Si nos tenemos el uno al
otro…
Me despierto desorientada, no se donde me encuentro, pues nada de lo que
me rodea me es familiar. Trato de levantarme, entonces me doy cuenta que estoy
en una cama con mi esposo acostado a mi lado. Aun perdida por la extraña
situación, intento no hacer ningún ruido para no despertar a Leo, escaneo con
la mirada la habitación en busca de algo que me de una pista.
No es nuestro apartamento, pues mi cama la reconozco hasta con los ojos
cerrados, tampoco parece ser de un hotel, pues es demasiado simple, además para que ir a uno si estamos cerca de
casa. Me llevo la mano a la cabeza y siento algo que parece una gasa. Ahora
recuerdo estamos en el hospital viendo al abuelo pero…
- ¡Nena despertaste! – expresa Leo casi en un susurro sentándose de
golpe
- Así parece – respondo aún aturdida
Leonardo me mira con preocupación en sus ojos, lentamente me siento para
estar frente a él, hago una mueca de dolor, me llevo la mano directamente a la
cabeza al lugar de donde proviene. Cierro los ojos por un segundo, entonces
caigo en cuenta de lo que paso, de seguro me golpee cuando me desmayé, ¿Cuánto
tiempo estuve inconsciente?
- Amor estuviste casi dos horas sin reaccionar, juro que envejecí al
menos cien años – enuncia Leo como siempre respondiendo mis preguntas no
formuladas, insisto este hombre puede
leer mis pensamientos
- Lo lamento – me disculpo, imagino el susto que le hice pasar pues su
semblante es serio, ni cuando recibió la noticia del accidente del abuelo lo vi
así.
Mi abrumado esposo me da un tierno beso en los labios, me abraza como si
el mañana no existiera para ninguno de los dos. Así permanecemos unos minutos,
sin decir nada, solo el sonido de nuestras respiraciones y los latidos de
nuestros corazones se escuchan en la habitación. Me muevo hasta estar sentada
en mi lugar favorito, el regazo de mi amado. Él me recibe feliz aferrándome aún
mas fuerte contra su pecho, mientas me besa la cabeza repitiéndome una y otra
vez lo mucho que me ama.
Me separo lo necesario para poder mirarlo a esos ojos que adoro con
locura y que me transmiten tanta paz. Acaricio su rostro, acerco mi boca a la
suya, lo que de principio es un simple roce de labios poco a poco aumenta en
ímpetu para ser un beso necesitado, lleno de amor y pasión. Me aferro a su
cuello acercándolo más a mí, no me importa en donde estamos, o si alguien nos
puede ver, necesito sentirlo cerca, saber que nos tenemos el uno al otro y que
juntos podemos con todo lo que nos depara la vida.
- Tati…Tati – dice entre besos
tratando de separarnos – mi amor te aseguro que una de las cosas que mas quiero
en este momento es hacerte el amor…
- Una de las cosas- repito aun
saboreando sus labios – pues no te lo estoy impidiendo ¿o si? – expreso coqueta
- No, pero no me la pones fácil tampoco – dice con su voz aun mas ronca,
esa voz que amo – pero también quiero
saber el porque de tus desmayos, tus mareos… ¿hay algo que quieras contarme?
Suspiro pues sabía que no iba poder ocultárselo por mucho tiempo, además
que se pondrá furioso por no haberlo mencionado antes. Intento bajarme de sus
piernas para sentarme en la cama pero afianza su agarre mientras niega con la
cabeza. Esta claro que no me quiere
soltar. Así que ni modo, aquí vamos y que Dios me proteja porque de seguro
se va a convertir en un energúmeno…
- No te quise decir nada para no preocuparte – me defiendo – además que
no le di mayor importancia, con todo lo que…
- Tati deja de darle vueltas y dime – me interrumpe
- Esta bien…temprano me sentí mal mientras veníamos en el avión, me había
levantado con intención de ir al sanitario a refrescarme un poco la cara…pero
tan pronto entré al cubículo me dieron arcadas, solo te puedo decir que no
quedo nada en mi organismo – termino explicándole
- Amor debiste llamarme, con lo que odias vomitar – me reprocha Leo
- Ya te dije no quería que te inquietaras, con lo de tu abuelo – me
excuso encogiéndome de hombros
- Nada, óyeme bien nada ni
nadie es mas importante que tu Tatiana, por mi se puede caer el mundo siempre y
cuando tú estés bien.
- Te amo – respondo con sinceridad, él suspira totalmente desarmado por
mi declaración, no era la respuesta que
esperaba de mi parte.
- También yo nena, también yo – sonríe
mientras levanta mi mano hasta rozar suavemente mis nudillos con su boca - ¿Por
casualidad hay algo más que quieras confesar Sra. D’Lucca?
- ¿Yo? – Pregunto confundida – la verdad no, que yo recuerde.
Leo se me queda mirando como si pudiera leer mis pensamientos, OK hay veces que lo hace o al menos eso
parece, pero de verdad no se qué más quiere que le diga, por lo que puede
usar sus súper poderes telepáticos pues no encontrará nada. Pasa las manos por
su cabello, lo conozco y se que esta pensando que palabras usar para decirme lo
que sea que esté rondando en su cabecita.
- Tatiana será que por aquí me tienes el mejor regalo que se le pueda
dar a un hombre enamorado – dice mientras acaricia mi vientre.
-¡Oh por Dios! Tú crees que estoy…- ni siquiera puedo decirlo – No, no
es posible… No
- ¿Estás segura nena?
- No – llevo mis manos a mi adolorida cabeza pensando cuando fue mi último
periodo, o lo que es peor aún mi última inyección – no lo sé , no lo sé – confieso ahora algo asustada.
- A ver no pongas esa cara de pánico, habíamos quedado en esperar un
poco, pero tampoco es como si fuera la peor noticia del mundo ¿verdad? – insta muy
feliz Leonardo por lo que eso supondría
- Claro que no – respondo inmediatamente - sólo que es un cambio de
planes inesperado, por así decirlo.
- Pero de igual forma amado y bienvenido – aclara enseguida.
- Eso seguro – afirmo con franqueza, y de repente me emociona la idea de
tener a un chipilín creciendo dentro mí
En ese instante se abre la puerta por la cual entra mi suegro acompañado
de un joven doctor, que tan solo al ver la posición en la que estamos sonríe y
niega con la cabeza. Ni siquiera trato de moverme pues conociendo a mi esposo
como lo hago, no me deja moverme de aquí ni a la fuerza.
- Te lo dije Rick, que no te avisaría tan pronto se despertara, si por
él fuera – expresa mi suegro señalando a mi divertido esposo – estaríamos horas
esperando. ¿Cómo te sientes, hija? Vaya susto que nos diste – pregunta
refiriéndose a mí.
- Un poco aturdida, con algo de dolor de cabeza, pero en general, bien –
reconozco – lamento mucho todo esto – a lo que Arturo hace un gesto con la mano
quitándole importancia.
- Buenas noches Sra. D’Lucca, mi nombre es Rick Anderson, soy el médico
que la está atendiendo – se presenta el recién llegado profesional.
Es un joven doctor, alto, moreno y con unos hermosos ojos verdes que
contrastan con su piel. Estoy casada, amo a mi esposo pero no estoy ciega, si bien no es
mi tipo, no puedo dejar de admitir que es un hombre guapo e interesante.
- Mucho gusto Dr. Anderson – le saludo estrechándole la mano.
- Por favor llámame Rick – pide amablemente – ahora, si este energúmeno
lo permite me gustaría revisarte para que luego hablemos, aquí traigo los
resultados de los exámenes que te realizamos mientras estabas inconsciente.
De nuevo estoy perdida ¿éstos dos
de dónde se conocen? porque no creo que mi esposo permita que cualquier
desconocido lo llame de esa manera e irse con sus dientes completos, o al menos
con un buen golpe.
- Rick y yo estudiamos juntos el high school nena –explica Leo – si
tienes permiso, pero manitas quietas Anderson que te conozco, no lo pensaré dos
veces en dejarte un ojo morado, tampoco sería la primera vez – le dice al
doctor en broma o eso espero.
- ¿Por qué siento que regrese unos quince años atrás? – se queja mi
suegro – a ocuparse de Tatiana que es quien importa, estaré fuera. Compórtense
chicos, que habrán crecido pero aún les puedo dar una paliza como a un par de
críos – amenaza mientras sale de la
habitación.
- Eso es cierto – responden al unísono entre risas Leo y Rick, vaya par.
Mi esposo se levanta dándole un poco de espacio al profesional para que
me examine, pero sin soltar mi mano. Un muy cuidadoso doctor revisa mis pupilas
y reflejos, así como la herida en mi cabeza, todo en completo silencio.
Después de unos minutos nos indica que ha terminado, se coloca a los
pies de la camilla, abre una carpeta llena de papeles que asumo es mi historia
clínica, así como los resultados de los dichosos exámenes. Leo se acerca a mí
para oír lo que su amigo nos tiene que decir.
- A ver Anderson, piensas estar allí toda la vida leyendo esos benditos
papeles o vas a decirme que tiene mi esposa – interroga mi ansioso esposo.
- Siempre tan impaciente, pensé que al madurar aprenderías, pero está
visto que no es así – se burla el Dr. Rick quien al ver la seriedad reflejada
en el rostro de Leo decide continuar – en general todo salió bien, es decir los
niveles están en parámetros normales, pero tengo una pregunta Tatiana,
¿usualmente tu hemoglobina es de cuánto?
- Generalmente de doce y los hematocritos alrededor de cuarenta por ciento – respondo ante la atónita
mirada de mi esposo- ¿qué? Son cosas que uno debe saber – me excuso.
- Eso es verdad – me apoya el amable Dr. Anderson, aunque creo lo hace
mas por molestar a su amigo – que no lo sepas es tu problema – dice señalando a
Leo
- Siempre ha sido alta, es lo único que puedo decirte – indica Leonardo
de inmediato.
- Dieciséis, cuarenta y ocho por ciento de hematocritos – revelo ante
las risas de este par de amigos, que
puedo decir soy una esposa preparada.
- Bien, ya vemos que has hecho la tarea Sra. D’Lucca – bromea Rick –
sabrás que con un nivel de nueve quiere decir que presentas un caso de anemia.
No es nada de gravedad, solo debemos estar atentos, cambiar ciertos alimentos
que te ayudan a aumentar el hierro en el organismo así como un suplemento del
mismo.
Leonardo suelta el aire que ni cuenta me dí que había estado
sosteniendo, me da besos en la frente, en la nariz para luego posar sus labios
en los míos. Claramente esta noticia le ha quitado un peso de encima, a quien engaño yo también estoy mas
tranquila.
- Con respecto a los otros resultados – duda en como dar la noticia –
son negativos – concluye Anderson.
Nuestro médico nos entrega las indicaciones así como el récipe de las medicinas
que debo tomar. Explica que debo volver en una semana a retirar los dos puntos
que me tomaron en la frente, asegurándome que no se notarán en un futuro. Se
despide de nosotros para ir a firmar el alta, que en un par de horas ya me
podré ir a descansar a mi casa.
Leo lo acompaña hasta la puerta despidiéndolo con un fuerte abrazo, me
levanto de la cama donde he permanecido todo este rato. Mi esposo al ver mis movimientos
se acerca presuroso a mi lado para ayudarme. Me quedo pensando en el último enunciado
del médico, Los resultados son negativos…
¿Resultados de que? Rápidamente lo entiendo.
- No estoy embarazada – afirmo de prisa
- No, nena – confirma Leo con pesar.
Una lágrima que ni siquiera sabía que estaba asomada resbala por mi
mejilla, me doy cuenta que esta noticia me entristece, ahora es un mar el que
esta brotando de mis ojos. De inmediato Leonardo me abraza, me consuela sin
decirle el porque de mi llanto, ya lo sabe.
- Nena no sabía que esta noticia te pondría así, sácame de dudas pero
pensé que no querías hijos todavía.
- No me había dado cuenta que lo quería hasta que supe que no estoy
embarazada – revelo con desánimo.
- Tan pronto como te sientas mejor, nos pondremos a practicar, por eso
no te preocupes, cuando menos lo imagines tendremos una princesita por aquí –
decreta un emocionado Sr. D’Lucca
- ¿Por qué no un príncipe?
- Simple, porque por ahora quiero seguir siendo el único hombre de tu
vida – responde con naturalidad.
Este esposo mío es imposible, no tenemos hijos y ya está celoso. Decido
dejar el tema hasta allí, pues si no de aquí no salimos nunca. Tomo mi ropa que
esta prolijamente doblada. Pese a mis quejas y deseos de ducharme y vestirme
sola mí sobre protector marido no me quito un ojo de encima ni por un segundo,
muchos menos permitió que ninguna enfermera se ocupara de ayudarme. Él se
encargo de todo, estuvo a mi lado mientras me aseaba, insistió en secarme y
luego vestirme. Ya cuando estoy terminando de maquillarme un poco, todo bajo la
atenta mirada de mi vigilante, tocan la puerta.
Leonardo se encamina a ver quien es. Escucho a mi suegro saludar seguida
de mi “querida suegra”, quien entra cual torbellino a la habitación,
pronunciando mas palabras por segundo que las que seguro están registradas bajo
algún record. Respiro profundo un par de veces, justo cuando decido salir mi
tierno guardián viene a buscarme.
Apenas camino unos pasos cuando Arturo se acerca para abrazarme y
decirme nuevamente lo preocupado que estaba. Me pide, casi me exige que no lo
vuelva a asustar de esa manera. Debo admitir que los hombres de esta familia
son clase aparte, los tres me quieren mucho y son correspondidos en la misma
medida, ellos son mi familia. Emily Stone pues ella es…es simplemente eso Emily Stone.
- Querida vaya manera de hacer un regreso magistral – se acerca a saludarme
con una fingida sonrisa
- Emily – la reprende mi suegro
- Yo solo digo, que nos preocupamos mucho, nada más llegas y te
desmayas, menos mal ya se encontraban en el hospital – ironiza la flamante Sra.
Stone
- Mamá estamos cansados,
preocupados y la verdad con muy poco humor para tus malos chistes y
comentarios. Si te interesa saber Tati esta bien. Ahora quiero pasar a saber
del abuelo para irnos a casa. Ha sido un día demasiado largo – anuncia molesto Leo
- Tranquilo amor, se que tu madre solo esta tratando de bromear para
relajar un poco el ambiente – me acerco y la saludo – gracias por preocuparte
Emily, muy considerada de tu parte.
Lo menos que quiero es problemas en la familia por el simple hecho de
que mi suegra no me quiera, ya no hay nada que hacer, pues se apaña y listo.
Ahora lo verdaderamente importante es que el nonno se recupere y estar aquí
para él. Nada más.
Nos dirigimos hasta la sala de cuidados intensivos donde se encuentra el
abuelo, hablamos con los médicos de guardia, los cuales no dieron noticias
nuevas, aun están esperando que reaccione. Dentro de todo está estable, no
presenta mejoría, pero tampoco ha surgido alguna complicación. Lo cual es buen síntoma.
Mi suegro decide quedarse un rato mas pero insiste que vayamos a
descansar, que mañana es otro día y podremos volver, si hay algún cambio las
enfermeras tienen órdenes de avisarle de inmediato. Bajo la promesa que nos
llamaría por cualquier cosa nos despedimos para irnos a casa.
Ya es de noche por lo que me sorprende ver que del mismo auto que nos trajo temprano se baja el Sr.
Boavista a abrirnos la puerta para entrar en el. Vamos de camino al apartamento
luego de indicarle al chofer la dirección. No se si es por el cansancio o que
pero me duermo enseguida.
Siento que me llevan en brazos y es cuando me doy cuenta que hemos
llegado. Intento bajarme pero mi caballeroso marido me sujeta mas firme.
- Tranquila nena, ya estamos por llegar – anuncia mientras oigo la
campanilla del ascensor anunciando su arribo.
Hace maniobras para sacar las llaves de su bolsillo pero sin soltarme ni
permitirme ayudarlo abre la puerta, le indica a un silencioso Robert que deje
la maleta en la entrada. Ni sabia que nos estaba acompañando hasta acá. Lo
despide diciendo que ya le avisara mañana a que hora lo necesitaremos, pero que
a partir de allí esta liberado de sus responsabilidades. Que cualquier cambio
le será notificado.
Cruzamos el apartamento hasta nuestra habitación. Al abrir la puerta
quedo gratamente sorprendida. Todo el cuarto esta decorado con velas y pétalos
de rosas por todos lados, pero lo que mas me ha dejado boquiabierta es que ha
cambiado todo el mobiliario y la disposición del mismo.
Lo habíamos hablado mas de una vez, redecorar todo a mi gusto, mejor
dicho al gusto de ambos mientras encontramos una casa que se adaptara a los dos.
A pesar de que su anterior estilo está bien, Leo siempre quiso que le diera mi
toque. Por eso estoy complacida que haya recordado algunos de los muebles que
una vez mencioné, como la enorme cama blanca a juego con la inmensa alfombra
del mismo color, en contraste con unas mesas de noche oscuras con grandes
espejos.
- Bienvenida a casa Sra. D’Lucca – me dice al oído trayéndome al presente.
Se queda parado detrás de mí tomándome de la cintura esperando mi reacción.
- Gracias Sr. D’Lucca, usted si que sabe hacer feliz a una mujer.
- Se como hacer feliz a mi mujer
– me corrige mientras me guía hasta el baño, el cual está igualmente engalanado
con mas flores y velas. La bañera llena y lista para usarse, por lo que asumo
que definitivamente mi romántico esposo cuenta con una muy buena ayudante.
- ¿Cuándo hiciste la llamada para pedir esto? – pregunto mientras señalo
a nuestro alrededor
- ¿Acaso importa nena? – Tiene toda la razón así que únicamente niego
con la cabeza – solo quiero que te relajes, descanses, me dejes consentirte y
complacerte en todo –
- Me parece un buen plan, sobre todo la última parte – le indico
acercándome mas a su cuerpo
- Tati…Tati - suspira una y otra vez
Ignoro su llamado, comienzo a desvestirlo mientras paseo mis labios por
su oído, cuello, mentón hasta llegar a su boca, esa que me vuelve loca, esa que sabe usar tan bien. Para este
punto sus manos están aferradas a mi cintura como buscando reunir las fuerzas
necesarias para negarse a mi silenciosa petición. Aún envalentonada empiezo a
quitarme la ropa, hasta que sus manos en las mías me detienen.
-Nena…- puedo ver que esta luchando – nena, Tati no me lo hagas mas difícil – suplica
- ¿El qué? – averiguo haciéndome la inocente, mientras continuo
acariciando sus brazos.
Mi cuestionamiento le hace abrir los ojos, que hasta éste momento tenía
cerrados desde que empecé la tarea de despojarlos de sus prendas de vestir.
- Amor estás convaleciente, estuviste inconsciente por más de una hora,
te tuvieron que coser dos puntos, no quiero que te sientas mal…debes descansar
– explica luego de unos minutos
- Prometo dejar que seas tu quien haga todo, yo simplemente me dejare
querer – mi solicitud lo hace reír
- Por muy tentadora que suene tu propuesta…
- Leo quiero que me hagas el amor como solo tú lo sabes hacer pausado,
lento, cariñoso – lo interrumpo mientras poso mis manos a cada lado de su cara
para poder mirarnos a los ojos – muero por tus besos, por tus caricias necesito
sentirte, sé que serás cuidadoso…confío en ti.
Sin pronunciar mas, Leonardo me besa, me lleva en brazos hasta
depositarme en nuestra nueva y bonita cama.
- Voy a llevarnos al cielo y de regreso nena, tú solamente déjate hacer
– propone con la voz ronca cargada de deseo.
Debo confesar que no solo cumplió a cabalidad su promesa, sino que fue aún
más allá. A pesar de ser en extremo mucho más cuidadoso que de costumbre, debo
admitir que no hubo un fragmento de mi piel que no fuera besada, se dedico en
exclusivo a adorarme con sus manos, labios…y
otras partes de su hermosa anatomía.
Estamos acostados con brazos y piernas entrelazadas, descansando algo
adormilada en su pecho mientras Leonardo sutilmente acaricia mi espalda
desnuda, mientras nuestras respiraciones se sosiegan, hasta que luego de unos
minutos decido romper el silencio.
- Me encanta como quedo nuestra habitación Leo, gracias por siempre
estar un paso por delante.
- Solo quise darte una sorpresa con algunos cambios, pero aún faltan
muchos. Menos mal que pedí que comenzaran con nuestro cuarto porque con nuestro
regreso repentino de seguro hubiéramos tenido que ir a un hotel – confiesa
entre risas – la cocina esta lista también espero sea como la querías, sino
podemos redecorarla nuevamente.
- Amor seguro que si- lo tranquilizo - además ya te había dicho que no
hay que hacer grandes cosas, siempre me ha gustado la decoración del
apartamento, y si sigues con la idea de comprar
una casa, no veo la necesidad de gastar más.
- Quiero que seas feliz y te sientas a gusto, que cada día anheles
regresar a casa – me brinda una mirada llena de amor
- Siempre voy a desear volver al lugar donde tú estés, no importa si es
un apartamento, una casa, o una simple habitación – asevero – tú eres mi hogar,
siempre quiero volver a ti, my home.
Luego de nuestra pequeña charla no se en que momento mis cansados
parpados cedieron ante el cansancio. Siento unos besos y caricias en mi
espalda, a lo lejos escucho la voz sexi de mi esposo que me llama, pero estoy
tan agotada, que solo consigo murmurar un mínimo y apenas audible mmm.
- A ver princesa, necesito que al menos tomes estas pastillas, ya luego
puedes continuar descansando – me dice entre mimos – nos quedamos dormidos y ya
se te ha pasado la hora nena, vamos.
A regañadientes me siento, pero sin abrir los ojos tiendo mi mano para
que me la medicina, así puedo volver a
los brazos de Morfeo.
- Déjame ayudarte amor – solicita Leo mientras lleva lo que supongo son
los analgésicos a mi boca, seguido de un fresco vaso con agua – ahora si Tati
acuéstate
Me da un pequeño beso en los labios y acaricia mi mejilla,
automáticamente abro los ojos, mi adorado marido está aun prácticamente cernido
sobre mi, por lo que lo tomo del cuello para acercarlo nuevamente a mi para
poder besarlo, besarlo de verdad.
Nos separamos con la respiración agitada, la habitación esta cargada de
deseo, hasta que el estomago del Sr. D’Lucca decide hacer acto de presencia
rugiendo de manera sonora, lo que hace que los dos nos carcajeemos.
- Me parece que hemos olvidado a alguien que también debemos alimentar –
expreso mientras nos sentamos
- Creo que tienes toda la razón, hoy fue un día de locos, con tanto
ajetreo no comimos – se justifica
- ¡Vamos! – lo invito mientras me levanto – de seguro algo encontraremos
en la nevera o despensa para saciar a mi hombre.
- Solo el hambre nena – me corrige – de ti nunca tendré suficiente, ni
las nueve vidas de un gato me alcanzarían, siempre quiero más y más de ti.
Me coloco una bata, mientras que Leo se viste únicamente con un pantalón
de pijama, que hace que quiera regresarme a la habitación. Son pasadas las dos
de la madrugada, pero eso no evita que preparemos un suculento como llamarlo,
pues aunque no hemos comido en horas, ni es cena ni desayuno, tentempié de medianoche.
Optamos por algo no muy elaborado, pero igualmente delicioso, unas
tostadas francesas, las cuales acompañamos con frutas, miel y un poco de crema.
A pesar de ser una comida sencilla y rápida de preparar, entre caricias, besos
y arrumacos nos toma más tiempo del necesario, en mi defensa debo alegar que ese torso desnudo me desconcentraba a
cada instante, ya no sabía si tocaba remojar el pan en leche, en el huevo,
o simplemente ponerlo a sofreír en la mantequilla.
Luego de unas cuantas tostadas quemadas o bien cocidas tiradas a la basura, algún que otro desastre en la
nueva, hermosa y súper blanca cocina, resolvemos sentarnos en el piso, sobre un
improvisado mantel a degustar nuestra comida entre risas y mimos.
Ya cuando decidimos que por más que así lo quisiéramos el piso no ablandaría
y que era hora de descansar un poco para volver al hospital estaba
prácticamente amaneciendo. Nos acercamos a unos de los grandes ventanales que
bordean nuestro apartamento para de esa manera poder admirar el magnífico
horizonte teñirse de sublimes colores naranjas.
- ¡Que maravilloso amanecer! – expreso abrazada al amor de mi vida.
- Lo realmente maravilloso es
poder compartirlo contigo nena – acota Leonardo mientras se coloca frente a mi
y me rodea con su brazos – Te amo Tati – dice y me besa en la cabeza.
- Yo también Leo – respondo mientras acaricio sus manos que están sobre
mi cintura, con el firme pensamiento que todo saldrá bien mientras nos tengamos
el uno al otro.
Susana Mohel es un honor poder contar contigo,
GRACIAS por TODO.
Nos vemos el próximo miércoles 23 de abril con el
siguiente capitulo.
me encanta el amor que se profesan tati y leo espero el nonno se recupere y los chicos sigan bien y juntos y que la vivora de su suegra se muerda la lengua y se envenene jajajajajaja que mala un beso y espero el proximo capitulo
ResponderBorrarjjajaja me parece excelente esa idea Rosa, de verdad que no le envidio a Tati una suegra como esa.....pero un Leito mmmmm jajja
Borrarbesos
Que bueno que el susto no pasó a mayores y Tati está bien. El capitulo estuvo muy romántico, me gustó mucho.
ResponderBorrarAhora falta saber que pasara con el abuelo de Leo, pobrecito.
Gracias por el capi, haces muy buen trabajo.
Nos leemos en el siguiente, saludos y te mando un abrazo.
Diana me alegra te haya gustado, despues del periodo en pausa te juro tenia los nervios como cuando publique el primero, aunque a quien engaño cada vez que publico uno nuevo es lo mismo jajaja
Borrarbesitos, el proximo capi se va a tardar unos dos dias mas...asuntos personales :(
besos