Cambio de planes
inesperados…
Estoy asombrada de ver al Capitán Meyers acompañado de su primer
oficial. Nos saluda cordialmente. Lo invitamos a pasar a la salita para hablar
mejor.
- Que sorpresa tenerte por acá tan temprano Nic, pero por la seriedad de
sus rostros no creo sea una visita de cortesía.
¿Qué sucede? – pregunta Leo, siempre directo al grano
- Tienes razón Leonardo, no hemos venido sólo a saludar. Tengo noticias
y no son muy buenas – responde cauteloso nuestro amigo oficial – se trata de tu
abuelo.
- ¿Qué le sucedió? – expreso preocupada, acercándome a mi esposo, quien
me toma las manos y las besa, esta extrañamente calmado.
- Sin rodeos Capitán, por favor – solicita mi ansioso marido.
- Ha sufrido un ACV, lo tienen internado en Terapia Intensiva. Su
pronostico es reservado – explica con pesar – ya he hecho los arreglos para su
traslado a Miami.
Escucho que tocan la puerta, deben ser los esposos Owen, le señalo a mi abrumado
esposo que voy a abrir. Además de explicarles el inesperado cambio de planes.
Al abrir la puerta me encuentro con unos muy risueños Kate y James que
al ver mi cara, cambian inmediatamente su expresión por una de preocupación.
Les hago señas para que me acompañen en silencio, nos sentamos en la cama, de
esa manera les doy un poco de privacidad a Nicolas y a Leonardo para que
terminen de conversar.
Les explico lo ocurrido con el abuelo Angelo. Que debemos viajar
inmediatamente a Miami, por lo que nuestra Luna de Miel esta oficialmente
suspendida, de igual manera nuestros planes para hoy y el resto de los días que
quedan de crucero. Me excuso un momento con ellos para acercarme donde esta mi
esposo, pero al levantarme observo que él ya viene en mi encuentro.
Leo me abraza fuertemente, se que esta muy preocupado, para que negarlo
yo estoy igual. Me separo lo suficiente para darle un beso en sus labios y
susurrarle Te amo. Él me besa la
frente y me responde un Yo también.
Aun con sus brazos rodeando mi cintura saluda a los esposos Owen.
El Capitán Meyers se acerca a saludar también a nuestros invitados y se
despide para continuar con sus labores.
- Leo no te preocupes por tus pertenencias, puedo mandar alguien de mi
entera confianza para hacer las maletas y hacértelas llegar. Yo mismo me
encargo de los objetos de valor si así lo prefieres – nos anuncia antes de
irse.
- Gracias Nic, voy a tomar tu palabra, únicamente me llevaré lo
necesario – Leonardo le da un abrazo con una sola mano, pues con la otra esta
aferrado a mi – Gracias por todo.
- No hay de que muchacho, No hay
de que. – expresa Nicolas con pesar antes de irse.
James se encarga de acompañar a los oficiales hasta la puerta. Kate
cautelosamente nos deja solos. Leo suspira frustrado, pasando las manos por su
cabello. Se sienta en la cama, extiende su brazo para que lo acompañe. Sin
dudarlo me acerco sentándome en su regazo, acaricio lentamente su cabeza. Así
permanecemos en silencio unos minutos, sé que los necesita para asimilar la
noticia.
Me siento impotente, pues se que no hay nada que pueda decir para
mejorar la situación. El Sr. Angelo es muy importante para Leonardo, ha sido su
mayor influencia y su roca en todo momento.
- El abuelo no está bien, nena – rompe el silencio – los médicos dicen
que hay que esperar, pero ciertamente no tienen muchas esperanzas de que
despierte – confiesa con desolación
- La esperanza es lo último que se pierde Leo, no podemos darnos por
vencidos, te aseguro que el nonno en este momento esta luchando – trato de
animarlo, y para que negarlo animarme a
mi misma – siempre ha sido muy fuerte, no creo que le guste enterarse que
estas tan decaído – le tomo la cara con mis manos para darle un casto beso en
los labio, hago el amago de levantarme y así prepararnos para partir, pero mi
esposo me lo impide.
- Gracias por tus palabras Tati, tienes razón. No debemos perder la fe -
dicho esto me abraza fuertemente.
- Eh disculpen chicos – nos interrumpe Kate – si están de acuerdo James
y yo podemos hacernos cargo de empacar sus cosas para entregárselas al capitán.
No sé tú Tatiana pero lo que soy yo no me sentiría cómoda con alguien extraño
hurgando en mi ropa interior – enseguida recibe un leve codazo de un muy serio
Sr. Owen como reprimenda - ¿Qué? Es verdad, se que no somos las mejores amigas,
pero al menos soy mujer – expone encogiéndose de hombros.
- Gracias Kate, si no es molestia la verdad prefiero que seas tu quien
se ocupe de esto. Y con respecto a lo otro, yo diría que aun no somos las mejores amigas, aunque espero podamos llegar a
serlo – es la verdad, a pesar de nuestro comienzo y que sea hermana de esa me cae muy bien, no puedo culparla
por algo que ella no ha hecho; la familia no se escoge, los amigos si.
Seguimos charlando unos minutos mas, me doy cuenta que mi querido marido
no se encuentra en la habitación, justo cuando voy a buscarlo lo veo salir del
cuarto de baño cambiado y listo para emprender el viaje. Está muy guapo con
pantalón y camiseta oscura, su chaqueta caqui le da un toque casual. Su mirada
denota preocupación, pero sin dejar de verse sexi con su barba de dos días. Se
que no es el momento pero juro que quiero comérmelo, de pies a cabeza. Como si
leyera mis pensamientos me guiña un ojo y se ríe. Le lanzo un beso como
respuesta.
Me dirijo al vestidor para cambiarme de ropa, pues con este minúsculo vestido
dudo mucho que mi adorado marido me deje viajar, además de seguro iremos
directo al hospital. Nada más de imaginar la cara de mi suegra al verme en
estas fachas hace que me den ganas de quedarme así. Aunque ahora que lo pienso
no se si me habrán empacado algo que no sea de playa, rebusco entre las
prendas.
Frustrada me siento en el piso, respiro profundo pues se que debo ser
fuerte por Leonardo, pero esta noticia me tiene mal, le he tomado mucho cariño
al Nonno D’Lucca, tan sólo de imaginar que…mejor no voy a ese lugar, debo ser
optimista – me regaño internamente-
- ¿Tati, estás bien? - me
sorprende Leo mientas estoy aun sentada en el suelo
- Si si…bien – respondo rápidamente, no quiero que se de cuenta que he
llorado, así que intento levantarme, tarde pues ya tengo a un preocupado esposo
sentado a mi lado
- Nena, cuantas veces debo decirte que mientes fatal – trata de aligerar
el ambiente
- Es que no se que ponerme, no se si la Sra. White metió algo decente
que ponerme para ir al hospital – intento descaradamente engañarlo
- Amor por mi puedes venirte así mismo como estas, no me importaría
menos, pero se que no es eso lo que hizo que llores – dice mientras limpia unas
osadas lagrimas que han escapado de mis ojos ¡Traidoras!
- Lo siento Leo, de verdad lamento mucho lo que esta pasando con el
abuelo, ojala pudiera hacer algo para ayudarte, en vez de ponerme a llorar –
confieso apenada
- Tati sólo necesito que estés a mi lado, tu eres mi fuerza, si te tengo
a ti puedo contra todo – me reconforta – además se lo mucho que lo quieres, en
él has visto la figura paterna y el abuelo que nunca tuviste a tu lado. Ese
viejo te adora con su vida, así que lo mismo va contigo, ánimo nena
- Debería ser yo la que te de consuelo y no al contrario – es mas un reproche
para mi – pero es que no asimilo aun la noticia, no entiendo que paso
- Nic no sabe mucho, al parecer el nonno tuvo una fuerte discusión y eso
desencadeno todo esto. Ya al llegara alla conoceremos los detalles – se levanta
y me lleva con el – ahora termina de arreglarte que ya estamos por llegara
puerto. No te mortifiques por la ropa, si es necesario pasamos por el
apartamento – dice leyendo mis pensamientos referente a que ponerme.
- De seguro encuentro algo aquí, así que no te preocupes por eso.
Sale del vestidor, a pesar de la calma que aparenta se que por dentro
esta agonizando. Diosito que todo salga
bien repito en mi mente una y otra vez, Por
favor Virgencita intercede por el abuelo Angelo, no lo abandones pido una y
otra vez.
Recojo algunos objetos personales los coloco en las cama mientras saco
una de las maletas pequeñas para poder guardarlo. Mientras estoy alistando la
ropa Kate regresa conmigo.
- Tomate esto Tati - dice
mientras me entrega una taza de un cremoso café con leche, que huele divino.
- Gracias! – me siento de nuevo en el suelo del vestidor para degustar
mi deliciosa bebida
- ¿Cómo estas? – pregunta preocupada – Leonardo esta serio, tenso y muy
nervioso, te juro que si sigue caminando de un lado a otro va a abrir que digo
un hueco, una zanja en la sala de la habitación. Y tu te has puesto a arreglar
las cosas, por favor alguno de los dos puede gritar, llorar, enojarse o algo –
suspira frustrada
- No se como ayudar, ni que hacer o decir para que Leo se sienta mejor,
porque aunque no lo aparenta, esto lo está matando por dentro – es mi sincera
respuesta.
- Tatiana nada de lo que digas o hagas harán que el Sr. Angelo se
recupere, solo deben rezar, no perder la fe y darse apoyo, estar allí el uno
para el otro.
- Tienes razón, de nuevo Gracias
por todo. Por estar pendiente y por ofrecerse a empacar todo este desastre –
señalo el vestidor que de tanto rebuscar lo he dejado como la habitación de
unas quinceañeras morochas.
- No hay de que mujer, hoy mismo nos encargamos de eso – toma la taza
vacia de mis manos y se dispone a salir – termina de alistarte para que comas
algo con tu esposo, no es buena idea se vayan con el estomago vacío, les viene
un largo y difícil día.
Me levanto, tomo la ropa y me dirijo al baño a cambiarme. Me decidí por
un jeans, una blusa blanca y zapatos de color coral, bueno tampoco es que hubiera mucho de donde
escoger, o con que ponerme a escoger, así que ira bien. A la que no le guste…pues que no me vea. Hay cosas mas importe que atender y por las que preocuparse.
Al salir del tocador, veo que mi adorado esposo esta en el balcón, con
la mirada perdida en el horizonte, nuestros amigos Owen están discretamente
sentados en la sala, apoyándonos pero tratando de darnos espacio. Abro la
puerta de vidrio que me separan del hombre que me quita el sueño. Me acerco
para abrazarlo por la espalda. El parece no notarme o esta demasiado abstraído
en sus pensamientos. Le doy un beso en el medio de su sexy espalda, mentalmente
me castigo por mis pensamientos, Dios no
es momento para eso me regaño a mi misma.
- Me da miedo que no podamos llegar a tiempo. Y si no tenemos un momento
para despedirnos antes de…- no puede terminar su oración, pues a mi amado Sr.
D’Lucca se le quiebra la voz, por la tensión en su cuerpo se que a pesar de
todo su esfuerzo hay algunas lagrimas corriendo por su rostro.
- Podremos estar allí para ver y ayudarlo en su recuperación – me giro
para quedar frente a mi triste esposo – ya veras como todo esto no será más que
un mal recuerdo. No perdamos la fe amor, no
la perdamos.
Después de darle un casto beso, nos fundimos en un calido abrazo, trato
de darle con ello el valor y la fuerza que le proferí con mis palabras, aunque
no si se sólo eran para él o para los dos. Trato de no romperme y ser fuerte,
pero no estoy muy segura que las cosas salgan bien. Tan perceptivo siempre,
como si le leyera mis pensamientos, Leonardo besa mi cabeza y me susurra una y
otra vez Todo saldrá bien nena. Pero
el tono de su voz me dice lo contrario.
Nos despedimos de los esposos Owen, con la promesa de reunirnos apenas
regresen del crucero a Miami. Intercambiamos números de teléfono y dirección de
e-mail, para de esa manera mantenernos en contacto. Le damos las gracias a nuestro querido
Capitán por todas tus atenciones para con nosotros durante nuestros días a
bordo así como por la preparación de todo los preparativos para nuestro
inadvertido regreso.
- No hay nada que agradecer, Leonardo tu eres como familia para mi,
ahora también lo eres tu Tatiana – afirma Nicolas – es una lastima que su luna
de miel se vea opacada por esta situación, pero estoy seguro que Angelo se
repondrá muy pronto. Conociéndolo como lo hago no se perdonara haberles
arruinado el viaje.
- Eso es lo de menos Nic, tenemos toda la vida para estar juntos, eso es
lo importante - sentencia Leonardo
abrazándome y dándome un beso en la sien.
- Así mismo es muchacho, pero no tendrán que esperar tanto. Ya hice
todos los arreglos para que cuando gusten tomen el crucero. Solamente deben
avisar con un poco de antelación la fecha que deseen, para tener todo dispuesto
– anuncia nuestro querido Capitan Meyers
- No es necesario de verdad, conozco las políticas de los cruceros…
- No quiero excusas Leonardo D´Lucca – lo interrumpe - se lo terco que
puedes llegar a ser, pero en esto no hay nada mas que hablar, esta hecho.
- Muchas gracias Nic, por todo
– le doy un sentido abrazo – esperamos tu visita cuando regreses a Miami.
Tenemos una comida pendiente.
- Además se que al nonno le va a encantar verte – interviene mi esposo.
- Eso seguro muchacho.
Con la promesa de igual mantenerlo informado sobre la evolución de la
salud de su amigo y los planes de un próximo encuentro, nos despedimos.
Al llegar al pequeño aeropuerto una avioneta privada nos espera en la
pista para llevarnos de regreso a los Estados Unidos. A Pesar de ser pequeña la
aeronave es agradable, unas cómodas butacas como las de primera clase, al fondo
un sanitario, viaja con nosotros a demás del Capitán y su copiloto una azafata
que nos brinda algo de beber y un aperitivo, el cual ambos rechazamos, en estos
momentos nada me apetece.
Leo le solicita a la amable señorita su bebida
favorita, a pesar de que es muy temprano para beber se que el whisky es la única
cosa que lo puede relajar en estos momentos. Yo opto por un café bien cargado.
El viaje se nos hace eterno, Leonardo no deja de moverse en su asiento,
se que le pican los pies por caminar de un lado a otro, esto de esperar no se
le da muy bien. El capitán nos informa que en menos de una hora estaremos
aterrizando en el Aeropuerto Internacional de Miami. Lo cual es una gran
noticia, pues no se si son los nervios por todo pero no me siento nada bien, me
levanto para ir al sanitario, quizás el refrescarme un poco la cara me ayude.
Pero nada mas entrar en el cubículo mi cuerpo decide regresar el escaso
alimento que he ingerido hoy. Saco el cepillo de dientes de mi cartera, me aseo
un poco y me dirijo a mi asiento, decido no decirle nada a mi esposo para no
preocuparlo.
- ¿Todo bien nena? – pregunta Leo en cuanto me siento
- Si amor todo bajo control – odio mentirle, pero no quiero alarmarlo
- No te ves bien Tati, estas pálida – se levanta en el acto, se acerca a
mi butaca, me toma en sus brazos y se sienta conmigo en su regazo
- Creo son los nervios, todo esto me tomo por sorpresa. Al regresar del
baño me maree un poco es todo – le acaricio el cabello para que no note mi
nerviosismo, si continua preguntando e insistiendo se dará cuenta que le estoy
mintiendo.
A Leonardo parece no gustarle mucho mi respuesta, pues toma mi cara
entre sus manos para examinarme detalladamente, clava en mí sus hermosos ojos,
que hoy lucen atormentados por toda la situación. ¿Por qué demonios tengo que venir a enfermarme ahora yo?
Sin dejar de mirarme con sus pulgares acaricia mis mejillas. Me desarma
complemente con ese gesto por lo que cierro los ojos pues no quiero que sepa
que le estoy ocultando algo, es verdad lo que dicen “Los ojos son el espejo del
alma” Leo me conoce demasiado y no tardara en saber la verdad, pero mientras
pueda darle algo de paz en estos momentos de angustia, hare lo que sea necesario.
Me recuesto en su pecho sin levantar mis parpados, no se en que momento
me quedo dormida en mi lugar favorito, los fuertes brazos de mi amado esposo
que me brindan la seguridad que necesito. Siento unas caricias en mi espalda, a
lo lejos un susurro que me trae de nuevo al presente.
- Nena, despierta debemos bajar – repite Leonardo una vez mas
Me despierto sobresaltada e intento de un brinco ponerme de pie, pero
las tibias manos de mi marido me lo impiden. Abro los ojos mirando en todas
direcciones, es cuando me doy cuenta que hemos aterrizado y que aun estoy en el
regazo de un sonriente Sr. D’Lucca.
- Me alegro te sirva de entretenimiento – finjo estar molesta, pero si
debo vestirme de payasa, ponerme peluca y hasta nariz roja sólo para que el
hombre que me tiene en sus brazos me brinde la sonrisa que tiene en estos
momentos en sus labios, pues pásenme el
disfraz que me lo pongo ya.
- Eres preciosa hasta cuando aparentas estar enojada – me descubre Leo
sin dejar de reír –
- !Eres imposible! – nuevamente intento levantarme haciéndome aun la que
estoy molesta, pero mis risas me delatan – a todas estas ¿cuando aterrizamos?
¿Por qué todavía estamos así, y no cada uno es su lugar con el cinturón
abrochado como dictan las normas de seguridad? – pregunto señalándonos
- Respondiendo por orden, llegamos a penas, y con respecto a lo segundo,
estabas tan cómoda que tuve que pelear y de que manera con la azafata para que
nos dejara descender contigo sentada en mi brazos. Únicamente tuve que reclinar
el asiento a su posición original y ni eso lo notaste.
- Lo lamento, no sabia que estuviera tan cansada – confieso algo
avergonzada.
- ¿Cómo te sientes? – consulta
- Mejor, gracias por velar mi sueño – digo mientras le doy un beso en su
mejilla
- Siempre – es su respuesta – ahora si arriba antes que manden a la
policía a sacarnos de acá.
Tomamos nuestra maleta, salimos a hacer el papeleo necesario, luego de
unos veinte minutos ya estamos saliendo en busca de un taxi, pero para nuestra
sorpresa afuera hay un chofer con un cartel en el que se lee Sres. D’Lucca.
Nos acercamos a él, para saber si es a nosotros a quien espera, aunque no es un
apellido usual aquí en Miami, tampoco es que seamos los unicos.
-Buenos días Sres. D’Lucca – dice el joven a penas nos llegamos a su
lado – mi nombre es Robert Boavista, el Capitán Meyers me contrato para estar a
sus servicios por el día de hoy y los que sean necesarios de acuerdo a sus
necesidades
- Buenos días, mucho gusto Robert, soy Leonardo D’Lucca y ella mi esposa
Tatiana – indica mi esposo dándole un apretón de manos – por los momentos vamos
al Jackson Memorial Hospital ya lo demás lo veremos en el camino.
- Mucho gusto Sra. - hace un
gesto tocándose la gorra con la mano a modo de saludo al cual respondo con un Hola acompañado de una sonrisa - ¿el resto de su equipaje?
- Sólo esta pequeña maleta – señala mi esposo mientras se la entrega.
Sin mas el chofer se gira, empieza a caminar en dirección a una limusina
Mercedes Benz que esta estacionada a unos cuantos metros, parece más bien un
auto de lujo, gentilmente nos abre la puerta, Leo me ayuda a subir para luego
él sentarse a mi lado. El joven guarda nuestro solitario equipaje en el
maletero, acto seguido se sube delante del volante y emprendemos el viaje.
Durante todo el camino vamos tomados de la mano, de momentos Leonardo
las levanta para acercarlas a sus labios y darme un beso en los nudillos. A
medida que nos vamos acercando a nuestro destino puedo notar que el nerviosismo
de ambos va en aumento. Me acerco mas a mi esposo, necesito sentirlo mas cerca,
pero sobre todo hacerle sentir que no importa lo que pase estoy aquí con él,
hoy y siempre.
El auto se detiene frente al hospital, a lo que Robert se apresura en
abrirnos la puerta para poder bajar. Y se despide dándonos una tarjeta con su número
de teléfono, e indicándonos que estacionara esperando indicaciones. Que nos
preocupemos por nada, que si necesitamos que traiga comida o cualquier cosa
esta allí para eso. Se va sin más.
El rostro de Leonardo esta tenso, al igual que el resto de su cuerpo,
hasta podría jurar que desde esta mañana le ha salido alguna cana. Estamos
tomados de la mano y aun nosotros estamos de pie sin poder movernos ni un
centímetro. Decido ser quien dé el primer paso. Le proporciono un pequeño
apretón para llamar su atención. El voltea a mirarme, y en sus ojos veo algo
que jamás había notado el miedo.
- Ey estoy aquí contigo, juntos en las buenas y las malas. Siempre – le repito esa palabra que me
dice constantemente para confortarme.
- Lo se nena, gracias – responde sin mucho animo
- Te Amo Leo, nunca lo olvides
- También te amo Tati, más que nada en el mundo
Como si estas palabras le dieran la fuerza necesita, camina con paso
decido, su semblante cambia totalmente, de nuevo vuelve a ser el regio e
imponente Sr. D’Lucca, el importante socio de una de las mayores y mas
importantes oficinas contables del país. Ese hombre intenso, seguro de si mismo
del que me enamoré perdidamente.
Llegamos al primer puesto de enfermeras para averiguar sobre el abuelo. Después
de explicarles y demostrarles el parentesco, pues de acuerdo a las políticas del hospital no
dan información de los pacientes al menos que sean familiares directos. La
resignada enfermera nos notifica que el Sr. Angelo esta en la unidad cuidados
intensivos de Neurología, que se ubica en ala este, cuarto piso. Nos explica
que las visitas están suspendidas por órdenes medicas, pero que los familiares
normalmente se quedan en el área de espera del mismo piso.
Sin darme chance de siquiera agradecer a esta paciente mujer que soporto
el mal humor de mi esposo, sus malas caras y gestos exasperados; nos dirigimos
o mejor dicho Leonardo me arrastra hasta el lugar que nos indicaron hace un
instante. Al menos puedo girarme y gesticular un Gracias y decirle adiós con la mano a esta amable señora, que solo ríe
mientras niega con la cabeza. Supongo que debe tratar con todo tipo de personas
exasperadas por saber de sus familiares internados aquí.
Al llegar al elevador que nos guiará hasta el piso donde tienen al abuelo ya estoy
jadeando, pareciera que hubiera corrido un maratón en vez de caminar a través
de los largos pasillos de un hospital. Mientras que mi no muy simpático esposo
está como si nada, definitivo debo hacer algo mas de ejercicio.
- No tenías que portarte tan cortante con la pobre enfermera Leo, sólo
esta cumpliendo su trabajo – le reprocho apenas subimos al ascensor –
- Es que casi me pide el árbol genealógico de la familia D’Lucca – se
excusa
- Exagerado, pidió identificación con foto, sólo eso – intenta decir
algo pero se lo impido – entiendo que ya quieras llegar donde el nonno, pero no
por eso debes ir atropellando a los demás. Y muchos menos arrastrar a tu esposa
como un poseso por todo el lugar – bromeo para aligerar el ambiente
- Y el exagerado soy yo, definitivamente te hace falta ejercicio para
lograr mas resistencia nena – anuncia como siempre leyendo mis pensamientos, ¿o lo dije en voz alta?
No puedo responderle pues las puertas se abren y de frente nos
encontramos con un abatido Arturo D’Lucca, que se sorprende al vernos aquí.
- A ver ustedes par de tortolitos
¿que se supone que hacen aquí? – pregunta con evidente curiosidad
- Papá de verdad pensaste que no vendríamos al saber el estado del
abuelo – responde Leo dándole un fuerte apretón
- No debieron suspender su viaje, por eso no les avisé – alega mi suegro
sin separarse de su hijo – ven también mi niña – dice mientras me une al abrazo
de estos dos hombres que por sobre la ropa irradian tensión y preocupación.
- ¿Cómo estas Arturo? ¿Qué
novedades hay del abuelo? – cuestiono de inmediato
- Vengan vayamos a tomarnos algo y les doy los detalles – propone mi
suegro – que feliz estoy de verlos – confiesa luego de unos segundos
Bajamos a la segunda planta donde hay una pequeña cafetería, ordenamos
nuestra ronde de cafeína y nos sentamos. No sin antes discutir con mi esposo
que insiste en que coma algo, pero la verdad aun mi estomago no se repone del
todo. Por lo que un simple café con leche tendrá que servir.
Arturo nos cuenta que hace dos
días, el Nonno sufrió el infarto cerebral, no entienden que lo ocasionó, estaba
en casa trabajando en el despacho, al parecer se sintió mal y fue Emily quien
llamo a la ambulancia que lo trasladó hasta aquí. Mi suegro estaba en la oficina
cuando recibió la noticia.
La salud del abuelo no está en su mejor momento, los médicos han hecho
lo posible por mantenerlo estable, pero aun no ha reaccionado y no saben a
ciencia cierta la magnitud de los daños. Según los estudios médicos pudiera
presentar hemiparesia (perdida de fuerza en una pierna o en un brazo), afasia
(dificultad para expresarse o entender lo que dicen), dificultad de caminar,
perdida de equilibro o coordinación, entre otras cosas. Por eso es primordial
que despierte cuanto antes.
- Lo que no logro entender es porque le ocurrió esto, si hay alguien que
se cuida al máximo es el abuelo, come sano y hace ejercicios. Ni siquiera se
enoja – alega preocupado Leonardo.
- Amor todos estamos propensos a eso, independientemente de lo mucho que
nos cuidemos, a lo mejor una subida de tensión lo ocasiono, he leído que eso
puede suceder como detonante para un ACV (Accidente cerebro vascular) – le
indico.
- Ahora lo que importa que despierte y se recupere, ya luego sabremos
que lo causo - explica Arturo – además
de regañar a tu madre, por que estoy seguro que ella fue quien les aviso de
todo esto
- Papá eso no importa ahora, lo único que quiero es verlo. Crees que me
puedas conseguir un pase para saludarlo, al menos unos minutos. – solicita mi
preocupado esposo.
- De seguro algo podremos hacer – concluye mi suegro.
Seguimos conversando unos minutos más, antes de subir para pedir el
permiso especial para que Leo pueda ver a su abuelo, se que aunque sea a
hurtadillas o pagándole a alguien, pero este hombre de aquí no se mueve hasta
que logre su cometido, si sabré yo lo tenaz que puede llegar a ser cuando se
propone algo.
Llegamos al cuarto piso directo a hablar con el médico encargado del caso, luego de las
presentaciones Arturo le explico todo con lujos y detalles, cuando digo todo es
que le contó al doctor que interrumpimos nuestra luna de miel para venir a
estar con el abuelo. El medico después de una rato decide dejar pasar a Leo a
ver al nonno pero únicamente unos diez minutos y que por favor no haga ni diga
nada que lo pueda alterar.
Nos despedimos de Leonardo quien es escoltado por el doctor una
enfermera hacia el área de cuidados intensivos, mientras que mi suegro y yo nos
dirigimos a una pequeña sala. Una vez allí comienza el interrogatorio sobre
nuestra corta travesía. Le cuento con detalle las cosas que hicimos, obviando
unas que solo nos competen a mi esposo a mí, dudo mucho que Arturo quiera conocer esa faceta de su hijo.
Los diez minutos pasan volando y Leo está entrando al salón, se ve
notoriamente afectado, no es fácil que una persona tan importante y querida
para ti esté postrada en una cama, sin saber a ciencia cierta si despertará o bajo
que condiciones lo hará.
Rápidamente me levanto para recibirlo, cuando de repente siento que toda
la habitación da vueltas, todo se vuelve negro, lo último de lo que escucho al
unísono es un “Nena, Tati”
provenientes de mi esposo y suegro respectivamente.
Como siempre agradecida con mi súper manito correctora,
la segunda voz en mi cabecita y mí gran
apoyo Susana Mohel.
Así como a mis pacientes amigas lectoras, que
supieron esperar a que mi mente pudiera estar a la altura de lo ustedes se
merecen GRACIAS.
Nos vemos el próximo miércoles 16 de abril con el
siguiente capitulo.
embarasada es lo que tiene tati una lastima lo del nonno pero mi lado malo me dice que la mma de leo puede tener algo que ver con esto ? extrañe las publicaciones un beso y espero los proximos
ResponderBorrarHola Rosa siempre un gusto tenerte por acá....¿sera que ya están esperando un pequeñín? Es posible que la Sra Stone este metida en todo este lio...ya lo veremos...besitos
BorrarBUENAS NOCHES MI NIÑA ,S ESO CREO YO TAMBIÉN QUE PUEDE ESTAR EMBARAZADA ,,ESPERO QUE LLEGUEN A TIEMPO PARA VER A SU ABUELO PREGUNTAR QUE PASO PARA QUE EL ABUELO SE LLEVARA TAL DISGUSTO
ResponderBorrarBIEN VENIDA TE HE ECHADO DE MENOS
Rosario todas esas interrogantes las vamos a descubrir en el próximo capi...besitos y gracias por pasarte por acá...
BorrarHola guapa!! Que padre que estes de regreso ,espero que estes mas tranquila y mucha fe que todo saldra bien..
ResponderBorrarAhh Tati esta embarazada ahh que lindo,y x otro lado que lamentable lo del abuelo..
Nos leemos en el.sig. capitulo :D
Amen Lore, Gracias por tus buenos deseos.
BorrarYa veremos que le sucede a Tati en el próximo capi....
Saludos
Que bueno que ya estas de regreso. Extrañaba esta historia y por supuesto a esta pareja tan bonita.
ResponderBorrarGracias por el capi, aqui andare para seguirte cada vez que subas capitulo.
Nos leemos en el siguiente, saludos.
ME alegra saber que extrañabas la historia...disculpa el retraso, pero ya estamos acá, y ten por seguro que la cosa se pone mejor, muchos cambio vendrán....
Borrarbesos