Capitulo XVII
Confesiones al amanecer…
- Este lugar es genial, la decoración hermosa y elegante, la comida espectacular
– expone Cynthia casi sin respirar – la única queja es que dejan entrar a
cualquiera – dice señalando a Kathleen quien la mira con la boca abierta.
- OH querida, lo mismo podría decir yo – responde una muy molesta Srta.
Reynolds - ¿DONDE DEMONIOS ESTA EL DUEÑO DE ESTE LUGAR? – alza la voz por lo
que varios invitados voltean a mirarla. Al
parecer es la única que no sabe quien es.
- Por favor, no quiero un espectáculo, no es el lugar y mucho menos el
momento – interviene James en la actitud mas seria y fría que jamás se le ha
visto.
- Querida – se burla Cynthia
imitando su voz –, por si no lo has notado estas haciendo el ridículo…
- ¿Se siente Usted bien Srta. Reynolds? – le pregunta el hombre de
seguridad al notarla pálida.
- ¡No es de tu incumbencia! – espeta furiosa, sin poder disimular su
malestar.
- Que se puede decir, aun existen caballeros… ¿damas? mmm... no muchas –
indica irónicamente la Srta. Miller –. Eres tan idiota y tan concentrada en ti
misma que aún no te das cuenta que estás justo delante del Chef y dueño de este
restaurante, tu arrogancia es taaaan grande que terminó de fundir las pocas
neuronas de tu cerebro que quedaban intactas.
- Cynthia – la reprende James
- Yo únicamente señalo lo obvio, Chef Owen. Ahora si me disculpan tengo
cosas más importantes que perder mi tiempo con una cualquiera – Cynthia se
mueve para quedar a solo centímetros de la cara de una muy sorprendida Kathleen
–. Porque admitámoslo, eso es exactamente lo que tú eres, no importa cuanto
dinero tengas, que tan importante sea tu apellido o el circulo social en el que
te desenvuelves, si al final del día estas ansiosa por revolcarte en la cama de
un hombre, sin importarte si es casado o no, no eres mas que una zorra.
Esas palabras sacan del trance en que se encontraba e intenta golpear a
Cynthia, pero el Sr. Owen rápidamente la toma del brazo impidiéndoselo.
- Ya no más Kathleen, querías hablar con el dueño o el chef del lugar,
pues ya lo has hecho, escuche todo lo que tenias que decir. Es momento que te
retires, aquí no eres y nunca serás bienvenida.
- A mi me invitaron – se excusa mientras busca en su bolso para sacar la
invitación y entregársela –, puedes verlo por ti mismo.
- Esto es demasiado hasta para ti Reynolds, una cosa es colarte a una
fiesta donde no estas invitada pero falsificar una tarjeta la verdad no te creí
tan desesperada – James le hace algún tipo de seña a su gente de seguridad,
quienes de inmediato se llevan a una contrariada Kathleen.
- Así se hace Chef – lo anima Cynthia con una gran sonrisa
- Ahora tú, mi esposa y Tatiana tienen algunas explicaciones que darnos
– tomándola del brazo la guía hasta la mesa que compartimos.
James y Cynthia llegan a la mesa después de lo que pareció ser una
acalorada conversación. Mi amiga se sienta en su lugar, pero el chef se acerca
a su esposa, le da un tierno beso en lo labios, le susurra algo al oído, se
disculpa con nosotros diciendo que debe atender algo en la cocina y que en
menos de quince minutos estará de regreso.
La tensión en el ambiente es palpable, todos estamos en un sepulcral
silencio, gracias a Dios el Sr. O’Connor no ha regresado y Megan quien parece
darse cuenta que algo no esta bien, se retira para darnos algo de privacidad,
debe haber intuido que lo necesitamos, aunque viendo la cara de mi esposo, casi
prefiero que se quede, esa es la única manera que Leonardo no diga nada.
- ¿Kate, te has detenido a pensar lo importante que esta noche para
James? – Leo suspira y se pasa ambas manos por los cabellos, demostrando lo
frustrado que se siente - ¿Y tú, Tatiana cómo pudiste caer a su mismo nivel? –
acusa mirándome a los ojos, para luego girarse a ver a mi amiga - Miller creí…
de verdad creí que antes de hacer
alguna locura lo pensarías dos veces, pero está demostrado que eso es mucho
pedir para ti ¿Verdad?
De nuevo se instala un mutismo a nuestro alrededor, que comienza a ser
insoportable, aunque más que el silencio es la culpa, lo pienso una y otra vez,
quizás no esté bien, me digo a mi misma pero de igual manera lo hecho, hecho está.
Además tampoco es como si hubieras actuado contra una casta paloma, entiendo
que esta mal, que somos mejores que ella, pero no es para que mi esposo tome
esa actitud. Al fin y al cabo él es mi esposo, no mi padre, y yo no soy una
niña.
- Tienes razón Leonardo no debimos hacerlo – siento como la culpa esta
siendo borrada por algo un poco más fuerte, la
ira –, pero me parece que estás siendo un poco injusto con nosotras.
Intento contener las risas al ver la cara de Cynthia, estoy segura como
que el infierno es caliente, que jamás imaginó que fuera justamente yo quien nos
defendiera, más sabiendo que nunca estuve un cien por ciento de acuerdo con
este plan en contra de la zorra como
la apodó mi hermana de vida.
- ¿Te estás escuchando Tatiana? – pregunta Leo totalmente confundido por
mi comentario anterior.
- ¡Por supuesto que si! –Respondo envalentonada - Aunque en estos
momentos en realidad lo que me gustaría saber es ¿lo estas tú? – Le reprocho –
¿Acaso sabes lo que hicimos para que nos acuses de esa manera? ciertamente lo
dudo…
- Esa, es una respuesta que me encantaría escuchar. – Nos interrumpe
James que se ha sentado y en mi diatriba con mi marido ni me he enterado –. Ilumínanos
Sra. D’Lucca, porque la verdad además de tener que sacar del lugar una rabiosa
mujer, no tengo idea de lo que ocurrió, ni como llego esto a las manos de
Kathleen - dice colocando sobre la mesa una invitación, la cual obviamente es
la que mandamos a hacer nosotras tres.
Pilladas
Cynthia y yo comenzamos a explicar pero nuestra tercera cómplice nos lo
impide.
- Yo mande a hacer esta tarjeta exclusivamente para mi hermana, de esa manera no habría duda
alguna de su veracidad. Te conozco, James y sé que la persona que está en la
entrada chequeando las invitaciones podría reconocer si fuera distinta –
explica Kate con un tono totalmente neutro – así como también que cada invitado
está en la lista, yo mismo te ayude con ello, por lo que el personal de
seguridad sabría que algo no estaba bien al no verla en la misma. También
admito que hable con algunos para que la dejaran entrar, y luego la pudieran
echar, no seria lo mismo si lo hubieran hecho en la entrada.
En eso tiene toda la razón, aunque no salió como estaba previsto, la
verdad es que si disfruté ver a esa mujer contrariada y rabiando a mas no poder
al darse cuenta que de nada le vale su apellido, ni su dinero, mucho menos su
actitud arrogante. Al parecer las tres estamos pensando en lo mismo pues sin
poder ocultarlo por más tiempo una sonrisa se forma en cada una de nuestras
caras.
- Kate no debiste dejarte llevar – expresa Leonardo – la conoces muy
bien, no se va a quedar de brazos cruzados, tu hermana es de armas tomar.
- No me importa Leo, además dudo mucho que pueda averiguarlo, y estoy
segura que ninguno de los que estamos sentados aquí vayamos a decirle algo. Por
lo que estoy tranquila – manifiesta la Sra. Owen – ya va siendo hora que
alguien le ponga un freno a su súper ego.
- Puedo decir que ha sido el mejor momento de la noche – revela el Chef
Owen –, verle la cara cuando al fin se dio cuenta que yo soy el dueño. ¡Dios ni
en mis mejores sueños! Aunque creo que exageró, se puso realmente pálida y
podría jurar que estaba sudando.
- Eso tiene una explicación mi querido amigo – confiesa, una hasta el
momento demasiado callada, Cynthia – digamos que su cóctel de bienvenida estaba
bien cargado.
Todos estallamos en una sonora carcajada, de esas que hacen que te duela
el estomago y se te salgan las lagrimas, de las que disfrutas y dejas atrás, al
menos de momento todo lo malo. Todos reímos y disfrutamos. Todos menos Leonardo.
- ¿Estás bien, Katie? – Se
preocupa su atento marido –, no sé si ella te vio, pero debe asumir que estás
conmigo, de seguro en estos instantes tus padres…
- Estoy mas que bien amor – lo interrumpe Kate – soy feliz contigo, tú
eres mi familia, nadie mas importa.
- Si me hubieras dicho algo de esto antes, de seguro se nos hubieran
ocurrido una par de cosas más para enfurecer a mi cuñadita – se lamenta James
- Por favor Owen, no les des más cuerda – le reclama Leo ¿molesto? – Kathleen sin alicientes es
bastante entusiasta, no quiero imaginarla ahora que debe estar realmente
rabiosa.
- Te aseguro Leonardo que nadie le interesa saber que tanto conoces a
esa mujer como para afirmar si es entusiasta
o no – le reclamo ya irritada por su afán de defenderla – pero creo que te
estas tomando toda esta situación muy a pecho. ¿No te parece?
- No vayas allí Tatiana – me advierte.
- Entonces no me empujes a ese lugar –amenazo de vuelta.
La discusión queda para otro momento con la llegada del Sr. O’Connor y
su hija. Aparte que no pienso darle más importancia a todo este asunto, al
menos no por ahora. Es la noche de los esposos Owen, y si ellos están bien con
todo lo que ha pasado no entiendo porque no podamos estarlo el resto.
* * *
Llegamos al apartamento, son casi las tres de la madrugada, como era de
esperar fuimos los últimos en salir del local, después de bailar y hasta
cantar. Thomas O’Connor resultó ser un caballero muy agradable, su hija una
chica súper espontánea, muy madura para su edad. Como se va a quedar un tiempo
más en la ciudad, la hemos invitado a pasar un día de chicas la próxima semana.
Todo el trayecto desde el restaurante hasta el apartamento lo hacemos en
completo silencio, en realidad estoy tan agotada que ni fuerzas tengo para
preguntarle qué le ocurre. Apenas doy dos pasos dentro cuando ya no aguanto por
más tiempo los tacones, me los quito, no sin antes trastabillar un par de veces
en las cuales mi esposo intento ayudarme, pero luego de decirle que estaba bien
me dejo estar. Con zapatos en mano me dirijo a nuestra habitación, mientras que
Leonardo lo hace hacia a la cocina. Estoy en medio de las escaleras cuando lo
escucho decir - ¡Maldita sea, no era así
como quería que terminara la noche! – me detengo por unos segundos, no se
si espera que lo haya escuchado, o si simplemente esta hablando solo.
Al darme cuenta que es la segunda opción, pues no ha dicho una palabra más,
continúo mi camino hacia una hermosa cama que me espera en el cuarto. Entro al
vestidor lanzo los zapatos en la entrada, mientras que el vestido aterriza en
uno de los pequeños puff que allí se encuentran. Termino de quitarme los
accesorios, tomo una pijama para dirigirme al baño a lavarme la cara, los
dientes, desmaquillarme y de esa manera poder rendirme en los brazos de Morfeo
que ansiosamente me están llamando.
Salgo después de unos quince o vente minutos, dispuesta a finalizar la
extenuante jornada de hoy, pero al entrar a la habitación mi mirada se encuentra
con la de Leonardo, nos quedamos así por un rato, donde el silencio reina en el
espacio. Al cabo de un instante Leo cierra los ojos, suspirando sin decir una palabra
continua su camino hasta su lado de la cama en donde empieza su rutina de
desvestirse. Haciendo acopio de todas mis fuerzas para no estrangularlo, ¡aunque ganas no me faltan! me acuesto
dándole la espalda, me arropo y cierro los ojos, rápidamente me duermo.
Me despierto sobresaltada cuando siento unos brazos familiares que me
rodean. Me aferra a su pecho como si fuera su tabla de salvación en una
tormenta en medio del océano. Siento su respiración en mi cuello, haciendo que
se me erice todo el cuerpo. Pero continúa sin decir una sola palabra, solo
estamos así uno en brazos del otro. Ya este silencio me esta matando, respiro
un para de veces para darme el impulso necesario e intento girarme para ponerle
punto final a esta situación. Pero mi esposo me lo impide. Intento nuevamente.
- No, Tatiana – dice Leo casi en un susurro.
- Pero quiero hablar contigo.
- Pero yo no.
- ¿Tú no? – Repito atónita- ¿Y eso que se supone que significa?
- Exactamente eso, que no quiero hablar, al menos no de momento
Y eso es justo lo que necesito para que toda la rabia que había logrado
contener estalle en un micro segundo.
- Y por supuesto, se supone que debo aceptarlo, no quieres aclarar las
cosas, ni siquiera me has dirigido la palabra en casi toda la noche – mi voz va
en aumento con cada oración –, pero debo quedarme tranquila y dejar que me
abraces.
Este último comentario hace que me suelte, por lo que ya puedo moverme,
pero en vez de girarme simplemente me levanto de la cama. Necesito un poco de
espacio, pues si estoy cerca de su cuerpo, mi piel reacciona de una manera que
no es la adecuada, al menos no en este
momento que estoy furiosa.
- Sabes una cosa, estoy un poco confundida por tu actitud con todo lo
que ha pasado esta noche ¿Podrías por favor decirme qué es lo que realmente te
molesta?
- ¿Quieres decir, además de darme cuenta que mi esposa se comporta como
una chiquilla adolescente vengándose de una de sus compañeras de clase? –Replica
Leo sentándose en la cama, dándome la espalda – me cuesta creer lo que bajo que
llegaron ustedes tres, Tatiana.
- Tienes razón Leonardo, quizás no fue lo correcto, ni la mejor manera
de hacer las cosas. ¿Pero en algún momento te has puesto en mi lugar y tratar
de imaginar como me siento? – Sin dejarlo responder continuo – Ya estoy cansada
que esa mujer siempre este rondándonos, mejor dicho rondándote a la espera de
poder meterse en tu cama, no pienso dejarle pasar una más.
- Déjala en el pasado Tati. Eso es lo que esa mujer es, pasado – explica con fastidio dándose la
vuelta para poder mirarme.
- Me siento agotada de que tu pasado, como lo llamas, esté
constantemente en nuestro presente, no pienso darle ninguna oportunidad de que
se convierta en futuro – le confieso –, se acabó la Tatiana pasiva.
- Nena, por favor deja las cosas así – expresa frustrado -, le he
repetido hasta el cansancio que no va a conseguir nada conmigo, justamente hoy
le dije que…
- ¿Hoy? – Lo interrumpo completamente sorprendida y a la vez dolida –. ¿Cuándo
hablaste con ella o en realidad se vieron?
Se levanta y empieza a caminar en mi dirección, se que esta buscando ganar
tiempo para ver como enmienda su error, es obvio que se le escaparon las
palabras. Al estar delante de mí a escasos centímetros se detiene, sin tocarme
solo mirándome. Quiero que hable pues se me hace muy difícil aguantar las
lágrimas que ansiosas me piden a gritos rodar por mis mejillas.
- Se ha presentado en la oficina todos y cada uno de los días de esta
semana – confiesa derrotado al cabo de unos minutos.
- ¿Pensabas decírmelo? – Susurro, aunque ya sé su respuesta.
Suspira, moviendo la cabeza de lado a lado, negando. Me doy la vuelta
sin decir una palabra, en este momento no puedo estar en la misma habitación
que él, en la puerta antes de salir, con el pomo en la mano y sin mirarlo
finalmente le hablo.
- Prometimos no habrían secretos entre nosotros Leo, dices que ella es
pasado, me lo has repetido hasta el cansancio y te creo, por favor no me hagas
dudar a estas alturas. – Y sin más me dirijo a una de las habitaciones de
huéspedes.
Sé que Leo me ama, que nos amamos pero esta mujer está constantemente
interponiéndose entre nosotros, es una sombra que nos asecha cada minuto.
Confío en mi esposo, nos ha costado llegar a este punto donde nos encontramos,
sin embargo es tan molesto tener que toparme con ese pasado una y otra vez, que
me da miedo que nos sobrepase, que no podamos finalmente dejarlo atrás.
Por más que intento dormir, mis pensamientos van a mil revoluciones por
minutos, así que desisto de estar más tiempo en la cama dando vueltas cual
pollo en brasas. Me levanto salgo al pasillo y me quedo mirando la puerta de
nuestra habitación, intentando decidir si ir hasta allá, eso es en realidad lo
que quiere mi corazón, pero en cambio me dirijo hasta la sala para salir a la
terraza. La vista desde aquí es una de las cosas que mas me gustan del
apartamento. Dejo que las luces de la ciudad me envuelvan, el cielo poco a poco
va pintándose con los hermosos colores del amanecer, la frescura de la brisa me
indica que ya es hora de volver dentro si no quiero resfriarme, ya que solo
visto un diminuto pijama que deja la mayor parte de mi piel expuesta.
Al entrar lo primero que veo es a mi hermoso esposo sentado en un sillón
justamente frente al lugar donde antes me encontraba, cierro las puestas detrás
de mí, sin saber que decir o hacer a partir de aquí. Quiero abrazarlo, besarlo,
olvidar todo y simplemente ser felices, pero nuevamente hago todo lo contrario
a lo que me dicta mi corazón, me quedo en silencio.
- Eres verdaderamente hermosa Tatiana, podría estar una eternidad
admirándote y jamás me cansaría – dice con esa sexy voz que tanto amo, y siento
que mis piernas no me sostendrán por mucho tiempo de pie –, cada día me enamoro
mas de ti, eres mi todo nena. Así como el sol esta alumbrando éste nuevo día,
llenando el cielo de color y calor. Eso eres tú para mí, sin ti solo hay
oscuridad y frío. Estoy consciente que debí contarte, pero no quiero
preocuparte y menos molestarte, sé que no te merezco y no hay un solo segundo
de mi vida que no este inmensamente agradecido de tenerte a mi lado. Pero a la
vez me da temor que te des cuenta que no valgo la pena, que traigo a tu vida demasiado
problemas y quizás simplemente te canses de luchar…
- Te amo Leo – lo interrumpo mientras me coloco enfrente de él –. Nunca
lo dudes, tú iluminas mi vida de igual manera, pero odio me dejes por fuera,
somos un equipo para todo, lo bueno y lo malo, no me trates como si fuera de
cristal por temor de que en cualquier momento vaya a romperme. El problema no
es tanto que la hayas visto, sino que me lo ocultaras, confío en ti, pero sobre
todo creo en nosotros. He aprendido a lidiar con no ser la única que ha
compartido tu cama, lo que quiero es ser la última.
- Y lo serás nena, desde que te vi por primera vez, no ha habido nadie
más y nunca la habrá. Te amo y la vida no me alcanzará para demostrártelo, por
lo que te perseguiré por toda la eternidad para que no lo olvides. Si, eso
suena perfecto para mi, juntos perpetuamente.
Me da un beso, cargado de amor y dulzura, queriéndome demostrar con ello
lo que sus labios acaban de decirme. Sin esfuerzo alguno me toma en brazos para
llevarme a nuestra habitación. Donde con la mayor ternura del mundo hacemos el
amor, conversamos de todo y nada en realidad para luego, finalmente dormir
abrazados.
Nos despertamos pasado el medio el día, después de tan estresante noche,
a los dos nos hacia falta una pequeña terapia de sueño, pero ya la falta de
comida esta haciendo estragos en el estomago de mi famélico esposo. Y para que
negarlo en el mío también.
Mientras voy sacando de la despensa y la nevera lo necesario para
preparar una rica pasta carbonara que tanto nos gusta a ambos, decido preguntarle
algo que desde anoche no me deja tranquila.
- ¿Leo, exactamente que te dijo Kathleen cuando fue a tu oficina? – por
su reacción se que mi pregunta lo tomo de sorpresa, por lo que decido aclarar –
no quiero discutir, sólo quiero saber a que atenerme y no darle el gusto de
agarrarme desprevenida.
- Lo menos que quiero es hablar de ella…menos después de lo que paso
anoche –
Dejo automáticamente lo que estoy haciendo mirándolo en silencio dándole a entender, que habla si o
si, al darse cuenta que no tiene escapatoria, se acerca para rodearme la
cintura con sus brazos.
- Lo de siempre Tati, que no se va a dar por vencida, me quiere de
vuelta – piensa por un segundo las próximas palabras, por la sombra que se
instala en sus ojos, se que no me va a gustar en lo mas mínimo lo que va a
decirme –. Me juró que no descansará hasta que lo logre, esta dispuesta a todo
y me da miedo…no puedo perderte, sencillamente
no puedo- esto ultimo lo dice en un susurro.
- Eso no va a pasar amor, no
importa lo que trame esa mujer – le afirmo – nos queremos demasiado, nada
podría separarnos. No se lo vamos a permitir, ni a ella ni a nadie.
No estoy del todo segura si esa afirmación es para tranquilizarlo a él o
ambos. Porque aunque tengo fe en lo que sentimos, no deja de inquietarme lo que
me acaba de confesar…
Después de comer, decidimos ver una película, a mitad de la cual me
quedo dormida, así que en realidad no me entere que pasó con el Capitán America
y su ex mejor amigo. Cuando vuelvo a abrir los ojos, estoy sola, la TV esta apagada
y únicamente la luz de la lamparita de mi mesa de noche ilumina la habitación.
Me levanto con doble propósito, encontrar a mi esposo, pero mas importante aún
meterlo de nuevo en la cama conmigo.
Tras buscarlo en la cocina, oficina y sala, finalmente lo veo en el
mismo lugar donde en la madrugada estaba yo admirando el amanecer, sólo que
esta vez es el ocaso lo que se distingue en el horizonte, tiene un vaso en la
mano lleno de un liquido ambarino, esta recostado de la baranda sumido en sus
pensamientos, no se necesita ser muy inteligente para saber que esta
preocupado, y que la culpa la tiene la muy zorra de…ahgggg me niego a mencionar
su nombre, ni eso merece.
Me acerco a él, reconoce mi presencia, pero no hace ningún movimiento,
aparte de levantar su bebida a sus labios. Apoyo mi frente en su espalda, abrazándolo
por la cintura. Adoro su olor, me reconforta de muchas maneras. Sus manos
cubren las mías, así permanecemos un buen rato. Hasta que mi súper protector
esposo, decide cambiar de posición por lo que ahora el esta a mi espalda y son
sus brazos los que me rodean. Coloca el vaso en una mesita cercana. Juega con
mi cabello mientras me da besos en la cabeza.
- Este en uno de mis lugares favoritos del apartamento, me encanta la
vista que tiene por aquí Sr. D’Lucca -
- Además de nuestra habitación, este es mi preferido también, cuando
decidí comprarlo, lo hice por la paz que desde aquí se puede contemplar, y si
es a tu lado es simplemente perfecto.
- Eres un adulador, aunque es innecesario galán, ya estoy rendida a tus
pies, con un anillo en mi dedo y durmiendo en tu cama - bromeo
- Pues mí querida esposa, esta equivocada y esta noche pienso
demostrárselo. A el amor hay que expresarlo siempre, el romanticismo no puede
morir, pues caeríamos en la rutina, y eso Sra. D’Lucca es algo que no puedo
permitir – me explica mientra retira mi cabello a un lado, así sus labios
pueden recorrer mi cuello, llenándolo de suaves y húmedos besos logrando que se me erice toda la piel –, necesito
que te pongas algo lindo pues te voy a llevar a cenar, y si te portas bien
puede que a bailar.
- OH te prometo que seré una chica buena – le doy un beso en los labios
y me dirijo a nuestra habitación para seleccionar el atuendo adecuado, cuando
voy a mitad de camino escucho a Leonardo advertirme que solamente tengo dos
horas para estar lista o perderemos la reservación.
Al llegar corro directamente al
baño, me desnudo lo más rápido que puedo, abro el grifo y me meto en la ducha
sin esperar siquiera que el agua se caliente por lo que mi grito no se hace
esperar. Odio el agua fría, normalmente me gusta el agua lo mas caliente que mi
cuerpo pueda soportar, menos cuando lo hago acompañada de mi adorado esposo,
quien si pudiera le agregara unos cuantos cubitos de hielo, ¿es que acaso esta entrenando para alguna
misión secreta?
- ¿Nena, qué sucede estás bien? – dice con la voz entrecortada por la
carrera que de seguro hizo al oírme abriendo la puerta de la ducha.
- El agua esta muy fría – respondo dando saltitos por la brisa que entra
de pronto –, cierra ya – lo regaño
- Juro que un día de estos me da un infarto o me mato por las
escaleras –refunfuña en mi contra mientras se aleja.
Decido ignorarlo y apresurarme con mi aseo, lavo mi cabello y le aplico
un poco de acondicionador, mientras lo dejo trabajar en mis puntas me dedico a
enjabonar mi cuerpo, también opto por afeitarme y estar completamente lista
para lo que salga esta noche. Después de casi media hora de estar bajo el agua,
me cubro con una toalla, busco mi secador de pelo y me dedico a trabajar con mi
melena, todo esto mientras mentalmente estoy revisando mi closet en la búsqueda
del look perfecto para nuestra cita.
Mientras tanto Leo hace lo propio, en un abrir y cerrar de ojos se esta
vistiendo, sin siquiera molestarse en afeitarse, como ya es costumbre luce súper
sexi, vestido con su traje y camisa oscura, sin corbata, se ha dejado la barba
con el cabello peinado hacia atrás ¡está para comérselo! y pensar que le tomo
no más de media hora estar listo, el
mismo tiempo que empleé yo duchándome. Dejo de lamentarme, voy hasta el
vestidor a buscar mi ropa. Otros veinte minutos mas y estoy lista,
orgullosamente puedo decir que me sobraron quince minutos de las dos horas que
me concedieron, estoy mejorando. Tomo
mi bolso, bajo las escaleras para encontrarme con mi flamante esposo que me
espera para irnos a cenar.
Lo encuentro nuevamente en la terraza, con una copa en la mano. Esta vez
cuando abro las puertas me escucha y se gira. Sus ojos recorren mi cuerpo como
una suave caricia, me quedo de pie allí, dejando que se empape de mí mientras
yo hago lo mismo, admito que aunque me enamoré de la persona que hay detrás de esa
hermosa fachada, no puedo dejar de admirarlo. Tiene un cuerpo definido sin ser
demasiado musculoso, sólo lo justo para hacerme temblar. Lo que mas me impactan
son sus preciosos ojos, eso unido a esa voz ronquita y sensual, hacen que me
derrita a sus pies cada vez que me mira como lo esta haciendo justo ahora.
- Estas preciosa – dice sacándome de mi ensoñación con ese tono que hace
que mi corazón se acelere - ¿Nos vamos?
Como en este momento no confío que mi voz sea la más estable,
simplemente asiento en respuesta. Leo sonríe, pues sabe exactamente el efecto
que tiene en mí.
Vamos tomados de la mano, entramos al ascensor para ir al estacionamiento.
Ya cuando estamos en el auto, el autocontrol vuelve a mi cuerpo y me río
brevemente.
- ¿Qué es tan gracioso nena? –cuestiona divertido, pues creo sabe la
respuesta, pero igual decido explicarle
- Simplemente me parece increíble, que todavía después de casados sigas
causando esa impresión en mi, prácticamente me dejas sin aliento, mis neuronas
sencillamente dejar de funcionar. Que puedo decir soy afortunada de tener un
esposo sexi, aunque también me trae algunos dolores de cabeza.
- Yo soy el afortunado en esa relación Tati. Eres una persona
maravillosa, inteligente, bondadosa, tierna, hermosa. Aunque no te guste
admitirlo y menos aun que te lo repita, irradias una sensualidad que es
cautivadora. Si alguien tiene algo que agradecer soy yo. Y si hablamos de
dolores de cabeza, con ese vestido hoy de seguro volveré con uno – dice
mientras toma mi mano – la diferencia es que mucha gente me conoce y saben que
no pueden mirarte mas de lo debido si no quieren terminar con al menos un ojo
morado.
- Claro, tienes que sacar a colación tu lado troglodita, creo que tu
mazo se quedo en casa hombre de las cavernas – finjo estar molesta. Mi
comentario lo hace reír a lo que me uno enseguida.
Llegamos a nuestro destino, Il Gabiano Restaurant ubicado en Biscayne
Blvd. Es un hermoso lugar, romántico y tranquilo. Leonardo le explica al maître
que tenemos reservación, por lo que nos hacen pasar a una hermosa mesa para dos
en la terraza, con vistas a la bahía. Un mesero se acerca para entregarnos los
menús. Leo le pide una botella de Lechthaler Pinot Nero 2006 un rico vino tinto
italiano, mientras decidimos que comer.
Yo opto por Picate Vitello Al Limone,
una rica ternera salteada en mantequilla de limón y vino blanco. Mientras que
mi adorado esposo opta por un Vitello
alla Zingara, ternera Zíngara con alcaparras, tomates y anchoas. También
pedimos Verdure Miste alla Grilia,
una mezcla de verduras a la parrilla.
Brindamos y conversamos a gusto mientras nos traen la cena. Le cuento
que en las oficinas hay una extraña tensión, y hay rumores que o bien están en
proceso, o al parecer han vendido un conjunto de acciones y no se sabe
exactamente quien las adquirió. Pero son solo cuentos de pasillo y aún no han
confirmado o negado nada, esta semana que viene lo sabremos. Me dice que él no
ha escuchado nada, y esas cosas siempre por algún lado se filtran. Pero que
estará atento y me avisará si sabe de algo.
Traen la comida, la cual como siempre esta deliciosa, comemos entre
bromas y risas, toda la tensión que vivimos desde ayer se ha esfumado y
simplemente volvemos a ser nosotros mismos. El camarero se acerca a retirar los
platos y preguntar si deseamos postre, a pesar de estar llenos decidimos
compartir una Creme Brulee, que aquí la hacen de manera sublime.
Traen nuestro rico dulce y rompiendo todas las normas de etiquetas, Leo
pide que me levante para así sentarme en su regazo, lo cual hago a
regañadientes, siento que todos los ojos están sobre nosotros y me muero de
vergüenza, pero a él parece no importarle. Toma la cucharita y me brinda un
poco del postre, el cual se deshace en mi boca es sencillamente delicioso.
Luego él toma un bocado sin dejar de mirarme, mis ojos automáticamente viajan a
sus apetecibles labios y sin pensar mucho en lo que estoy haciendo, lo próximo
que sé es que estoy besándolo, no de forma casta y dulce, no, uno lleno de
pasión y deseo. Mis manos viajan automáticamente a su cuello para acercarlo más
a mí. Siento que su agarre se aprieta en mi cintura.
Nos olvidamos del lugar en donde estamos, nos entregamos a ese beso,
hasta que casi estoy sin aliento; pero antes de poder decir nada un carraspeo
nos saca de nuestra burbuja. Decido no levantar aun la mirada por pena, pues imagino
que quien sea que este aquí no puede estar muy contento con nuestro
comportamiento adolescente.
- ¡Vaya Vaya!, pero miren a quien tenemos acaramelado por aquí – siento
como Leo se tensa debajo de mi al oír estas palabras, así que levanto la mirada
– ya entiendo D’Lucca, hasta yo pierdo la compostura por una mujer tan hermosa
como esta – dice señalándome
Mi gran sorpresa es este hombre
que ahora esta sentado en el que era mi puesto, nada tiene que ver con el restaurante.
Pero por lo visto si con mi esposo, pues es evidente que se conocen.
Susana Mohel: Fuiste tú quien me impulso a continuar, aún cuando no tenía el ánimo
ni las ganas. Esa personita que me dio el impulso necesario para continuar con
la historia de Leo y Tati. No existen palabras para describir lo agradecida que
estoy y estaré siempre contigo. Aún en la distancia estas muy cerca de mi. Eres
una Amiga excepcional, única y maravillosa.
A todas aquellas personitas que a pesar del tiempo continúan siendo
fieles a 1 Final Feliz y siguen
apoyando mi historia, un Gracias no es suficiente, pero por algo se empieza.
El próximo miércoles 8 de Octubre publicaremos el capitulo XVIII.
Descubriremos quien es el misterioso hombre.
bueno me alegra mucho que volvieras un gran beso y un abraso y esperando por mas
ResponderBorrarMuchisimas GRACIAS Rosa, como siempre tú presente....no sabes como te lo agradezco..
Borrarbesitos
Siiiiiiiiiiiii ya era hora de que Tati y Leo regresaran!!! Cuanto los habia extrañado!!!!
ResponderBorrarMi Suuuuuu, tú mas que nadie lo sabes, Gracias por estar allí...por darme el empujoncito que necesité.....miles de besos :)
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