí vamos y que Dios me proteja porque de seguro se va a convertir en un energúmeno…
- No te quise decir nada para no preocuparte – me defiendo – además que no le di mayor importancia, con todo lo que…

- Tati deja de darle vueltas y dime – me interrumpe

- Esta bien…temprano me sentí mal mientras veníamos en el avión, me había levantado con intención de ir al sanitario a refrescarme un poco la cara…pero tan pronto entré al cubículo me dieron arcadas, solo te puedo decir que no quedo nada en mi organismo – termino explicándole

- Amor debiste llamarme, con lo que odias vomitar – me reprocha Leo

- Ya te dije no quería que te inquietaras, con lo de tu abuelo – me excuso encogiéndome de hombros

- Nada, óyeme bien nada ni nadie es mas importante que tu Tatiana, por mi se puede caer el mundo siempre y cuando tú estés bien.

- Te amo – respondo con sinceridad, él suspira totalmente desarmado por mi declaración, no era la respuesta que esperaba de mi parte.

- También yo nena, también yo – sonríe mientras levanta mi mano hasta rozar suavemente mis nudillos con su boca - ¿Por casualidad hay algo más que quieras confesar Sra. D’Lucca?

- ¿Yo? – Pregunto confundida – la verdad no, que yo recuerde.

Leo se me queda mirando como si pudiera leer mis pensamientos, OK hay veces que lo hace o al menos eso parece, pero de verdad no se qué más quiere que le diga, por lo que puede usar sus súper poderes telepáticos pues no encontrará nada. Pasa las manos por su cabello, lo conozco y se que esta pensando que palabras usar para decirme lo que sea que esté rondando en su cabecita.

- Tatiana será que por aquí me tienes el mejor regalo que se le pueda dar a un hombre enamorado – dice mientras acaricia mi vientre.

-¡Oh por Dios! Tú crees que estoy…- ni siquiera puedo decirlo – No, no es posible… No

- ¿Estás segura nena?

- No – llevo mis manos a mi adolorida cabeza pensando cuando fue mi último periodo, o lo que es peor aún mi última inyección – no lo sé , no lo sé – confieso ahora algo asustada.

- A ver no pongas esa cara de pánico, habíamos quedado en esperar un poco, pero tampoco es como si fuera la peor noticia del mundo ¿verdad? – insta muy feliz Leonardo por lo que eso supondría

- Claro que no – respondo inmediatamente - sólo que es un cambio de planes inesperado, por así decirlo.

- Pero de igual forma amado y bienvenido – aclara enseguida.

- Eso seguro – afirmo con franqueza, y de repente me emociona la idea de tener a un chipilín creciendo dentro mí

En ese instante se abre la puerta por la cual entra mi suegro acompañado de un joven doctor, que tan solo al ver la posición en la que estamos sonríe y niega con la cabeza. Ni siquiera trato de moverme pues conociendo a mi esposo como lo hago, no me deja moverme de aquí ni a la fuerza.

- Te lo dije Rick, que no te avisaría tan pronto se despertara, si por él fuera – expresa mi suegro señalando a mi divertido esposo – estaríamos horas esperando. ¿Cómo te sientes, hija? Vaya susto que nos diste – pregunta refiriéndose a mí.

- Un poco aturdida, con algo de dolor de cabeza, pero en general, bien – reconozco – lamento mucho todo esto – a lo que Arturo hace un gesto con la mano quitándole importancia.

- Buenas noches Sra. D’Lucca, mi nombre es Rick Anderson, soy el médico que la está atendiendo – se presenta el recién llegado profesional.



Es un joven doctor, alto, moreno y con unos hermosos ojos verdes que contrastan con su piel. Estoy casada, amo a  mi esposo pero no estoy ciega, si bien no es mi tipo, no puedo dejar de admitir que es un hombre guapo e interesante.

- Mucho gusto Dr. Anderson – le saludo estrechándole la mano.

- Por favor llámame Rick – pide amablemente – ahora, si este energúmeno lo permite me gustaría revisarte para que luego hablemos, aquí traigo los resultados de los exámenes que te realizamos mientras estabas inconsciente.

De nuevo estoy perdida ¿éstos dos de dónde se conocen? porque no creo que mi esposo permita que cualquier desconocido lo llame de esa manera e irse con sus dientes completos, o al menos con un buen golpe.

- Rick y yo estudiamos juntos el high school nena –explica Leo – si tienes permiso, pero manitas quietas Anderson que te conozco, no lo pensaré dos veces en dejarte un ojo morado, tampoco sería la primera vez – le dice al doctor en broma o eso espero.

- ¿Por qué siento que regrese unos quince años atrás? – se queja mi suegro – a ocuparse de Tatiana que es quien importa, estaré fuera. Compórtense chicos, que habrán crecido pero aún les puedo dar una paliza como a un par de críos  – amenaza mientras sale de la habitación.

- Eso es cierto – responden al unísono entre risas Leo y Rick, vaya par.

Mi esposo se levanta dándole un poco de espacio al profesional para que me examine, pero sin soltar mi mano. Un muy cuidadoso doctor revisa mis pupilas y reflejos, así como la herida en mi cabeza, todo en completo silencio.

Después de unos minutos nos indica que ha terminado, se coloca a los pies de la camilla, abre una carpeta llena de papeles que asumo es mi historia clínica, así como los resultados de los dichosos exámenes. Leo se acerca a mí para oír lo que su amigo nos tiene que decir.

- A ver Anderson, piensas estar allí toda la vida leyendo esos benditos papeles o vas a decirme que tiene mi esposa – interroga mi ansioso esposo.

- Siempre tan impaciente, pensé que al madurar aprenderías, pero está visto que no es así – se burla el Dr. Rick quien al ver la seriedad reflejada en el rostro de Leo decide continuar – en general todo salió bien, es decir los niveles están en parámetros normales, pero tengo una pregunta Tatiana, ¿usualmente tu hemoglobina es de cuánto?

- Generalmente de doce y los hematocritos alrededor de  cuarenta por ciento – respondo ante la atónita mirada de mi esposo- ¿qué? Son cosas que uno debe saber – me excuso.

- Eso es verdad – me apoya el amable Dr. Anderson, aunque creo lo hace mas por molestar a su amigo – que no lo sepas es tu problema – dice señalando a Leo

- Siempre ha sido alta, es lo único que puedo decirte – indica Leonardo de inmediato.

- Dieciséis, cuarenta y ocho por ciento de hematocritos – revelo ante las risas de este par de amigos, que puedo decir soy una esposa preparada.

- Bien, ya vemos que has hecho la tarea Sra. D’Lucca – bromea Rick – sabrás que con un nivel de nueve quiere decir que presentas un caso de anemia. No es nada de gravedad, solo debemos estar atentos, cambiar ciertos alimentos que te ayudan a aumentar el hierro en el organismo así como un suplemento del mismo.

Leonardo suelta el aire que ni cuenta me dí que había estado sosteniendo, me da besos en la frente, en la nariz para luego posar sus labios en los míos. Claramente esta noticia le ha quitado un peso de encima, a quien engaño yo también estoy mas tranquila.

- Con respecto a los otros resultados – duda en como dar la noticia – son negativos – concluye Anderson.

Nuestro médico nos entrega las indicaciones así como el récipe de las medicinas que debo tomar. Explica que debo volver en una semana a retirar los dos puntos que me tomaron en la frente, asegurándome que no se notarán en un futuro. Se despide de nosotros para ir a firmar el alta, que en un par de horas ya me podré ir a descansar a mi casa. 

Leo lo acompaña hasta la puerta despidiéndolo con un fuerte abrazo, me levanto de la cama donde he permanecido todo este rato. Mi esposo al ver mis movimientos se acerca presuroso a mi lado para ayudarme. Me quedo pensando en el último enunciado del médico, Los resultados son negativos… ¿Resultados de que? Rápidamente lo entiendo.

- No estoy embarazada – afirmo de prisa

- No, nena – confirma Leo con pesar.

Una lágrima que ni siquiera sabía que estaba asomada resbala por mi mejilla, me doy cuenta que esta noticia me entristece, ahora es un mar el que esta brotando de mis ojos. De inmediato Leonardo me abraza, me consuela sin decirle el porque de mi llanto, ya lo sabe.

- Nena no sabía que esta noticia te pondría así, sácame de dudas pero pensé que no querías hijos todavía.

- No me había dado cuenta que lo quería hasta que supe que no estoy embarazada – revelo con desánimo.

- Tan pronto como te sientas mejor, nos pondremos a practicar, por eso no te preocupes, cuando menos lo imagines tendremos una princesita por aquí – decreta un emocionado Sr. D’Lucca     

- ¿Por qué no un príncipe?
- Simple, porque por ahora quiero seguir siendo el único hombre de tu vida – responde con naturalidad.

Este esposo mío es imposible, no tenemos hijos y ya está celoso. Decido dejar el tema hasta allí, pues si no de aquí no salimos nunca. Tomo mi ropa que esta prolijamente doblada. Pese a mis quejas y deseos de ducharme y vestirme sola mí sobre protector marido no me quito un ojo de encima ni por un segundo, muchos menos permitió que ninguna enfermera se ocupara de ayudarme. Él se encargo de todo, estuvo a mi lado mientras me aseaba, insistió en secarme y luego vestirme. Ya cuando estoy terminando de maquillarme un poco, todo bajo la atenta mirada de mi vigilante, tocan la puerta.

Leonardo se encamina a ver quien es. Escucho a mi suegro saludar seguida de mi “querida suegra”, quien entra cual torbellino a la habitación, pronunciando mas palabras por segundo que las que seguro están registradas bajo algún record. Respiro profundo un par de veces, justo cuando decido salir mi tierno guardián viene a buscarme.

Apenas camino unos pasos cuando Arturo se acerca para abrazarme y decirme nuevamente lo preocupado que estaba. Me pide, casi me exige que no lo vuelva a asustar de esa manera. Debo admitir que los hombres de esta familia son clase aparte, los tres me quieren mucho y son correspondidos en la misma medida, ellos son mi familia. Emily Stone pues ella es…es simplemente eso Emily Stone.

- Querida vaya manera de hacer un regreso magistral – se acerca a saludarme con una fingida sonrisa

- Emily – la reprende mi suegro

- Yo solo digo, que nos preocupamos mucho, nada más llegas y te desmayas, menos mal ya se encontraban en el hospital – ironiza la flamante Sra. Stone

-  Mamá estamos cansados, preocupados y la verdad con muy poco humor para tus malos chistes y comentarios. Si te interesa saber Tati esta bien. Ahora quiero pasar a saber del abuelo para irnos a casa. Ha sido un día demasiado largo – anuncia molesto Leo

- Tranquilo amor, se que tu madre solo esta tratando de bromear para relajar un poco el ambiente – me acerco y la saludo – gracias por preocuparte Emily, muy considerada de tu parte.

Lo menos que quiero es problemas en la familia por el simple hecho de que mi suegra no me quiera, ya no hay nada que hacer, pues se apaña y listo. Ahora lo verdaderamente importante es que el nonno se recupere y estar aquí para él. Nada más.

Nos dirigimos hasta la sala de cuidados intensivos donde se encuentra el abuelo, hablamos con los médicos de guardia, los cuales no dieron noticias nuevas, aun están esperando que reaccione. Dentro de todo está estable, no presenta mejoría, pero tampoco ha surgido alguna complicación. Lo cual es buen síntoma.

Mi suegro decide quedarse un rato mas pero insiste que vayamos a descansar, que mañana es otro día y podremos volver, si hay algún cambio las enfermeras tienen órdenes de avisarle de inmediato. Bajo la promesa que nos llamaría por cualquier cosa nos despedimos para irnos a casa.

Ya es de noche por lo que me sorprende ver que del mismo  auto que nos trajo temprano se baja el Sr. Boavista a abrirnos la puerta para entrar en el. Vamos de camino al apartamento luego de indicarle al chofer la dirección. No se si es por el cansancio o que pero me duermo enseguida.

Siento que me llevan en brazos y es cuando me doy cuenta que hemos llegado. Intento bajarme pero mi caballeroso marido me sujeta mas firme.

- Tranquila nena, ya estamos por llegar – anuncia mientras oigo la campanilla del ascensor anunciando su arribo.
  
Hace maniobras para sacar las llaves de su bolsillo pero sin soltarme ni permitirme ayudarlo abre la puerta, le indica a un silencioso Robert que deje la maleta en la entrada. Ni sabia que nos estaba acompañando hasta acá. Lo despide diciendo que ya le avisara mañana a que hora lo necesitaremos, pero que a partir de allí esta liberado de sus responsabilidades. Que cualquier cambio le será notificado.

Cruzamos el apartamento hasta nuestra habitación. Al abrir la puerta quedo gratamente sorprendida. Todo el cuarto esta decorado con velas y pétalos de rosas por todos lados, pero lo que mas me ha dejado boquiabierta es que ha cambiado todo el mobiliario y la disposición del mismo.



Lo habíamos hablado mas de una vez, redecorar todo a mi gusto, mejor dicho al gusto de ambos mientras encontramos una casa que se adaptara a los dos. A pesar de que su anterior estilo está bien, Leo siempre quiso que le diera mi toque. Por eso estoy complacida que haya recordado algunos de los muebles que una vez mencioné, como la enorme cama blanca a juego con la inmensa alfombra del mismo color, en contraste con unas mesas de noche oscuras con grandes espejos.

- Bienvenida a casa Sra. D’Lucca – me dice al oído trayéndome al presente. Se queda parado detrás de mí tomándome de la cintura esperando mi reacción.

- Gracias Sr. D’Lucca, usted si que sabe hacer feliz a una mujer.

- Se como hacer feliz a mi mujer – me corrige mientras me guía hasta el baño, el cual está igualmente engalanado con mas flores y velas. La bañera llena y lista para usarse, por lo que asumo que definitivamente mi romántico esposo cuenta con una muy buena ayudante.

- ¿Cuándo hiciste la llamada para pedir esto? – pregunto mientras señalo a nuestro alrededor

- ¿Acaso importa nena? – Tiene toda la razón así que únicamente niego con la cabeza – solo quiero que te relajes, descanses, me dejes consentirte y complacerte en todo –

- Me parece un buen plan, sobre todo la última parte – le indico acercándome mas a su cuerpo

- Tati…Tati - suspira una y otra vez

Ignoro su llamado, comienzo a desvestirlo mientras paseo mis labios por su oído, cuello, mentón hasta llegar a su boca, esa que me vuelve loca, esa que sabe usar tan bien. Para este punto sus manos están aferradas a mi cintura como buscando reunir las fuerzas necesarias para negarse a mi silenciosa petición. Aún envalentonada empiezo a quitarme la ropa, hasta que sus manos en las mías me detienen.

-Nena…- puedo ver que esta luchando – nena, Tati no me lo hagas mas difícil – suplica

- ¿El qué? – averiguo haciéndome la inocente, mientras continuo acariciando sus brazos.

Mi cuestionamiento le hace abrir los ojos, que hasta éste momento tenía cerrados desde que empecé la tarea de despojarlos de sus prendas de vestir.

- Amor estás convaleciente, estuviste inconsciente por más de una hora, te tuvieron que coser dos puntos, no quiero que te sientas mal…debes descansar – explica luego de unos minutos

- Prometo dejar que seas tu quien haga todo, yo simplemente me dejare querer – mi solicitud lo hace reír

- Por muy tentadora que suene tu propuesta…

- Leo quiero que me hagas el amor como solo tú lo sabes hacer pausado, lento, cariñoso – lo interrumpo mientras poso mis manos a cada lado de su cara para poder mirarnos a los ojos – muero por tus besos, por tus caricias necesito sentirte, sé que serás cuidadoso…confío en ti.

Sin pronunciar mas, Leonardo me besa, me lleva en brazos hasta depositarme en nuestra nueva y bonita cama.

- Voy a llevarnos al cielo y de regreso nena, tú solamente déjate hacer – propone con la voz ronca cargada de deseo.

Debo confesar que no solo cumplió a cabalidad su promesa, sino que fue aún más allá. A pesar de ser en extremo mucho más cuidadoso que de costumbre, debo admitir que no hubo un fragmento de mi piel que no fuera besada, se dedico en exclusivo a adorarme con sus manos, labios…y otras partes de su hermosa anatomía.   

Estamos acostados con brazos y piernas entrelazadas, descansando algo adormilada en su pecho mientras Leonardo sutilmente acaricia mi espalda desnuda, mientras nuestras respiraciones se sosiegan, hasta que luego de unos minutos decido romper el silencio.

- Me encanta como quedo nuestra habitación Leo, gracias por siempre estar un paso por delante.

- Solo quise darte una sorpresa con algunos cambios, pero aún faltan muchos. Menos mal que pedí que comenzaran con nuestro cuarto porque con nuestro regreso repentino de seguro hubiéramos tenido que ir a un hotel – confiesa entre risas – la cocina esta lista también espero sea como la querías, sino podemos redecorarla nuevamente.

- Amor seguro que si- lo tranquilizo - además ya te había dicho que no hay que hacer grandes cosas, siempre me ha gustado la decoración del apartamento, y si sigues con la idea de  comprar una casa, no veo la necesidad de gastar más.

- Quiero que seas feliz y te sientas a gusto, que cada día anheles regresar a casa – me brinda una mirada llena de amor

- Siempre voy a desear volver al lugar donde tú estés, no importa si es un apartamento, una casa, o una simple habitación – asevero – tú eres mi hogar, siempre quiero volver a ti, my home.

Luego de nuestra pequeña charla no se en que momento mis cansados parpados cedieron ante el cansancio. Siento unos besos y caricias en mi espalda, a lo lejos escucho la voz sexi de mi esposo que me llama, pero estoy tan agotada, que solo consigo murmurar un mínimo y apenas audible mmm.

- A ver princesa, necesito que al menos tomes estas pastillas, ya luego puedes continuar descansando – me dice entre mimos – nos quedamos dormidos y ya se te ha pasado la hora nena, vamos.

A regañadientes me siento, pero sin abrir los ojos tiendo mi mano para que me la medicina, así puedo volver a los brazos de Morfeo.

- Déjame ayudarte amor – solicita Leo mientras lleva lo que supongo son los analgésicos a mi boca, seguido de un fresco vaso con agua – ahora si Tati acuéstate

Me da un pequeño beso en los labios y acaricia mi mejilla, automáticamente abro los ojos, mi adorado marido está aun prácticamente cernido sobre mi, por lo que lo tomo del cuello para acercarlo nuevamente a mi para poder besarlo, besarlo de verdad.

Nos separamos con la respiración agitada, la habitación esta cargada de deseo, hasta que el estomago del Sr. D’Lucca decide hacer acto de presencia rugiendo de manera sonora, lo que hace que los dos nos carcajeemos.

- Me parece que hemos olvidado a alguien que también debemos alimentar – expreso mientras nos sentamos

- Creo que tienes toda la razón, hoy fue un día de locos, con tanto ajetreo no comimos – se justifica     

- ¡Vamos! – lo invito mientras me levanto – de seguro algo encontraremos en la nevera o despensa para saciar a mi hombre.

- Solo el hambre nena – me corrige – de ti nunca tendré suficiente, ni las nueve vidas de un gato me alcanzarían, siempre quiero más y más de ti.

Me coloco una bata, mientras que Leo se viste únicamente con un pantalón de pijama, que hace que quiera regresarme a la habitación. Son pasadas las dos de la madrugada, pero eso no evita que preparemos un suculento como llamarlo, pues aunque no hemos comido en horas, ni es cena ni desayuno, tentempié de medianoche.



Optamos por algo no muy elaborado, pero igualmente delicioso, unas tostadas francesas, las cuales acompañamos con frutas, miel y un poco de crema. A pesar de ser una comida sencilla y rápida de preparar, entre caricias, besos y arrumacos nos toma más tiempo del necesario, en mi defensa debo alegar que ese torso desnudo me desconcentraba a cada instante, ya no sabía si tocaba remojar el pan en leche, en el huevo, o simplemente ponerlo a sofreír en la mantequilla.



Luego de unas cuantas tostadas quemadas o bien cocidas tiradas a la basura, algún que otro desastre en la nueva, hermosa y súper blanca cocina, resolvemos sentarnos en el piso, sobre un improvisado mantel a degustar nuestra comida entre risas y mimos.



Ya cuando decidimos que por más que así lo quisiéramos el piso no ablandaría y que era hora de descansar un poco para volver al hospital estaba prácticamente amaneciendo. Nos acercamos a unos de los grandes ventanales que bordean nuestro apartamento para de esa manera poder admirar el magnífico horizonte teñirse de sublimes colores naranjas. 

- ¡Que maravilloso amanecer! – expreso abrazada al amor de mi vida.

- Lo realmente maravilloso es poder compartirlo contigo nena – acota Leonardo mientras se coloca frente a mi y me rodea con su brazos – Te amo Tati – dice y me besa en la cabeza.

- Yo también Leo – respondo mientras acaricio sus manos que están sobre mi cintura, con el firme pensamiento que todo saldrá bien mientras nos tengamos el uno al otro.




Susana Mohel es un honor poder contar contigo, GRACIAS por TODO.


Nos vemos el próximo miércoles 23 de abril con el siguiente capitulo.

4 comentarios:

  1. me encanta el amor que se profesan tati y leo espero el nonno se recupere y los chicos sigan bien y juntos y que la vivora de su suegra se muerda la lengua y se envenene jajajajajaja que mala un beso y espero el proximo capitulo

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    1. jjajaja me parece excelente esa idea Rosa, de verdad que no le envidio a Tati una suegra como esa.....pero un Leito mmmmm jajja
      besos

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  2. Que bueno que el susto no pasó a mayores y Tati está bien. El capitulo estuvo muy romántico, me gustó mucho.
    Ahora falta saber que pasara con el abuelo de Leo, pobrecito.
    Gracias por el capi, haces muy buen trabajo.
    Nos leemos en el siguiente, saludos y te mando un abrazo.

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    1. Diana me alegra te haya gustado, despues del periodo en pausa te juro tenia los nervios como cuando publique el primero, aunque a quien engaño cada vez que publico uno nuevo es lo mismo jajaja

      besitos, el proximo capi se va a tardar unos dos dias mas...asuntos personales :(

      besos

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