Otro capitulo del pasado
que dice presente…
Aaron Foster
- ¿Qué demonios quieres, Foster? – le pregunta mi esposo al misterioso
hombre que no deja de mirarme
- Por favor D’Lucca, ¿Qué maneras son esas de hablarle a un viejo amigo?
–dice mientras niega con la cabeza, alarga su mano hacia mí – hola preciosa,
soy Aaron Foster y estoy verdaderamente encantado de conocerte.
Ante este gesto Leo inmediatamente se levanta de su asiento, dejándome
prácticamente detrás de el, impidiéndome así ningún contacto con este hombre.
- Ya veo, hoy nos levantamos posesivos, D’Lucca – afirma Aaron con una
sonrisa petulante - ¿No te apetece compartir, como en los viejos tiempos?
¿Compartir? Que alguien me explique, porque siento que entré a una
dimensión desconocida, sé demasiado bien que no tengo a un santo por esposo, y
que ha tenido una vida sexual muy activa, pero por mas que lo intente, no puedo
imaginarlo en un trío y muchos menos si hay otro hombre implicado, él no haría
eso ¿O sí? A pesar de mi monólogo interno, decido dejar mi punto muy claro.
-Pues al menos yo no comparto cuando se refiere a mi esposo Sr. Foster –
por su cara de asombro veo que lo he agarrado con la guardia baja, imito su
gesto anterior y extiendo la mano hacia el – soy Tatiana D’Lucca, y en cuanto a
conocerlo, no puedo decir que sea mi momento favorito del día.
- Te lo voy a preguntar una vez más Aaron, ¿Qué demonios quieres? – Alza
la voz Leonardo tomándome por la cintura – ya saludaste, si sólo era eso puedes
irte por donde llegaste. Estás interrumpiendo y ciertamente no eres bienvenido.
- Nunca pensé que vería el día que el gran Leonardo Arturo D’Lucca fuera domesticado – se burla mientras se
levanta de mi silla – ya nos veremos de nuevo, preciosa – dice guiñándome un ojo
girándose para irse con una sonrisa perversa en su cara.
A Leo no le gusta el pequeño gesto juguetón de su amigo e intenta ir tras él, pero lo tomo del brazo para
impedírselo. Lo que menos quiero es un espectáculo, además que amo la comida de
este lugar, no estoy para peleas de gallitos. Yo tengo hambre.
- No vale la pena, amor. Mejor terminemos nuestra cena. Me he portado
bien así que creo que merezco el premio que me prometieron – hago el intento
por olvidar, al menos de momento, este mal rato. Ya luego me explicará eso de compartir, eso es seguro.
- Tienes razón, como siempre – dice Leo aun con una sonrisa demasiado
fingida, la cual decido obviar, por ahora – pidamos la cuenta y vamos a bailar
nena.
Salimos del restaurante directo a Fontainebleau Liv, un lugar excelente
que fusiona el atractivo de un lounge súper exclusivo con un club nocturno de
alta energía. Cuenta con más de 18,000 pies cuadrados de un espectacular diseño
arquitectónico y lujosa decoración, donde los DJ exponen todos los estilos de
música, desde rock a hip hop o house. Ofrece un trato ultra VIP pues cuentan
con seis palcos privados, cada uno con servicios de bebidas europeas,
minibar. El diseño voyeurista del club
nocturno permite ver todo el lugar desde casi todos los ángulos, mientras
atrevidos espectáculos calientan la noche con los bailarines más sexy de los
escenarios locales.
Aunque el lugar esta muy de moda y hay una larga cola para ingresar al
local, gracias a nuestros pases VIP entramos sin ningún retraso. Como es de
esperar esta abarrotado de gente que quiere disfrutar la noche, y todo lo que
ello implica. Ciertamente nuestro ánimo no es el más adecuado, en realidad creo
que no es buena idea haber venido. No sé quien es ese Aaron Foster, pero ya lo
detesto por el simple hecho de haber puesto a Leonardo en el estado sombrío que
se encuentra. El recorrido desde Il Gabianno hasta acá, aunque muy corto, lo
hicimos en el mismo sepulcral silencio que nos acompaña hasta uno
de los palcos privados. Casi prefiero estar con el resto de las personas y el
bullicio que tiene formado.
Después de sentarnos y que Leonardo pidiera algo para beber, me disculpo
para ir al sanitario. Quizás necesita unos segundos solo para dejar ir lo que
sea que lo esté molestando. Al cabo de unos veinte minutos, en los cuales no
hice más que estar sentada en una de las bellas y exclusivas butacas que están
en la entrada de los baños decido regresar. Descubro que mi marido no se
encuentra en la estancia, pero si nuestras bebidas. Suspiro y tomo mi margarita
intentando no hacer erupción en este instante. No pasan cinco minutos y Leo
entra, pero acompañado, por dos hermosas mujeres muy bien arregladas, en
realidad son casi media docena, y únicamente conozco a dos de ellas. Cynthia y
su compañera del trabajo Cristina.
Resulta que mi querida amiga salió a una noche de chicas, sin invitarme,
cuándo se lo reclamo, se excusa diciéndome que ahora soy una señora, aun no
decido si tomar eso como un insulto, mas tarde lo pensaré. Leo pide bebidas
apara todas. Se sienta a mi lado pasando su brazo por mis hombros, acercándome
a el.
- Hola – dice en mi oído.
- Creí que me habías abandonado – respondo en su lugar
- Vi a Miller abajo, entre la multitud, pensé te gustaría saludarla.
- Siempre es bueno verla.
Continuamos en silencio, a pesar de que las chicas tienen su fiesta
armada a solo unos pasos de donde estamos sentados, nuestros ánimos están por
el piso todavía.
- Lo lamento - expone dándome un
beso en la sien
- ¿Por qué exactamente?
- Por lo que sea que te tiene molesta – yo sencillamente resoplo por lo
que mi esposo me mira levantando una ceja.
- ¿Volvimos a la adolescencia? Si te disculpas al menos debes saber la
razón, no lo hagas por contentarme, las cosas no funcionan así Leonardo.
- Lamento ser un idiota –
- Eso está mejor, aunque no eres un idiota, sólo estas actuando como
uno.
- Siento haber arruinado la cita
nena, prometo recompensarte con otra – se excusa mientras me sienta en su
regazo.
- La noche aún no termina, por lo que tienes la oportunidad de mejorarla
y volver a dónde estábamos cuando nos interrumpieron – expreso melosa, aunque
lo que menos quiero es recordar al extraño amigo de mi esposo, quiero terminar
de pasarla bien.
- Esa es la segunda mejor cosa que he escuchado esta noche – dice muy
pegado a mis labios, rozándolos con su lengua.
- ¿Cuál. es. la. primera? –pregunto entre besos.
- Escucharte decir que no me compartes, pues tampoco lo hago, menos
cuando se trata de ti. Tú eres solo mía, de nadie más.
No puedo decir una palabra después de eso, pues sus labios devoran los
míos, poseyéndolos, dejando claro a quien le pertenecen. Nuestras manos
recorren el cuerpo del otro, como si no pudiéramos tener suficiente. Me aprieta
por la cintura, pegándome aun más a él, si es que eso es posible. Nos
encontramos en nuestra burbuja personal, donde nos olvidamos de todo lo que nos
rodea, hasta que una familiar voz nos hace regresar a la realidad.
- ¡Por Dios, búsquense una habitación! – Nos grita Cynthia sentándose a
nuestro lado – acaso no saben que es mala educación comer delante de los
pobres. ¿Leo de verdad estas seguro no tienes un medio hermano por allí, en
algún lugar? A estas alturas hasta con una media hermana me conformo. – expone
dramáticamente.
- ¿Tiempo de sequía Miller? – acusa divertido mi esposo
- LEO – lo reprendo, pero estos dos solo se ríen.
- OH, no tienes una idea. Creo que he gastado la mitad de las reservas
de baterías de la Florida con mi amigo…
- ¡Por Dios, Cynthia Carolina! – le riño, esta mujer definitivamente no
tiene filtros al momento de hablar.
- Ya pareces mi madre, Tati. Para ser una mujer casada, sigues siendo
demasiado mojigata, o es que este hombrecito de acá – dice mi amiga señalando a
Leonardo que no para de reírse - es puro
cuerpo de infarto, voz sexy, pero a la hora de té, no sabe cómo usarlo, eso sería
una verdadera lástima. – razona afligida
Mi grito ahogado y las carcajadas de Leonardo se confunden, como es de
esperar Cynthia se una a mi esposo para burlarse de mí, así es siempre que
estamos los tres juntos. Por más que hago lo posible por no unirme a ellos,
fracaso estrepitosamente, y terminamos casi llorando de la risa.
- Miller, puedo asegurarte sin temor a equivocarme, que he aprendido
algún que otro truco por el camino. Y nunca he tenido quejas de mi esposa-
explica aún entre risas.
- Eso es verdad, aunque no quiero ni pensar de dónde o con quién obtuvo
la experiencia, debo decir que soy más que feliz de ser yo quien la disfrute –
si no puedes contra el enemigo, úneteles. ¿Verdad?
- ¡Así se habla pequeña! – Me
premia mi amiga – y por favor no me vuelvas a llamar Carolina, aunque amo a mi
madre, no me gusta mucho llamarme como ella, al menos es el segundo nombre.
- Me gusta Carolina…creo que ahora te llamare así en vez de Miller, es
mas personal. – se burla Leonardo levantando sus cejas juguetón.
- Ni se te ocurra, D’Lucca – amenaza – por cierto, mis padres llegan el
lunes y me preguntaron si podían reunirse un día con nosotros para almorzar o
cenar, lo que mas les convenga.
- Seguro, ya cuadraremos algo – respondo inmediatamente, miro a Leo
quien afirma con la cabeza dándole respaldo a mis palabras.
Carolina y Robert Miller
Carolina y Robert Miller son dos personas maravillosas. Tan cariñosos y
espontáneos como lo es su alocada hija. No han perdido las ganas de vivir ni su
alegría a pesar de la más dura prueba que les ha puesto la vida. Robbie el hermano mayor de Cynthia, murió en
Afganistán, o al menos esa es la historia oficial, es un tema que en realidad
nunca estuvo muy claro, en lo que a mí respecta.
Robert Jr. se enlistó con apenas diecisiete años después de rogarle y
suplicarle a sus padres lo autorizaran a ingresar al ejército de los Estados
Unidos, por mas que intentaron persuadirlo para que al menos esperara un poco
para que cumpliera su mayoría de edad, no hubo fuerza en el mundo que lograra
hacerlo cambiar de opinión. De hecho cualquiera que lo conoció puede afirmar,
que definitivamente nació para eso. Entró
a las Fuerzas de Operaciones Especiales, más específicamente en la Unidad de
Misiones Especiales formando parte del 1° Destacamento-Delta Operacional de
Fuerzas Armadas (SFOD-D) o “Fuerza Delta” como normalmente es conocido, fue tan
bueno en lo suyo que a la edad de veintiocho años contaba con el rango de
Mayor, categoría que normalmente conseguirías con al menos unos catorce años en
el ejército, a él solo le bastaron once. A su favor tenia el manejo de tres
idiomas además del inglés, hablaba, escribía y entendía muy bien el español,
alemán y francés. Siempre tuvo muy buena resistencia física, su inteligencia y
capacidad para analizar cada situación
jugaron un papel primordial en su meteórico ascenso.
Recién había sido promovido cuándo tuvo que participar en la “Operación
Libertad Duradera” en el territorio afgano. El 7 de Octubre del año 2001 se
registraron los primeros ataques aéreos en la capital Kabul (Afganistán) varias
unidades de la CIA, Fuerzas de Operaciones Especiales del Ejército y otras
unidades del Mando de Operaciones Especiales unieron fuerzas para entrar en
Afganistán e iniciar las operaciones de combate. El objetivo de la invasión era
encontrar a Osama bin Laden y otros dirigentes de AL Qaeda, y derrocar el
Emirato Islámico de Afganistán. Todo esto en respuesta a los atentados sobre el
suelo norteamericano del 11 de Septiembre de ese mismo año, donde murieron al
menos 2992 personas y unas 24 desaparecidas.(1)
Fueron años difíciles para toda la familia, pues aunque entendían el
patriotismo de su hijo, del cual, aún y con todo lo que ha sucedido, están súper
orgullosos, como padres siempre los cimbraba el temor de perderlo a causa de la
guerra que allá de estaba desarrollando. Todo estaba bien hasta agosto del 2006
cuando unos oficiales se presentaron en la puerta de la familia Miller con la
triste noticia de la muerte y desaparición de Robert Jr. Miller. Todavía todos
lloramos su pérdida.
-Ey —chasquea mi amiga los dedos frente a mi rostro—, creo que te
quedaste dormida con los ojos abiertos – reclama Cynthia trayéndome al
presente.
- No, sólo estaba pensando, y recordando – mi amiga me da un beso en la
mejilla y se dirige hacia el animado grupo de chicas con llegó.
Después de bailar un buen rato y unos tragos más, decidimos dar por
terminada nuestra cita. Leo les ofrece el palco VIP pues las chicas aseguran
que la noche es joven, aunque prácticamente está por amanecer, y el club no
tardará en cerrar, así que por lo visto deberán continuar su fiesta en otro
lado.
La tensión que se había instalado en el ambiente desde la inesperada
visita en el restaurante ha desaparecido por completo, ahora solo estamos
deseosos de llegar a nuestro hogar y de esa manera continuar con nuestra pequeña
fiesta privada.
Me giro extrañada cuando me doy cuenta que no vamos en dirección hacia
nuestro apartamento, sino que mas bien nos dirigimos a la playa. Al llegar
Leonardo estaciona el auto, se acerca a mi puerta y me invita a que lo
acompañe, lo que gustosamente hago sin siquiera preguntar. Decido quitarme los
tacones, y caminar descalza por la arena, mi esposo imita mi gesto, se quita
sus zapatos y los calcetines. Caminamos tomados de la mano, por una hermosa
playa desierta, el horizonte se colma de los vivaces colores naranjas que nos
muestran un hermoso amanecer. Leo se coloca a mi espalda, rodeándome con sus
brazos.
- Esta es la paz que siento cuado estoy a tu lado, Tati – susurra en mi oído
– quiero que nunca dudes del amor que siento por ti, pues va mas allá de aquel
sol que esta ascendiendo en el horizonte.
- Te amo de igual forma y medida, jamás podría dudar se este sentimiento
que hay entre nosotros. Me haces inmensamente feliz, aunque de ratos me
provoque lanzarte un zapato, o lo que sea que tenga a mano, quiero que tampoco
pongas en duda que eres y siempre serás el amor de mi vida.
Y sin lugar a dudas esa afirmación es cierta, sale desde lo más profundo
de mi corazón.
~~~
El domingo pasamos la mayor parte del día durmiendo y descansando. El
nonno Angelo nos visita con la excusa de alimentarnos, nos ha traído
prácticamente el menú completo de nuestro restaurante chino favorito, aunque a
él no le agrada mucho ese tipo de comida, hace lo que sea por complacernos.
Después de rogarle de mil y un maneras posibles que nos acompañe a comer,
acepta con al condición de irse apenas terminemos, quiere darnos nuestro
“espacio”. Abuelito alcahueta, por eso lo
amo tanto.
Recibo una llamada desde mi adorada Venezuela, mi abuela me cuenta prácticamente
lo ha hecho desde la última vez que hablamos, lo cual gracias al cielo fue hace
cinco días, sino de seguro estaría al teléfono mínimo hasta el martes de la
semana siguiente. Me da una noticia tan
maravillosa que olvido por un momento, que nuestra vecina de toda la vida, tuvo que sacrificar casi todas las gallinas
de su patio pues estaban enfermas con no sé cual enfermedad, y que ahora hay
plumas por doquier, esos son los detalles que no me importaría pederme en las
conversaciones con mi abue.
Resulta que Valeria quién estaba esperando respuesta para hacer una pasantía
aquí en Miami, no quiso darnos ningún detalle. A pesar que Leonardo le ofreció
podía hablar con algunos amigos, ella quería lograrlo sola. Y pues lo
consiguió. En un mes aproximadamente estará viajando para instalarse, pues el
curso comienza en sesenta días. Brinco y
grito de la emoción, a pesar que somos muy distintas amo a Val con todo mi corazón
y me alegra mucho tenerla cerca. Cuelgo
con mi abuela para llamarla directamente, no le va a gustar mucho que a Aurora
se la haya escapado la información, estoy segura que quería avisarme ella
misma. Le marco inmediatamente.
- Ya veo que la abuela no puedo cerrar el pico – es su saludo
- Valeria, no te expreses así de ella, en realidad simplemente se le escapó
– intento defender a mi abue, aunque la verdad estaba muerta por decírmelo,
pero que puedo hacer esa viejita es mi debilidad.
- Sí, sí, sí, y resulta que por tener mas de seis meses de abstinencia
te convierte en virgen nuevamente ¡puros cuentos! – Dice entre risas – pues ya
estas enterada hermanita, ya pronto me tendrán por allá, estoy tan feliz
- Estoy orgullosa de ti Val, lo conseguiste por tus propios meritos.
Recuerda que el apartamento…
- Ya les dije que no pienso quedarme con ustedes, por Dios están recién
casados y deben estar haciéndolo como conejos.
- VALERIA- le riño
- ¿Qué? – Finge estar sorprendida por mi grito–. Al menos es lo que yo
haría, en fin. Ya encontré un lugar, voy a compartirlo con una compañera del
curso, aunque no la conozco personalmente, hemos hablado y chateado unas
cuantas veces, parece buena chica. Viene
de Italia, así que quizás logre aprender un poco de italiano.
Pasamos unos treinta minutos mas haciendo planes para cuando venga,
hablando de todo y de nada. La pongo al día con lo ocurrido en la inauguración
del restaurante del chef Owen y mi malvada hermana no para de reír. Dice que no
puede esperar y conocer a Kate, y darle algunas ideas para vengarse de su
hermana. Leo va a poner el grito al
cielo. Nos despedimos prometiendo hablar la próxima semana.
Decidimos acostarnos temprano pues esta semana hay bastante trabajo,
mientras estoy dejando la cafetera preparada para el día siguiente, le cuento a
Leonardo las nuevas noticias. Se alegra mucho por Val y decide enviarle un
mensaje de whats app para felicitarla, y por supuesto reclamarle el hecho que
prefiera vivir con una desconocida que con nosotros. Le explico que no pierda
el tiempo, no hay manera que la haga cambiar de idea a una tozuda como lo es
Valeria. Mi sorpresa es mayor cuando Leo me dice que ha hecho un trato con mi
hermana, y al menos un o dos fines de semana al mes vendrá a quedarse con
nosotros. Definitivo, este hombre le
vendería shampoo hasta a un calvo.
El lunes pasa volando, en la oficina la tensión solo aumenta, al igual
que los rumores de venta de la compañía. Muchos están nerviosos porque temen
perder sus empleos. Pero nadie aclara, no niegan ni confirman nada, por lo que
las especulaciones crecen con el pasar de las horas.
En la tarde nos llaman para
auditar a un complejo inmobiliario, por lo que llego súper tarde al apartamento
y muerta del cansancio. Saludo a Leo que esta en su oficina terminando unos
pendientes. Como se hacia tarde cené con mis compañeros del trabajo, le
pregunto por su comida, me explica que él se preparó un sándwich. Me disculpo y
prometo hacer lo posible de no volver a faltar a la comida, menos cuando en
todo el día no hemos logrado vernos. Me pide no me preocupe.
Subo y voy directo a darme un baño, muero por mi cama. Estoy saliendo
del vestidor cuando veo a Leo que esta esperándome, se ha quitado la camisa,
solo lleva el pantalón de la pijama dejando su perfecto torso al descubierto, a
verlo todo el cansancio del día se desvanece como por arte de magia.
Sin darme cuenta me encuentro desnuda debajo del sexy cuerpo de mi
esposo, su boca esta sobre la mía, devorándome, recorriendo mi cuerpo con su
lengua, como una deliciosa tortura, haciéndome olvidar las preocupaciones y el
mundo exterior. Dejando sólo este amor y la necesidad de estar juntos. Hacemos
el amor, pausado, aprovechando cada caricia, reafirmando con nuestro cuerpo lo
que nuestros corazones sienten.
El martes se va igual de rápido entre trabajo y estrés por aún no tener
noticias de lo que en realidad está ocurriendo con la compañía. Hoy si logro
salir temprano, además que debo hacerlo, pues nos vamos a reunir a cenar con
los padres de Cynthia. Así que debo apresurarme si quiero llegar a tiempo,
quiero pasar por el apartamento para poder cambiarme.
Estoy casi lista cuando escucho a Leo entrar a la habitación. Me da un
beso y pasa rápidamente a asearse y cambiarse, en menos de veinte minutos estamos
saliendo por la puerta rumbo al hotel
donde se hospedan los Miller, que no es más que The Ritz-Carlton en Key
Biscayne.
Llegamos y subimos directo al PH que normalmente habitan cuando vienen
de visita, por supuesto mi amiga esta en brazos de su padre quien la mima como
si fuera una niña de cinco años, es la consentida del Sr. Miller, y cómo no.
Después de saludar con un abrazo a la Sra. Miller, me acerco al hombre que aun
esta con su hijita en brazos.
- A ver Cynthia, suelta a este maravilloso hombre – digo mientras la
empujo a un lado – que es mi turno de apapachos.
- Tú tienes tu hombre allí de
pie para que te consienta, no te robes al mío – finge estar molesta aunque la
sonrisa en su cara la delata.
- Deja los celos y ven acá flaca, deja que tu viejo le de algo de cariño
a Tati – dice Leo tomándola del brazo – mientras yo te doy algo del mío, que
hay bastante para las dos.
- Vaya esa es una oferta que hay que pensar, pues te explico D’Lucca –
dice una muy seria Cynthia – no soy una chica fácil de convencer. Por muy
necesitada que pueda estar – dice muy bajito por lo que su padre no logra
escucharla.
Luego de la pequeña disputa por el cariño del patriarca Miller, donde
ambas salimos beneficiadas, pasamos directo al comedor. Donde disfrutamos una
rica cena en familia, así es como Robert y Carolina nos hacen sentir en todo
momento. Como es de esperarse los hombres comienzan hablar de negocios,
economía y política, a lo que Cynthia y yo ponemos los ojos en blanco, si no
miré mal, creo que hasta la Sra. Miller lo hace. Como la verdad lo que menos
queremos es pasar el tiempo entre aburridos temas, al menos de momento,
decidimos irnos al salón y así conversar más a gusto. Las mujeres Miller se
emocionan mucho cuando les doy la noticia de la pronta mudanza de mi hermana,
por su puesto mi parrandera amiga dice que debemos prepararle una súper fiesta
de bienvenida. Conociendo a Val, estoy seguro le encantará. Ya planearemos algo
para recibir por todo lo alto a la pequeña de la casa en la soleada Miami.
La noche termina sin siquiera darnos cuenta, es que cuando se esta
pasándola tan bien el tiempo vuela. Nos despedimos de la familia Miller, pues
como sus padres solo estarán dos días más, mi amiga decide quedarse a dormir
con ellos. Entres besos, abrazos y promesas de un próximo encuentro nos
dirigimos a nuestro apartamento.
El viernes llega, y con ello la tarde de chicas que tenemos planeada,
con la excusa de la bienvenida a Megan. A las seis de la tarde estoy entrando
puntualmente a Clevelander, lugar donde decimos iniciar la fiesta, palabras de
Kate. Al entrar veo a la rubia O’Conner haciéndome señas. Después de
saludarnos, conversamos de todo de cosas sin mucha importancia, la ciudad,
clima, bebidas, ropa, y en todo ese rato no puedo dejar de pensar lo mismo que
el día que la conocí, esos ojos me son tan familiares, ahora que le detallo mas
puede notar algunos gestos que estoy segura he visto en alguien mas. Pero no
puedo pensar mas en eso pues llegan Cynthia y Kate para completar el mágico
cuarteto de hoy.
Luego de unas cuatro horas, una rica cena, y mas bebidas de las que
deberíamos haber ingerido, Kate propone lleguemos hasta Mango’s Tropical Café,
así podemos bailar un rato y sudar algo del licor que hemos tenido. Además
asegura hoy habrán algunos shows muy divertidos. Sin pensarlo mucho, cancelamos
la cuenta y como nos queda cerca optamos por irnos caminando. El lugar está
empezando a llenarse y hay una buena cantidad de personas esperando para poder
ingresar, pero como es de esperar Cynthia “conoce a alguien” que nos dejará
entrar sin hacer cola. Aunque en estos momentos se lo agradezco, pues no me
apetece mucho tener que hacer una larga fila.
Vamos directo a la barra para pedir la primera ronda de cócteles,
brindamos y enseguida nos dirigimos a la pista. Después de bailar unas cuantas
canciones como cuatro colegialas, ya cansadas y sedientas volvemos para
rellenar nuestras copas, el bartender nos atiende de inmediato ganándose risas
y guiños de mi coqueta amiga Cynthia. No puedo negarlo la mayoría de ellos aquí
son muy sexys. Como si me estuvieran escuchando tres de ellos se suben a la
barra e inician un sensual baile, ganándose los gritos y aplausos de las
féminas del publico, de seguro a la parte masculina le tocara el suyo en breve,
pues las chicas que atienden aquí son famosas por sus bailes.
Estamos buscando una mesa donde podamos descansar y reponer algo de
nuestras fuerzas, cuando la persona que menos esperé encontrarme de nuevo, y
menos sin haber escuchado la versión de mi esposo, esta justo en frente de
nosotras.
- Sabía qué volveríamos a encontrarnos, Tatiana – la voz Aaron me
sorprende, este hombre me trata como si fuéramos dos amigos que llevan tiempo
sin verse.
- Sr. Foster – no quiero darle pie a confianzas, así que mientras más
formal sea el trato mejor. Él sonríe ante mi saludo, pero no capta mi
indirecta, pues de inmediato se presenta con mis amigas, sin darme chance de
decir nada más.
- Señoritas, soy Aaron Foster, podríamos decir que soy un viejo amigo de
Leonardo, y hace solo unos días nos reencontramos y tuve el placer de conocer a
su bella esposa – suelta su discurso sin dejar de mirarme de una manera que me
hace sentir incómoda. Le da un beso a cada una de las chicas y cuando se acerca
a mí, soy salvada por mi celular que ha decidido este maravilloso momento para
vibrar.
Me disculpo para atender, y quien mas podía ser que mi adorado esposo,
que sin saberlo me ha rescatado. Me pregunta como estamos y en dónde, luego de
decirle el lugar, quiere saber si estoy bien para manejar o necesita que nos
recoja para dejarnos a todas a salvo en nuestros respectivos hogares. Le pido
nos de unos cuarenta y cinco minutos, y al menos puede pasar por mí.
Las chicas están sentadas en una mesa, gracias a Dios solas, por lo que
inmediatamente me relajo. Les explico de la llamada, Kate esta de acuerdo en
terminar la jornada, pero Megan y Cynthia deciden quedarse un poco más.
Estamos en la última ronda, en lo que a mí respecta, cuando me llega un
mensaje de Leo para decirme que esta justo en la entrada del local
esperándonos. Nos despedimos de nuestras amigas, pidiéndoles por favor se
cuiden y no beban de más.
Tal como prometió, Leonardo se encarga de llevar a Kate, y luego vamos
directo al apartamento. Ni cuenta me doy que hemos llegado, hasta que siento
unos familiares brazos deslizarse por debajo de mis rodillas, no pongo
resistencia alguna y dejo que mi esposo me lleve cargada. Me vuelvo a dormir.
Cuando nuevamente abro los ojos ya estoy acostada en mi cama, por lo que sin
pensar si en quitarme maquillaje o quitarme la ropa caigo de nuevo en los
brazos de Morfeo.
Me despierto sobresaltada cuando escucho el teléfono sonar, intento
levantarme pero todo me da vueltas, Leo me da un beso en la cabeza y se levanta
a atender. A lo lejos escucho parte de la conversación.
- Si, soy Leonardo D’Lucca, su esposo. Ella no puede atenderla está
indispuesta – hace una pausa en la que asumo escucha lo que la otra persona tiene
qué decirle – Sí, por supuesto que la conozco. ¿En dónde está? - Luego de otra pausa donde escucha atentamente lo que le están diciendo, responde - De inmediato
salimos para allá.
(1)
Datos tomados
de http://es.wikipedia.org/wiki/Atentados_del_11_de_septiembre_de_2001